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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ante de siquiera poder reaccionar, se vio sumido en una calurosa y húmeda oscuridad. No estaba seguro de que era lo que había pasado, pero estaba claro que algún animal lo había atacado por la espalda y engullido luego. Sentía como su cuerpo era presionado por poderosos músculos que le empujaban en dirección descendente. Se dio cuenta de que se lo estaban tragando y si aquello era un esófago, la siguiente parada sería un estómago lleno de jugos digestivos.

«Maldición, siempre que me permito un momento de soberbia pasa algo como esto.» —Por el momento se encontraba calmado, pero no podría permanecer así mucho tiempo.

Estando decidido a no convertirse en una comida fácil, comenzó su lucha contras las entrañas del reptil que había osado devorarlo. Como si las cosas no fuesen lo suficientemente difíciles, todo aquel enorme amasijo de carne comenzó a moverse de un lado a otro, dificultando su situación. Trataba de sujetarse con chakra, pero el forcejeo era demasiado y le resultaba imposible. Sin duda la criatura se estaba agitando en combate, pero no por eso sus músculos dejaron de trabajar y empujar al Ishimura hacia su estómago.

«Aun tengo posibilidades —pensó en aquella oscuridad—. Si esta serpiente, o lo que sea, está luchando, significa que Tatsuya le debe estar haciendo frente. Solo espero que la próxima vez que me lo consiga sea afuera rescatandome y no aquí adentro haciendome compañia.»

El ninja de Uzushio se encontraba en una situación literalmente apretada, pero aun así se negaba a dejar ir su preciada espada. Trataba de resistirse y de encontrar alguna oportunidad para poder usar a Bohimei y atacar a su captor desde dentro, pero toda la agitación y la poca movilidad de la que disponía le dificultaban cualquier intento de escape. De pronto sintió un hedor potente y fue cuando se dio cuenta que estaba a tan solo unos centímetros de la entrada al estómago. Lo peor de todo es que iba bajando de manera que su cabeza sería la primera en darse un ácido chapuzón.

En determinado punto la serpiente comenzó a enroscarse y Kazuma sintió como si aquellos poderosos músculos fuesen a triturarlo antes de morir digerido. Pero cuando pensaba que ya estaba condenado, percibió como las carnes se aflojaron en una serie de espasmo que se repetían a intervalos regulares. De pronto aquella masa dejó de tirar de él hacia abajo y se aflojó por completo. Y aunque aquello seguramente significaba que su compañero había acabado con la amenaza, estaba lejos de poder relajarse, pues prácticamente les quedaban unos segundos antes de morir asfixiado.

Aprovechando el repentino cese de actividad y la adrenalina que le corría por el cuerpo, el Ishimura apuñaló desde dentro a la bestia. Su espada le atravesó e inmediatamente comenzó a cortar hacia abajo con desesperación. De pronto la carne se separó y pudo sentir como entraba el aire fresco. Tomó un respiro y procedió a buscar la libertad mientras escuchaba la agitación de Tatsuya.

¡Por todos los dioses! —Grito en cuanto pudo sacar la cabeza—. ¡Esto está entre las diez cosas más asquerosas y traumáticas que me han pasado en toda la vida! —Aseguro mientras surgía, jadeante y húmedo, de entre un montón de vísceras y sangre.

El joven se arrastró con espada en mano y se sentó junto a un arbusto mientras apreciaba las enormes dimensiones de la pitón que lo había devorado. Resultaba una “suerte” que fuese una serpiente y que no masticara antes de tragar y también resultaba una suerte tremenda el que el bolso del anciano se hubiese separado de su cuerpo y evitará el terminar dentro del monstruo.

Buen trabajo, Tatsuya —a pesar de todo se le podía ver calmado, quizás un poco asqueado pero aun así calmado—, me habría convertido en su almuerzo de no ser por ti.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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RE: Un jabalí con guarnición de hongos y espadas - por Hanamura Kazuma - 9/05/2016, 03:33


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