8/05/2016, 10:45
Kuro se incorporó lentamente,aún sujetándose la cabeza, y se encontró con Noemi cerca de él, sentada, de piernas cruzadas, haciendo que su ya acrecentada belleza se incrementase todavía más. El moreno sentía que incluso los ángeles debían tenerla envidia.
—Te dieron una paliza — Bueno, aunque quizás algo de tacto sí que necesitaba. O no, no en vano era una kunoichi. Ante la confusión Kuro solo pudo sonreír de medio lado bajo su mano, que aún reposaba sobre su cabeza. Sí, bueno, le habían dado una paliza por: 1) intentar hacerse el machote y 2) proteger el recinto de su abuelo; suponía que se lo merecía de alguna forma. —Recomiendo que te consigas algunos guardias o algo del estilo o la historia podría repetirse. — Ante la propuesta de la rubia, el muchacho suspiró, no los necesitaban, solo que ella no estaba para proteger el lugar.
—¿Qué piensas hacer ahora...? — Pasados unos segundos, Kuro salió de su trance y miró a la joven de Takigakure a los ojos cuando ésta se puso a la altura del chico, y no pudo evitar ensanchar su sonrisa -.Bueno... Supongo que arreglar los desperfectos y esperar a que llegue... Ella - Terminó con un retintín en la voz un tanto siniestro. -¿Y tú? ¿Te irás ahora? - Si comparaba, Kuro prefería mil veces la compañía de la rubia que la de Ella, aunque le faltase un poco de tacto... La prefería sin dudarlo.
Sin embargo, su pregunta se quedó volando en el aire.
Fue como si le restaurante entero temblase, como si un terremoto se estuviese formando a sus pies; pero nada de eso era el causante. Pero antes de que Eri - quien había salido de la cocina y ahora se encontraba a escasos metros de Noemi y Kuro - o la rubia proveniente de Takigakure pudiesen ir a investigar de qué se trataba, una voz profunda apareció por la puerta, seguidos de unos cabellos oscuros con tonalidades marrones.
-¡Kuro-chaaaaaaaaaaaaaaaaan, ya estoy en casa! - anunció la voz, y poco a poco se pudo distinguir un cuerpo de mujer, de cabellos largos atados en una coleta alta y de ropajes sencillos. La fémina, que rozaba quizá los cuarenta años, parecía que se conservaba bien. -¡Oh! ¿Clientes? ¡Qué novedad! Y yo que me había ido a reponer el frigorífico... - susurró con reproche, pero antes de que siguiese haciéndose ilusiones, observó al jefe en el suelo. -No me digas que han vuelto los retrasados de turno... ¡Aprovechan que me voy de casa para aprovecharse de vosotros! ¡Inútiles!
Eri tenía un tic en el ojo izquierdo, ''¿qué narices?'' Su mente intentaba procesar la información tan rápido como los sucesos pasaban, pero le era imposible. Miró a la espalda de Noemi, intentando descifrar qué pasaba por su cabeza, y se dedicó a observar qué pasaba a su alrededor como una mera espectadora.
—Te dieron una paliza — Bueno, aunque quizás algo de tacto sí que necesitaba. O no, no en vano era una kunoichi. Ante la confusión Kuro solo pudo sonreír de medio lado bajo su mano, que aún reposaba sobre su cabeza. Sí, bueno, le habían dado una paliza por: 1) intentar hacerse el machote y 2) proteger el recinto de su abuelo; suponía que se lo merecía de alguna forma. —Recomiendo que te consigas algunos guardias o algo del estilo o la historia podría repetirse. — Ante la propuesta de la rubia, el muchacho suspiró, no los necesitaban, solo que ella no estaba para proteger el lugar.
—¿Qué piensas hacer ahora...? — Pasados unos segundos, Kuro salió de su trance y miró a la joven de Takigakure a los ojos cuando ésta se puso a la altura del chico, y no pudo evitar ensanchar su sonrisa -.Bueno... Supongo que arreglar los desperfectos y esperar a que llegue... Ella - Terminó con un retintín en la voz un tanto siniestro. -¿Y tú? ¿Te irás ahora? - Si comparaba, Kuro prefería mil veces la compañía de la rubia que la de Ella, aunque le faltase un poco de tacto... La prefería sin dudarlo.
Sin embargo, su pregunta se quedó volando en el aire.
Fue como si le restaurante entero temblase, como si un terremoto se estuviese formando a sus pies; pero nada de eso era el causante. Pero antes de que Eri - quien había salido de la cocina y ahora se encontraba a escasos metros de Noemi y Kuro - o la rubia proveniente de Takigakure pudiesen ir a investigar de qué se trataba, una voz profunda apareció por la puerta, seguidos de unos cabellos oscuros con tonalidades marrones.
-¡Kuro-chaaaaaaaaaaaaaaaaan, ya estoy en casa! - anunció la voz, y poco a poco se pudo distinguir un cuerpo de mujer, de cabellos largos atados en una coleta alta y de ropajes sencillos. La fémina, que rozaba quizá los cuarenta años, parecía que se conservaba bien. -¡Oh! ¿Clientes? ¡Qué novedad! Y yo que me había ido a reponer el frigorífico... - susurró con reproche, pero antes de que siguiese haciéndose ilusiones, observó al jefe en el suelo. -No me digas que han vuelto los retrasados de turno... ¡Aprovechan que me voy de casa para aprovecharse de vosotros! ¡Inútiles!
Eri tenía un tic en el ojo izquierdo, ''¿qué narices?'' Su mente intentaba procesar la información tan rápido como los sucesos pasaban, pero le era imposible. Miró a la espalda de Noemi, intentando descifrar qué pasaba por su cabeza, y se dedicó a observar qué pasaba a su alrededor como una mera espectadora.