3/05/2016, 23:11
En esos momentos ninguno de los dos estaba pensando de manera lógica, la reacción instintiva de correr ante algo que no comprendían se había apoderado de ellos y se vieron forzados a huir sin rumbo fijo. Ni siquiera sabían porque los misteriosos hombres los estaban persiguiendo, se supone que los shinobis están o deberían estar preparados para enfrentar distintos peligros pero aquella situación era tan anormal que difícilmente podrían pensar en una respuesta coherente para lo que estaba pasando en aquellas circunstancias.
La kunoichi de Uzushiogakure empezó a frenar en cuanto vio que más canes empezaban a bloquear sus posibles rutas de escape. Tatsuya se vio forzado a parar también mientras la Hyuga señalaba una casucha que podrían usar como refugio, sintió un jalón en la garganta que le cortó la respiración por unos instantes para luego dejarse llevar por Mitsuki hacia el escondite. El genin de Takigakure echó mano a su portaobjetos mientras corrían sacando un paquetito de este.
-¡Cómanse esto!- Dijo mientras lanzaba los makibishi detrás de él.
Los perros se terminaron clavando los trozos metálicos en sus patas y cayeron al suelo mientras aullaban de dolor de forma horrorosa, aquello fue suficiente para que no los alcanzaran y así ambos pudieran llegar a la casa sin contratiempos. Sin embargo estaba el problema de que la puerta estaba atrancada, Tatsuya hizo su mejor esfuerzo para quitar el madero que impedía la entrada y así dar paso libre a que Mitsuki entrara. Luego de eso la cerraría para evitar que los hombres que los perseguían pudieran entrar.
-¿Y ahora qué haremos?- Estaban "a salvo" por ahora, pero no podrían quedarse ahí para siempre. -Esto es una locura, no tengo idea de que es lo que está pasando en este pueblo-
Luego de pasar un tiempo dentro de aquella casa algo revelaría su presencia, unos pasos hicieron crujir la madera mientras el rechinido anuncia que se acercaba. De pronto unas antorchas que estaban en el sitio se prendieron de repente dejando ver a una mujer anciana parada frente a ellos, vestía las típicas ropas de una miko con su característico chihaya en colores blanco y rojo. La mujer los miraba como tratando de imponer respeto en los jóvenes.
-¿Quienes son y que hacen aquí?- Dijo imperativamente.
Tatsuya no sabía que responder ante las exigencias de la anciana, el ni siquiera sabía que era lo que ocurría en realidad. Primero el desfile fúnebre, luego el misterioso pueblo, pasando por los hombres de mirada extraña hasta llegar a los perros negros. Y ahora esa señora que se les apareció de la nada, se había quedado sin palabras.
La kunoichi de Uzushiogakure empezó a frenar en cuanto vio que más canes empezaban a bloquear sus posibles rutas de escape. Tatsuya se vio forzado a parar también mientras la Hyuga señalaba una casucha que podrían usar como refugio, sintió un jalón en la garganta que le cortó la respiración por unos instantes para luego dejarse llevar por Mitsuki hacia el escondite. El genin de Takigakure echó mano a su portaobjetos mientras corrían sacando un paquetito de este.
-¡Cómanse esto!- Dijo mientras lanzaba los makibishi detrás de él.
Los perros se terminaron clavando los trozos metálicos en sus patas y cayeron al suelo mientras aullaban de dolor de forma horrorosa, aquello fue suficiente para que no los alcanzaran y así ambos pudieran llegar a la casa sin contratiempos. Sin embargo estaba el problema de que la puerta estaba atrancada, Tatsuya hizo su mejor esfuerzo para quitar el madero que impedía la entrada y así dar paso libre a que Mitsuki entrara. Luego de eso la cerraría para evitar que los hombres que los perseguían pudieran entrar.
-¿Y ahora qué haremos?- Estaban "a salvo" por ahora, pero no podrían quedarse ahí para siempre. -Esto es una locura, no tengo idea de que es lo que está pasando en este pueblo-
Luego de pasar un tiempo dentro de aquella casa algo revelaría su presencia, unos pasos hicieron crujir la madera mientras el rechinido anuncia que se acercaba. De pronto unas antorchas que estaban en el sitio se prendieron de repente dejando ver a una mujer anciana parada frente a ellos, vestía las típicas ropas de una miko con su característico chihaya en colores blanco y rojo. La mujer los miraba como tratando de imponer respeto en los jóvenes.
-¿Quienes son y que hacen aquí?- Dijo imperativamente.
Tatsuya no sabía que responder ante las exigencias de la anciana, el ni siquiera sabía que era lo que ocurría en realidad. Primero el desfile fúnebre, luego el misterioso pueblo, pasando por los hombres de mirada extraña hasta llegar a los perros negros. Y ahora esa señora que se les apareció de la nada, se había quedado sin palabras.