7/05/2016, 16:55
No había pasado más de media hora pero el Ishimura ya se encontraba sumido en un sueño ligero y reconfortante. Esperaba poder descansar lo suficiente como para que su cuerpo estuviera en buenas condiciones. El abdomen le dolía considerablemente menos y el sarpullido de sus pies ya estaba desvaneciéndose, se sentía aliviado.
Recién comenzaba a caer en el estado de sueño profundo cuando alguien llamó a la puerta. Por un instante considero ignorar aquello para seguir descansando, pero volvieron a tocar de manera suave y calmada. Resignado a atender a quien le buscara, el joven se coloco algo de ropa y encendió algunas lámparas para proveer una tenue iluminación. Su sorpresa fue considerable al ver que era la hija del dueño quien le estaba buscando, quien llevaba consigo una bandeja con lo que seguramente debía de ser la cena.
«Claro… Me fui a dormir tan temprano que se me ha olvidado comer algo.»
—Se ausentaron durante el almuerzo… —aseguro con voz delicada—, Supuse que tendrían hambre, así que les he preparado algo para que cenen.
—Ya veo ¿También le has llevado a mi compañero algo para que se alimente?
—Sí, también le he preparado comida.
El joven de cabellos blancos se quedó de pie en la puerta, observando a aquella amable chica que parecía estar un poco nerviosa. De cierta manera disfrutaba las situaciones así, a pesar de no ser diestro en lo que a la dinámica del cortejo se refiere. Estuvo a punto de ensamblar alguna frase de agradecimiento, pero su estómago fue más rápido y también más espontáneo, emitió un pequeño rugido que evidenciaba el hambre que le aquejaba.
—Disculpa —sintió un poco de vergüenza cuando la jovencita dejó escapar una risilla—. Será mejor que coma mientras está caliente. Si gustas, puedes pasar y acompañarme mientras.
La muchacha no se hizo esperar y entró velozmente a la habitación. El de piel morena sonrió resignadamente y cerró la puerta para luego encaminarse hacia el interior. Para cuando terminó de desperezarse la mesa ya estaba servida y la joven estaba sentada al otro lado del pequeño mueble.
—Gracias por la comida. —Rezo luego de sentarse en el suelo.
Comenzó a comer y a disfrutar de aquellos alimentos. Le había preparado un caldo de vegetales, un tazón de arroz y unos pequeños filetes de pescado. Sin duda una comida sencilla y ligera, pero que en realidad estaba deliciosa, el propio gesto del joven debió de manifestar aquello pues la chica no dejaba de verle con la cabeza inclinada y posada sobre su mano.
—Gracias, Shihiro, estaba delicioso —la joven se ruborizó al escuchar que la llamaban por su nombre—. ¿Qué sucede? —Preguntó al notar el color de su rostro.
—De… De nada, digo no es nada —se quedó en silencio por un instante—. ¿Podría yo llamarte por tu nombre? —Pregunto para de repente para luego esconder el rostro entre sus manos.
—Este… —le parecía un poco extraña aquella petición—. Si, de hecho prefiero que me digas “Kazuma” a secas, no me siento muy cómodo con los honoríficos y las formalidades.
Le resultaba extraño tanta timidez y rubor, claro eso no impedía que le pareciera infinitamente tierna, pero es que luego de "aquello" resultaba un cambio abrupto. La que tenía enfrente era una muchacha recatada y tranquila, pero la que lo había tomado por asalto la noche anterior era una joven segura y dominante.
«Quizás no sean tan extraños estos cambios —admitió él—. Digo, yo también tengo momento en los que me comporto como una persona totalmente distinta.»
—K… Kazuma ¿te marcharas pronto del pueblo? —Una pregunta un poco difícil de contestar dada la situación.
—Sí, mañana me encargare de algunos asuntos pendientes y luego regresaré a mi villa. —Considero que lo mejor era ser claro y no tratar de engañarla con falsos quizás.
—…Ya veo —dijo un poco cabizbaja—. La vida de un ninja es muy difícil ¿cierto?
—Ciertamente, se trata de una vida peligrosa y llena de sacrificios —dijo sonriente—, pero a pesar de todo me ha permitido hallar en ella algunas cosas preciadas... El viajar y aprender sobre el mundo, encontrar lugares con gente buena como este y conocer a personas geniales… El conocerte a también ha sido algo preciado Shihiro.
—Kazuma… Yo...
—Ya es un poco tarde, ambos deberíamos descansar. —Comenzaba a sentir pesados los párpados.
—Pero… Tu...
—No te preocupes, no me marcharé sin despedirme.
—Está bien… Hasta mañana, Kazuma. —Le dio un delicado beso en la mejilla y procedió a marcharse.
—Hasta mañana, Shihiro. —Le dijo mientras le mostraba una sonrisa cálida antes de irse.
El joven ojos grises procedió a apagar cada una de las lámparas que había encendido y sin hacer caso a ningún otro detalle se dejó caer sobre el futon y permitió que su cuerpo se entregará al sueño. Las horas pasaron rápidamente y para cuando se despertó, con el sonido de las aves madrugadoras, se sentía fuerte y descansado. En cuanto terminó de asearse y vestirse, los rayos del sol ya despuntaban en el horizonte, aquel sitio que estaba justo por encima del bosque de hongos. Revisó una última vez sus herramientas y procedió a salir al pasillo para buscar a su compañero.
