10/05/2016, 04:09
"Si hubiera tenido que enfrentarme sólo a algo igual al jabalí ahorita mismo estaría muerto"
El micólogo interrumpió la conversación de los muchachos para presionarlos, estaba muy impaciente a pesar de que acababan de sufrir el ataque de un monstruo. Tatsuya se enojó un poco, le molestaba la actitud del viejo cascarrabias pero no tenían más opción que dejarse guiar por él ya que era el único que podía sellar el oro de los demonios. Aunque eso no le impidió a Tatsuya cruzar los brazos y bufar mientras volteaba la cara para mostrar su malestar, no era propio de él comportarse hostil con la gente, pero llegan momentos en los que no puede mantener la compostura.
-Esta bien, pongámonos en marcha- Dijo molesto.
Cuando siguieron su camino pudo notar que Kazuma estaba quedándose un poco rezagado, ya habia notado antes que le costaba moverse por el bosque pero ahora que se encontraba fatigado por la pelea su paso se habia lenteado aún más. No podían descansar para que el Ishimura se recuperase porque seguramente el viejo pondria algún pretexto. Ante esta situación Tatsuya lo mejor que podía hacer era llevar el equipaje lo que restaba de camino, además que así el de Uzushio podría moverse mejor.
-Kazuma-san, déjame llevar la mochila el resto del trayecto- No era por creer que el Ishimura no podía sino porque quería ayudarlo. -No seas testarudo, además yo también quiero colaborar en lo que sea posible-
Durante el resto de camino las cosas transcurrirían sin complicaciones, excepto por la típica vegetación que les había obstaculizado el paso desde un inicio. Quizás lo único que estaba fuera de lugar era el silencio y la oscuridad en la que se encontraban, su única compañia eran los pacientes y enormes hongos. Hubo un momento en que en el sendero empezaban a mostarse los indicios de que estaban cerca de su destino, plantas marchitas empezaban a dibujarse en la senda mientras el rastro de insectos y algunos pájaros y roedores muertos les daban la fría bienvenida.
Pronto la luz los alumbraba de nuevo, pero no era un resplandor cálido, sino más bien un presagio de algo fúnebre. Ahí estaban nuevamente en aquel claro alfombrado de negro donde la muerte reinaba, el olor a putrefacción se había escapado y era perceptible al nomás acercarse. Y justo en el centro se encontraba aquella vieja choza donde se originó todo el mal.
-Aquí...- Se abstuvo de comentar algo más.
Dentro de esa cabaña estaba el cadáver de la que en vida fue la aprendiz del señor Sentaro, Tatsuya no sabía cómo iba a reaccionar el señor Sentaro si la viese, y tampoco quería decir nada pues ya había visto cómo se entristecia por ella. Sólo le quedaba esperar a que le hombre cumpliese su labor y eliminara por fin a la macabra peste.
El micólogo interrumpió la conversación de los muchachos para presionarlos, estaba muy impaciente a pesar de que acababan de sufrir el ataque de un monstruo. Tatsuya se enojó un poco, le molestaba la actitud del viejo cascarrabias pero no tenían más opción que dejarse guiar por él ya que era el único que podía sellar el oro de los demonios. Aunque eso no le impidió a Tatsuya cruzar los brazos y bufar mientras volteaba la cara para mostrar su malestar, no era propio de él comportarse hostil con la gente, pero llegan momentos en los que no puede mantener la compostura.
-Esta bien, pongámonos en marcha- Dijo molesto.
Cuando siguieron su camino pudo notar que Kazuma estaba quedándose un poco rezagado, ya habia notado antes que le costaba moverse por el bosque pero ahora que se encontraba fatigado por la pelea su paso se habia lenteado aún más. No podían descansar para que el Ishimura se recuperase porque seguramente el viejo pondria algún pretexto. Ante esta situación Tatsuya lo mejor que podía hacer era llevar el equipaje lo que restaba de camino, además que así el de Uzushio podría moverse mejor.
-Kazuma-san, déjame llevar la mochila el resto del trayecto- No era por creer que el Ishimura no podía sino porque quería ayudarlo. -No seas testarudo, además yo también quiero colaborar en lo que sea posible-
Durante el resto de camino las cosas transcurrirían sin complicaciones, excepto por la típica vegetación que les había obstaculizado el paso desde un inicio. Quizás lo único que estaba fuera de lugar era el silencio y la oscuridad en la que se encontraban, su única compañia eran los pacientes y enormes hongos. Hubo un momento en que en el sendero empezaban a mostarse los indicios de que estaban cerca de su destino, plantas marchitas empezaban a dibujarse en la senda mientras el rastro de insectos y algunos pájaros y roedores muertos les daban la fría bienvenida.
Pronto la luz los alumbraba de nuevo, pero no era un resplandor cálido, sino más bien un presagio de algo fúnebre. Ahí estaban nuevamente en aquel claro alfombrado de negro donde la muerte reinaba, el olor a putrefacción se había escapado y era perceptible al nomás acercarse. Y justo en el centro se encontraba aquella vieja choza donde se originó todo el mal.
-Aquí...- Se abstuvo de comentar algo más.
Dentro de esa cabaña estaba el cadáver de la que en vida fue la aprendiz del señor Sentaro, Tatsuya no sabía cómo iba a reaccionar el señor Sentaro si la viese, y tampoco quería decir nada pues ya había visto cómo se entristecia por ella. Sólo le quedaba esperar a que le hombre cumpliese su labor y eliminara por fin a la macabra peste.