4/05/2016, 22:54
La anciana observó a Mitsuki de cerca, parecía estar tratando de atisvar la mentira escrita en alguna parte de su indumentaria o a lmenos eso le pareció a la de Kusabi. Tras ella le llegó el turno al chico, la mujer se ladeó un poco para poder ver al muchacho mejor.
Trataba aún de dilucidar si sus inesperados invitados mentían o decían la verdad, cuando el ladrido de los perros llamó su atención. La mujer se abrió paso entre los jóvenes y golpeo la puerta con su callado. No tuvo ni que alzar la voz, sus solas palabras bastaron para que los animales guardasen un riguroso silencio.
Mitsuki no entendía muy bien que era lo que estaba pasando, observaba a aquella anciana con una mezcla de curiosidad y miedo. No sabía muy bien quién era, pero al parecer tenía cierta influencia sobre aquellos animales y eso siendo generosa.
Desde el fondo pudo notar como su compañero casi trata de detener la apertura de la puerta cuando la extraña sacerdotisa se disponía a hacerlo, el chico se reprimió y la puerta fue abierta sin ningún temor por la anciana.
La peliblanca no tenía muy claro que era lo que pretendía o que era lo que podía pasar, por si las moscas deslizo su mano hasta su pierna derecha, cerca del portaobjetos por si se veía avocada a un enfrentamiento. La joven había visto la furia de esos animales y no tenía ni la más remota intención de ser su cena hoy.
Para sorpresa de los jóvenes, la anciana recriminó su actitud a los extraños e inquietantes comensales que los aguardaban al otro lado de la puerta bien pertrechados para el combate y para colmo los acusaban de ser fantasmas. Eso era lo último que le faltaba a la peliblanca, les atacan y encima les acusan a ellos de tener la culpa... y si eso fuera poco, encima fantasmas.
Mitsuki suspiró dejando escapar la tensión que había acumulado tratando de calmarse así misma, avanzó un par de pasos hasta poder observar el exterior desde la seguridad que daba la espalda de la anciana. Se habían librado de una buena, fue lo primero que pensó en cuanto vió las armas y aperos de labranza que llevaban los aldeanos.
—No somos espíritus, solo nos hemos perdido— dijo la Hyuga asomando por detrás de la sacerdotisa
Trataba aún de dilucidar si sus inesperados invitados mentían o decían la verdad, cuando el ladrido de los perros llamó su atención. La mujer se abrió paso entre los jóvenes y golpeo la puerta con su callado. No tuvo ni que alzar la voz, sus solas palabras bastaron para que los animales guardasen un riguroso silencio.
Mitsuki no entendía muy bien que era lo que estaba pasando, observaba a aquella anciana con una mezcla de curiosidad y miedo. No sabía muy bien quién era, pero al parecer tenía cierta influencia sobre aquellos animales y eso siendo generosa.
Desde el fondo pudo notar como su compañero casi trata de detener la apertura de la puerta cuando la extraña sacerdotisa se disponía a hacerlo, el chico se reprimió y la puerta fue abierta sin ningún temor por la anciana.
La peliblanca no tenía muy claro que era lo que pretendía o que era lo que podía pasar, por si las moscas deslizo su mano hasta su pierna derecha, cerca del portaobjetos por si se veía avocada a un enfrentamiento. La joven había visto la furia de esos animales y no tenía ni la más remota intención de ser su cena hoy.
Para sorpresa de los jóvenes, la anciana recriminó su actitud a los extraños e inquietantes comensales que los aguardaban al otro lado de la puerta bien pertrechados para el combate y para colmo los acusaban de ser fantasmas. Eso era lo último que le faltaba a la peliblanca, les atacan y encima les acusan a ellos de tener la culpa... y si eso fuera poco, encima fantasmas.
Mitsuki suspiró dejando escapar la tensión que había acumulado tratando de calmarse así misma, avanzó un par de pasos hasta poder observar el exterior desde la seguridad que daba la espalda de la anciana. Se habían librado de una buena, fue lo primero que pensó en cuanto vió las armas y aperos de labranza que llevaban los aldeanos.
—No somos espíritus, solo nos hemos perdido— dijo la Hyuga asomando por detrás de la sacerdotisa