2/05/2016, 21:30
El muchacho estaba convencido de que aquel debía ser el pueblo del que le había hablado su padre, pero Mitsuki no podía evitar dudarlo por mucho que insistiese Tatsuya. Nada en todo aquel lugar le hacía pensar que allí podría vivir alguien y menos aún ser un pueblo activo. Todo lo que les rodeaba tenía una patina extraña, como si las cosas de aquel lugar llevasen años sin ser usadas o cuidadas por la mano del hombre... de hecho parecía que ni siquiera la naturaleza estaba interesada en aquel pedazo de tierra pues las plantas estaban marchitas, incluso la hierba no era más que un recuerdo en aquel piso enfangado sobre el que sostenía precariamente aquel "pueblo".
Algo le decía a Mitsuki que no deberían estar allí, que no era lugar para pasear y menos resguardarse... pero su compañero parecía bastante más seguro. De hecho trataba de tranquilizarla con sus palabras, aunque la Hyuga tenía la impresión de que el chico tan solo trataba de hacerse el valiente para tratar de que ella no se pusiese nerviosa, lo cual la ponía bastante más nerviosa. Sin embargo, decidió seguir al muchacho. Con un poco de suerte verían que el pueblo estaba totalmente vacío y podrían marcharse rápidamente en busca de otro lugar más acogedor.
El pelinegro pidió a la de Kusabi que le siguiese, parecí que había localizado un lugar abierto. Una vieja choza desvencijada que parecía tener la función de taberna.. quizás posada, pues tenía un cartel que apenas se sostenía por una de las dos cadenas que una vez le dieron estabilidad. Ahora colgaba de una manera un tanto siniestra, sobre todo cuando el viento lo movía y hacia golpear la cadena rota contra la madera.
Ambos chicos llegaron hasta la puerta del local, cuyo interior permanecía oculto tras una tela. Mitsuki observó aquello con batante recelo, no sabía muy bien que era lo que podían encontrarse. La duda casi se convirtió en temor, pero cuando la chica quiso detener a su compañero este ya se había internado en el lugar. Ahora no le quedaba más remedio que seguir los pasos de su compañero y rezar por que no hubiese nada.
Apenas había comenzado a retirar la sábana, cuando pudo escuchar como Tatsuya saludaba un tanto temeroso. La Hyuga apartó de un manotazo la tela para ver que era lo que había puesto a su compañero tan nervioso. De sopetón, se encontró con las miradas del camarero y varias personas que estaban sentados en las mesas clavadas en ambos... aunque la de Kusabi tenía la sensción de que se estaban enfocando en el chico que acababa de hablar.
Recorrío toda la estancia con la mirada, para llegar a la conclusión de que allí había algo casi tan raro como el pueblo en sí. No sabía muy bien por qué pero el corazón le decía que debían de salir del local inmediatamente.
Mitsuki alargó la mano hasta colocarla sobre el hombro de Tatsuya, se acercó un poco y le dijo con voz suave y calma para no asustarle
—Vámonos de aquí— acompañó sus palabras de un suave tirón para remarcar lo dicho, Mitsuki no tenía ni la más mínima intención de permanecer allí más de lo indispensable —Lo sentimos, nos hemos equivocado... de sitio— dijo la Hyuga mientras comenzaba a retroceder lentamente tratando de arrastrar a su compañero
Algo le decía a Mitsuki que no deberían estar allí, que no era lugar para pasear y menos resguardarse... pero su compañero parecía bastante más seguro. De hecho trataba de tranquilizarla con sus palabras, aunque la Hyuga tenía la impresión de que el chico tan solo trataba de hacerse el valiente para tratar de que ella no se pusiese nerviosa, lo cual la ponía bastante más nerviosa. Sin embargo, decidió seguir al muchacho. Con un poco de suerte verían que el pueblo estaba totalmente vacío y podrían marcharse rápidamente en busca de otro lugar más acogedor.
El pelinegro pidió a la de Kusabi que le siguiese, parecí que había localizado un lugar abierto. Una vieja choza desvencijada que parecía tener la función de taberna.. quizás posada, pues tenía un cartel que apenas se sostenía por una de las dos cadenas que una vez le dieron estabilidad. Ahora colgaba de una manera un tanto siniestra, sobre todo cuando el viento lo movía y hacia golpear la cadena rota contra la madera.
Ambos chicos llegaron hasta la puerta del local, cuyo interior permanecía oculto tras una tela. Mitsuki observó aquello con batante recelo, no sabía muy bien que era lo que podían encontrarse. La duda casi se convirtió en temor, pero cuando la chica quiso detener a su compañero este ya se había internado en el lugar. Ahora no le quedaba más remedio que seguir los pasos de su compañero y rezar por que no hubiese nada.
Apenas había comenzado a retirar la sábana, cuando pudo escuchar como Tatsuya saludaba un tanto temeroso. La Hyuga apartó de un manotazo la tela para ver que era lo que había puesto a su compañero tan nervioso. De sopetón, se encontró con las miradas del camarero y varias personas que estaban sentados en las mesas clavadas en ambos... aunque la de Kusabi tenía la sensción de que se estaban enfocando en el chico que acababa de hablar.
Recorrío toda la estancia con la mirada, para llegar a la conclusión de que allí había algo casi tan raro como el pueblo en sí. No sabía muy bien por qué pero el corazón le decía que debían de salir del local inmediatamente.
Mitsuki alargó la mano hasta colocarla sobre el hombro de Tatsuya, se acercó un poco y le dijo con voz suave y calma para no asustarle
—Vámonos de aquí— acompañó sus palabras de un suave tirón para remarcar lo dicho, Mitsuki no tenía ni la más mínima intención de permanecer allí más de lo indispensable —Lo sentimos, nos hemos equivocado... de sitio— dijo la Hyuga mientras comenzaba a retroceder lentamente tratando de arrastrar a su compañero