5/05/2016, 19:48
-Sus ojos no son normales, esos no son ojos humanos-
Aquella afirmación dejó a la joven pensativa, lo primero que le llamaba la atención es que ese hombre que otrora le pareciese una amenaza ahora se veía al borde del derrumbe. ¿Por qué clase de situación debía de estar pasando está gente para estar al borde de un ataque de nervios de esa magnitud? El segundo pensamiento que le vino a la cabeza es que debería de cambiar de vestimenta, ahora que se miraba con los ojos de aquella gente si que veía que algo de fantasma podía tener... todo tan blanco.
Por suerte para todos, la anciana había mediado y logrado convencer de que no eran fantasmas. Si no llegase a ser por ella solo Fuujin podría saber como podía haber acabado la cosa, aunque Mitsuki intuía que no hubiese sido agradable para ninguna de las partes implicadas. De hecho, ahora empezaba a sentirse un poco culpable y preocupada por los animales que se habían herido con las estrellas ninjas de Tatsuya. Y eso a pesar de que estaba segura de que si los hubiesen atrapado posiblemente los habrían destrozado... pero solo eran animales indefensos que trataban de defender a sus amos de aquello que los tenía consumidos por el miedo.
Tatsuya por su parte, tras reafirmar que eran personas vivitas y coleando, informó de que a parte eran shinobis además de recalcar que lo único que buscaban era ayuda.
Tras aquella revelación, la anciana, les informó de que nadie se había acercado hasta allí en cincuenta años a causa de la fama de maldito del lugar. Y la verdad es que no le extraña nada a la Hyuga, de hecho incluso ella estaba dispuesta a largarse de allí y dejar que la racha se reiniciase. Lo cual decía mucho, pues ella no era una persona dada a ese tipo de cosas.
Por último la sacerdotisa les ofreció ayuda, aunque les advirtió de que no disponían de muchas comodidadess que ofrecer.
El de ojos dispares se volvió hacia la joven, interrogándola sobre su opinión.
Mitsuki paseo la vista por las personas que tenía justo frente a ella hasta detenerse de nuevo en la anciana, no pudo evitar sentir cierta empatía por ellos. Les estaba ofreciendo ayuda a pesar de que los que más parecían necesitarla eran ellos. Aquel pensamiento hizo que la joven recapacitase un poco, ¿quizás por eso hemos venido a parar a este lugar? ¿Quizás no fue solo casualidad? La de Kusabi había escuchado multitud de veces decir a su maestra que la mayoría de las veces los dioses se comunican con los humanos mediante casualidades. ¿Estarían allí los jóvenes para ayudar a aquellas pobres gentes?
—Os estoy muy agradecida por ofrecer lo poco de lo que dispongáis— la joven hizo una leve reverencia —Sin embargo, me gustaría saber si hay algo en lo que pueda ayudaros. Habláis de que la gente cree que el lugar esta maldito, pero no se a que os referís concretamente—[/color] la joven paseo la mirada por los aldeanos —Temo que detrás del miedo que hemos despertado, haya algo más que simples habladurías—
Aquella afirmación dejó a la joven pensativa, lo primero que le llamaba la atención es que ese hombre que otrora le pareciese una amenaza ahora se veía al borde del derrumbe. ¿Por qué clase de situación debía de estar pasando está gente para estar al borde de un ataque de nervios de esa magnitud? El segundo pensamiento que le vino a la cabeza es que debería de cambiar de vestimenta, ahora que se miraba con los ojos de aquella gente si que veía que algo de fantasma podía tener... todo tan blanco.
Por suerte para todos, la anciana había mediado y logrado convencer de que no eran fantasmas. Si no llegase a ser por ella solo Fuujin podría saber como podía haber acabado la cosa, aunque Mitsuki intuía que no hubiese sido agradable para ninguna de las partes implicadas. De hecho, ahora empezaba a sentirse un poco culpable y preocupada por los animales que se habían herido con las estrellas ninjas de Tatsuya. Y eso a pesar de que estaba segura de que si los hubiesen atrapado posiblemente los habrían destrozado... pero solo eran animales indefensos que trataban de defender a sus amos de aquello que los tenía consumidos por el miedo.
Tatsuya por su parte, tras reafirmar que eran personas vivitas y coleando, informó de que a parte eran shinobis además de recalcar que lo único que buscaban era ayuda.
Tras aquella revelación, la anciana, les informó de que nadie se había acercado hasta allí en cincuenta años a causa de la fama de maldito del lugar. Y la verdad es que no le extraña nada a la Hyuga, de hecho incluso ella estaba dispuesta a largarse de allí y dejar que la racha se reiniciase. Lo cual decía mucho, pues ella no era una persona dada a ese tipo de cosas.
Por último la sacerdotisa les ofreció ayuda, aunque les advirtió de que no disponían de muchas comodidadess que ofrecer.
El de ojos dispares se volvió hacia la joven, interrogándola sobre su opinión.
Mitsuki paseo la vista por las personas que tenía justo frente a ella hasta detenerse de nuevo en la anciana, no pudo evitar sentir cierta empatía por ellos. Les estaba ofreciendo ayuda a pesar de que los que más parecían necesitarla eran ellos. Aquel pensamiento hizo que la joven recapacitase un poco, ¿quizás por eso hemos venido a parar a este lugar? ¿Quizás no fue solo casualidad? La de Kusabi había escuchado multitud de veces decir a su maestra que la mayoría de las veces los dioses se comunican con los humanos mediante casualidades. ¿Estarían allí los jóvenes para ayudar a aquellas pobres gentes?
—Os estoy muy agradecida por ofrecer lo poco de lo que dispongáis— la joven hizo una leve reverencia —Sin embargo, me gustaría saber si hay algo en lo que pueda ayudaros. Habláis de que la gente cree que el lugar esta maldito, pero no se a que os referís concretamente—[/color] la joven paseo la mirada por los aldeanos —Temo que detrás del miedo que hemos despertado, haya algo más que simples habladurías—