7/05/2016, 01:36
El hermano varón parecía furioso con el hombre, tenía una mirada de rabia pura al ver al tipo del corbatin, su hermana temerosa le sujetó su mano desde atras. Ambos secuaces de aquel hombre se acercaron lentamente al trío que ahí se encontraba cuando de pronto vieron acercarse los proyectiles de nieve que les dieron en sus caras. En esos escasos segundos los jóvenes aprovecharon y se echaron a correr hacia el interior del salón.
-¡No los dejen ir pelmasos!-
Los muchachos se dejaron llevar cuando Nonoha los jaló, estaba un poco oscuro pero pronto divisarían otro portón al fondo del gimnasio. El hermano mayor se hizo soltar para repetir la estrategia de la kunoichi y lanzarles más bolas de nieve a los sujetos mientras la hermana abría el portón. El hombre del corbatín por su parte lucía furioso por el lamentable espectáculo que estaban presenciando sus ojos.
-¡SON SÓLO UNAS PUTAS BOLAS DE NIEVE!- Rugió. -¡Vayan y córtenles el cuello!- Vociferaba.
La chica logró destrabar el seguro y abrir el lugar, dejó que Nonoha entrara primero, luego ella y de último cuando el hermano dejó de lanzarles bolas a los maleantes se deslizó por el piso hasta el interior y la hermana cerró la puerta tras ellos. Los guardaespaldas entonces corrieron y empezaron a intentar forzar la puerta, pero seria inútil ante el hecho de que la muchacha había encontrado un fierro con el cual trabar la puerta.
-¿¡Y ahora que hacemos Leo!?, ¡Estamos encerrados!-
Efectivamente, se habían logrado esconder dentro de una gran bodega donde se encontraban todos los viejos utensilios de la academia de baile, había viejos uniformes, sillas y cajas, muuuuuchas cajas. Los sujetos golpeteaban el porton mientras el hermano apretaba los puños y los dientes. Quería salir a golpear al sujeto y a sus hombres, pero no podía irse contra dos hombres armados, sería una locura.
Pronto una figura proyectaría una sombra en la puerta, era la de un joven adolescente portando un kimono y katana. Tatsuya había llegado por indicaciones del dueño del restaurante. Al ver la escena no supo con exactitud que era lo que ocurría pero algo era seguro: no era nada bueno que estuvieran armados. No se iba a lanzar a lo loco, debía asegurarse de que estaba pasando para dar un veredicto.
-¡Alto!- Gritó para llamar su atención. -¡¿Qué estan haciendo?!- No veía a Nonoha ni a los bailarines por ningún lado, lo cual le resultaba muy alarmante. No quería pelear, pero algo le decía que la situación estaba mal.
-TÚ ¿Quién te crees que eres?- Su respuesta fue otra pregunta.
-¡No los dejen ir pelmasos!-
Los muchachos se dejaron llevar cuando Nonoha los jaló, estaba un poco oscuro pero pronto divisarían otro portón al fondo del gimnasio. El hermano mayor se hizo soltar para repetir la estrategia de la kunoichi y lanzarles más bolas de nieve a los sujetos mientras la hermana abría el portón. El hombre del corbatín por su parte lucía furioso por el lamentable espectáculo que estaban presenciando sus ojos.
-¡SON SÓLO UNAS PUTAS BOLAS DE NIEVE!- Rugió. -¡Vayan y córtenles el cuello!- Vociferaba.
La chica logró destrabar el seguro y abrir el lugar, dejó que Nonoha entrara primero, luego ella y de último cuando el hermano dejó de lanzarles bolas a los maleantes se deslizó por el piso hasta el interior y la hermana cerró la puerta tras ellos. Los guardaespaldas entonces corrieron y empezaron a intentar forzar la puerta, pero seria inútil ante el hecho de que la muchacha había encontrado un fierro con el cual trabar la puerta.
-¿¡Y ahora que hacemos Leo!?, ¡Estamos encerrados!-
Efectivamente, se habían logrado esconder dentro de una gran bodega donde se encontraban todos los viejos utensilios de la academia de baile, había viejos uniformes, sillas y cajas, muuuuuchas cajas. Los sujetos golpeteaban el porton mientras el hermano apretaba los puños y los dientes. Quería salir a golpear al sujeto y a sus hombres, pero no podía irse contra dos hombres armados, sería una locura.
Pronto una figura proyectaría una sombra en la puerta, era la de un joven adolescente portando un kimono y katana. Tatsuya había llegado por indicaciones del dueño del restaurante. Al ver la escena no supo con exactitud que era lo que ocurría pero algo era seguro: no era nada bueno que estuvieran armados. No se iba a lanzar a lo loco, debía asegurarse de que estaba pasando para dar un veredicto.
-¡Alto!- Gritó para llamar su atención. -¡¿Qué estan haciendo?!- No veía a Nonoha ni a los bailarines por ningún lado, lo cual le resultaba muy alarmante. No quería pelear, pero algo le decía que la situación estaba mal.
-TÚ ¿Quién te crees que eres?- Su respuesta fue otra pregunta.