10/05/2016, 22:15
Antes de que pudiese si quiera intentar levantarse, Ritsuko apareció por detrás e hizo la mayor parte del trabajo. Aunque no le gustó sentirse tan dependiente, lo agradeció bastante.
- Gracias...
Pero no tuvo mucho tiempo en hablar. La kunoichi le dio un par de palmaditas en el hombro y se dio media vuelta. Juro pensó o busco algo que decir, pero ella simplemente se fue. Se le formó un nudo en la garganta.
- ¡Juro! - exclamó una voz detrás suyo.
Se volvió para ver a Katsue, totalmente roja. No parecía demasiado contenta. Con lo impactado que se había quedado, casi se había olvidado de su hermana.
- Katsue...
- ¿Donde narices estabas? - preguntó, hecha una furia - ¡Te voy a...!
Katsue metio la mano debajo de su abrigo, al nivel de la cintura. Juro retrocedió, dándose cuenta de lo que hacía. Durante unos segundos, mientras su abrigo se agitaba en el aire por la sacudida, apreció el látigo negro que se encontraba enrollado en su cintura.
Pero en ese momento, uno de los oficiales - aunque Juro no lo supiese, era el que había estado hablando con Katsue hace poco - le dirigió una mirada de sospecha. Katsue, tratando de no ponerse roja, agarró a Juro del hombro con fuerza, pegándose mucho a él.
- Estaba muy preocupada por ti, hermanito... - dijo entonces, dando una mirada de reojo al guardia, que aun seguía cerca. Después, se acercó a su oído y le susurró unas bonitas palabras - Cuando lleguemos a casa verás...
Juro tragó saliva, mientras asentía, con resignación. No sabía cuanto tiempo llevaba esperando, ni quería saberlo. Solo le importaba una cosa ahora mismo. Se giró, esperando que no fuese demasiado tarde. Cuando vio la silueta de la chica que segundos antes le había ayudado aun a poca distancia, se sintió aliviado.
- ¡Ditduko , gracias por todo! - gritó a la chica, mientras saltaba agitando la mano derecha, para intentar que le viese entre tanta gente - ¡Hasta la próxima!
Curiosamente, había encontrado las palabras que tan bien se habían escondido cuando la vio marchar.
Feliz de haber conocido a alguien tan amable - y loca - como ella, por unos momentos se olvidó del castigo. Su hermana le miró como si estuviera loco, pero siguió caminando, encogiéndose de hombros, sin hacerle preguntas. Juro la siguió, con resignación. Dudaba que fuese a volver a ese sitio por ahí. Al menos en mucho tiempo...
- Gracias...
Pero no tuvo mucho tiempo en hablar. La kunoichi le dio un par de palmaditas en el hombro y se dio media vuelta. Juro pensó o busco algo que decir, pero ella simplemente se fue. Se le formó un nudo en la garganta.
- ¡Juro! - exclamó una voz detrás suyo.
Se volvió para ver a Katsue, totalmente roja. No parecía demasiado contenta. Con lo impactado que se había quedado, casi se había olvidado de su hermana.
- Katsue...
- ¿Donde narices estabas? - preguntó, hecha una furia - ¡Te voy a...!
Katsue metio la mano debajo de su abrigo, al nivel de la cintura. Juro retrocedió, dándose cuenta de lo que hacía. Durante unos segundos, mientras su abrigo se agitaba en el aire por la sacudida, apreció el látigo negro que se encontraba enrollado en su cintura.
Pero en ese momento, uno de los oficiales - aunque Juro no lo supiese, era el que había estado hablando con Katsue hace poco - le dirigió una mirada de sospecha. Katsue, tratando de no ponerse roja, agarró a Juro del hombro con fuerza, pegándose mucho a él.
- Estaba muy preocupada por ti, hermanito... - dijo entonces, dando una mirada de reojo al guardia, que aun seguía cerca. Después, se acercó a su oído y le susurró unas bonitas palabras - Cuando lleguemos a casa verás...
Juro tragó saliva, mientras asentía, con resignación. No sabía cuanto tiempo llevaba esperando, ni quería saberlo. Solo le importaba una cosa ahora mismo. Se giró, esperando que no fuese demasiado tarde. Cuando vio la silueta de la chica que segundos antes le había ayudado aun a poca distancia, se sintió aliviado.
- ¡Ditduko , gracias por todo! - gritó a la chica, mientras saltaba agitando la mano derecha, para intentar que le viese entre tanta gente - ¡Hasta la próxima!
Curiosamente, había encontrado las palabras que tan bien se habían escondido cuando la vio marchar.
Feliz de haber conocido a alguien tan amable - y loca - como ella, por unos momentos se olvidó del castigo. Su hermana le miró como si estuviera loco, pero siguió caminando, encogiéndose de hombros, sin hacerle preguntas. Juro la siguió, con resignación. Dudaba que fuese a volver a ese sitio por ahí. Al menos en mucho tiempo...
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60