—Parece que ambos estamos listo, Tatsuya —Dijo en cuanto vio la determinación en el rostro del pelinegro—.Pongámonos en marcha.
Recién comenzaba a caer en el estado de sueño profundo cuando alguien llamó a la puerta. Por un instante considero ignorar aquello para seguir descansando, pero volvieron a tocar de manera suave y calmada. Resignado a atender a quien le buscara, el joven se coloco algo de ropa y encendió algunas lámparas para proveer una tenue iluminación. Su sorpresa fue considerable al ver que era la hija del dueño quien le estaba buscando, quien llevaba consigo una bandeja con lo que seguramente debía de ser la cena.
«Claro… Me fui a dormir tan temprano que se me ha olvidado comer algo.»
—Se ausentaron durante el almuerzo… —aseguro con voz delicada—, Supuse que tendrían hambre, así que les he preparado algo para que cenen.
—Ya veo ¿También le has llevado a mi compañero algo para que se alimente?
—Sí, también le he preparado comida.
El joven de cabellos blancos se quedó de pie en la puerta, observando a aquella amable chica que parecía estar un poco nerviosa. De cierta manera disfrutaba las situaciones así, a pesar de no ser diestro en lo que a la dinámica del cortejo se refiere. Estuvo a punto de ensamblar alguna frase de agradecimiento, pero su estómago fue más rápido y también más espontáneo, emitió un pequeño rugido que evidenciaba el hambre que le aquejaba.
—Disculpa —sintió un poco de vergüenza cuando la jovencita dejó escapar una risilla—. Será mejor que coma mientras está caliente. Si gustas, puedes pasar y acompañarme mientras.
La muchacha no se hizo esperar y entró velozmente a la habitación. El de piel morena sonrió resignadamente y cerró la puerta para luego encaminarse hacia el interior. Para cuando terminó de desperezarse la mesa ya estaba servida y la joven estaba sentada al otro lado del pequeño mueble.
—Gracias por la comida. —Rezo luego de sentarse en el suelo.
Comenzó a comer y a disfrutar de aquellos alimentos. Le había preparado un caldo de vegetales, un tazón de arroz y unos pequeños filetes de pescado. Sin duda una comida sencilla y ligera, pero que en realidad estaba deliciosa, el propio gesto del joven debió de manifestar aquello pues la chica no dejaba de verle con la cabeza inclinada y posada sobre su mano.
—Gracias, Shihiro, estaba delicioso —la joven se ruborizó al escuchar que la llamaban por su nombre—. ¿Qué sucede? —Preguntó al notar el color de su rostro.
—De… De nada, digo no es nada —se quedó en silencio por un instante—. ¿Podría yo llamarte por tu nombre? —Pregunto para de repente para luego esconder el rostro entre sus manos.
—Este… —le parecía un poco extraña aquella petición—. Si, de hecho prefiero que me digas “Kazuma” a secas, no me siento muy cómodo con los honoríficos y las formalidades.
Le resultaba extraño tanta timidez y rubor, claro eso no impedía que le pareciera infinitamente tierna, pero es que luego de "aquello" resultaba un cambio abrupto. La que tenía enfrente era una muchacha recatada y tranquila, pero la que lo había tomado por asalto la noche anterior era una joven segura y dominante.
«Quizás no sean tan extraños estos cambios —admitió él—. Digo, yo también tengo momento en los que me comporto como una persona totalmente distinta.»
—K… Kazuma ¿te marcharas pronto del pueblo? —Una pregunta un poco difícil de contestar dada la situación.
—Sí, mañana me encargare de algunos asuntos pendientes y luego regresaré a mi villa. —Considero que lo mejor era ser claro y no tratar de engañarla con falsos quizás.
—…Ya veo —dijo un poco cabizbaja—. La vida de un ninja es muy difícil ¿cierto?
—Ciertamente, se trata de una vida peligrosa y llena de sacrificios —dijo sonriente—, pero a pesar de todo me ha permitido hallar en ella algunas cosas preciadas... El viajar y aprender sobre el mundo, encontrar lugares con gente buena como este y conocer a personas geniales… El conocerte a también ha sido algo preciado Shihiro.
—Kazuma… Yo...
—Ya es un poco tarde, ambos deberíamos descansar. —Comenzaba a sentir pesados los párpados.
—Pero… Tu...
—No te preocupes, no me marcharé sin despedirme.
—Está bien… Hasta mañana, Kazuma. —Le dio un delicado beso en la mejilla y procedió a marcharse.
—Hasta mañana, Shihiro. —Le dijo mientras le mostraba una sonrisa cálida antes de irse.
El joven ojos grises procedió a apagar cada una de las lámparas que había encendido y sin hacer caso a ningún otro detalle se dejó caer sobre el futon y permitió que su cuerpo se entregará al sueño. Las horas pasaron rápidamente y para cuando se despertó, con el sonido de las aves madrugadoras, se sentía fuerte y descansado. En cuanto terminó de asearse y vestirse, los rayos del sol ya despuntaban en el horizonte, aquel sitio que estaba justo por encima del bosque de hongos. Revisó una última vez sus herramientas y procedió a salir al pasillo para buscar a su compañero.
—Parece que ambos estamos listo, Tatsuya —Dijo en cuanto vio la determinación en el rostro del pelinegro—.Pongámonos en marcha.