17/05/2015, 01:31
Atsushi no sabía muy bien qué hacer tras lo último que había dicho; movió un poco las piernas como si estuviera incomodo e inquieto y es que de hecho así se sentía. Hacía tiempo que no se encontraba en una situación así, normalmente lograba pasar desapercibido entre la multitud o evitaba que lo mirasen al entablar conversaciones.
Huir le parecía algo de cobardes y siendo que el otro muchacho era un shinobi, dudaba de que pudiera perderlo de vista fácilmente; además, albergaba cierta esperanza de que no lo juzgara por su aspecto, pues el no había dicho nada sobre él, a pesar de que seguramente lo había podido ver desde un principio.
Fue entonces cuando Kota hablo y lo que dijo consiguió que el otro muchacho sonriera un poco; le recordaba un poco a lo que decía su madre para animarle. Pero aun así, las cosas no eran tan sencillas tal y como lo veía Nagano.
— Lo que muchos otros piensan, pueden terminar siendo las acciones que acabaran contigo mañana; las personas tienen la tendencia a ver el mal en aquello que es diferente de su concepción de normal. Por eso prefiero ocultarme… Pero de verdad, agradezco tus palabras, solo que… —
Se quedo callado nuevamente, sabiendo que estaba hablando demasiado. Después de todo, aquel chico era un desconocido para él, ni siquiera pertenecía a su misma villa, ¿Por qué estaba pensando en confiar en él? Sus interacciones debían limitarse a la cortesía y a la amabilidad, lo sabía muy bien.
Mientras el chico divagaba, Kota lo despertó de su ensimismamiento con un par de palmadas en la espalda y había comenzado a caminar hacia el umbral del callejón; tras unos momentos de sorpresa por la vuelta a la realidad, Atsushi apresuro el paso y finalmente alcanzo al otro joven en la entrada del callejón. El chico parecía querer saber cómo es que tenía el aspecto de las serpientes.
“Hmph; ¿Qué hago? No puedo contarle la verdad ni confió en él como para hacerlo. Repudiare a mi maldito padre, pero que se divulgue esto… Bueno, por echarme un farol…”
Así pues, mientras ambos jóvenes caminaban por las calles, comenzó a hablar, con una versión un poco distorsionada de la realidad.
— Yo tan solo soy un experimento, que en cierto modo funciono… Se buscaba un guerrero que pudiera desempeñarse en varias artes y ese soy yo, aunque aun estoy en entrenamiento. Algunos dicen que desciendo de un antiguo clan emparentado con hombres reptiles de antes incluso de que existiera el Ninjutsu. Realmente, lo único que se con certeza es que la mayoría me repudia por mi aspecto… Y que mi verdadero linaje lo llevo en mi espalda. — De forma casi inconsciente, llevo una de sus manos hacia su Kyodai Sensu que llevaba atado a la espalda y lo acaricio con cuidado, incluso ternura.
Sentía la boca un poco seca tras tanto hablar, no solía recitar tantas palabras juntas a menudo; se lamio los labios y volvió a prestar atención a Kota, en cuya ropa diviso en su parte delantera, un curioso símbolo.
— Por cierto, ese símbolo que llevas en tus ropas… ¿Pertenece a algún clan o algo así por el estilo, no? Se ve interesante… — Esperaba que con eso desviara la atención del muchacho de preguntas sobre sus orígenes. Además, verdaderamente se sentía intrigado sobre el símbolo. Después de todo, Atsushi era una persona curiosa a más no poder; amaba el saber.
Huir le parecía algo de cobardes y siendo que el otro muchacho era un shinobi, dudaba de que pudiera perderlo de vista fácilmente; además, albergaba cierta esperanza de que no lo juzgara por su aspecto, pues el no había dicho nada sobre él, a pesar de que seguramente lo había podido ver desde un principio.
Fue entonces cuando Kota hablo y lo que dijo consiguió que el otro muchacho sonriera un poco; le recordaba un poco a lo que decía su madre para animarle. Pero aun así, las cosas no eran tan sencillas tal y como lo veía Nagano.
— Lo que muchos otros piensan, pueden terminar siendo las acciones que acabaran contigo mañana; las personas tienen la tendencia a ver el mal en aquello que es diferente de su concepción de normal. Por eso prefiero ocultarme… Pero de verdad, agradezco tus palabras, solo que… —
Se quedo callado nuevamente, sabiendo que estaba hablando demasiado. Después de todo, aquel chico era un desconocido para él, ni siquiera pertenecía a su misma villa, ¿Por qué estaba pensando en confiar en él? Sus interacciones debían limitarse a la cortesía y a la amabilidad, lo sabía muy bien.
Mientras el chico divagaba, Kota lo despertó de su ensimismamiento con un par de palmadas en la espalda y había comenzado a caminar hacia el umbral del callejón; tras unos momentos de sorpresa por la vuelta a la realidad, Atsushi apresuro el paso y finalmente alcanzo al otro joven en la entrada del callejón. El chico parecía querer saber cómo es que tenía el aspecto de las serpientes.
“Hmph; ¿Qué hago? No puedo contarle la verdad ni confió en él como para hacerlo. Repudiare a mi maldito padre, pero que se divulgue esto… Bueno, por echarme un farol…”
Así pues, mientras ambos jóvenes caminaban por las calles, comenzó a hablar, con una versión un poco distorsionada de la realidad.
— Yo tan solo soy un experimento, que en cierto modo funciono… Se buscaba un guerrero que pudiera desempeñarse en varias artes y ese soy yo, aunque aun estoy en entrenamiento. Algunos dicen que desciendo de un antiguo clan emparentado con hombres reptiles de antes incluso de que existiera el Ninjutsu. Realmente, lo único que se con certeza es que la mayoría me repudia por mi aspecto… Y que mi verdadero linaje lo llevo en mi espalda. — De forma casi inconsciente, llevo una de sus manos hacia su Kyodai Sensu que llevaba atado a la espalda y lo acaricio con cuidado, incluso ternura.
Sentía la boca un poco seca tras tanto hablar, no solía recitar tantas palabras juntas a menudo; se lamio los labios y volvió a prestar atención a Kota, en cuya ropa diviso en su parte delantera, un curioso símbolo.
— Por cierto, ese símbolo que llevas en tus ropas… ¿Pertenece a algún clan o algo así por el estilo, no? Se ve interesante… — Esperaba que con eso desviara la atención del muchacho de preguntas sobre sus orígenes. Además, verdaderamente se sentía intrigado sobre el símbolo. Después de todo, Atsushi era una persona curiosa a más no poder; amaba el saber.