17/05/2016, 11:06
La mujer de nombre Nanako aprovechó la cercanía de la kunoichi de cabellos rubios, posando sus finas y huesudas manos sobre los hombros de la chica. - Entonces... ¿Os quedáis? - El tono dulce y esperanzado que empleó hizo que Eri soltase un suspiro ahogado, si solo era un rato... Pero, antes, tenía que sacar a Noemi de las manos de aquella mujer, no en vano estaban juntas en eso.
Rápidamente se acercó a la de Takigakure y tomó su mano, tirando de ella para que se escapase de la morena mayor. -Onee-chan, es cierto, deberíamos quedarnos, además... Yo quiero un batido todavía... - intentó sonar convincente para el gusto de la mujer, para el de Noemi y para el de ella misma. Kuro sonrió ante la ocurrencia de la menor y con avidez - la que le dejaba su cuerpo magullado - se posó en el otro lado de la muchacha.
-Hey, es cierto, venga, juguemos juntos mientras Eri-chan toma su batido. - Colaboró el moreno, haciendo que la sonrisa de la mujer se ensanchase. No temía en la clase de ''juegos'' que tenía preparados su madre, lo que temía es que las raptase de verdad para ''jugar'' todo el rato con ellas.
Sin embargo, Nanako borró su sonrisa de inmediato, como si se acabase de acordar de algo, y comenzó a buscar con la mirada ese ''algo'' que faltaba. -¿Dónde está papá? - Preguntó. Kuro tragó saliva mientras Eri tiraba más de Noemi para que se pusiesen detrás de Kuro, ahora él tenía que enfretarse a su madre. El muchacho señaló con la mirada al lugar donde reposaba su abuelo, que... Bueno, se encontraba roncando. -¡Papá! - Chilló con lágrimas en los ojos, acercándose a él y tomándolo en su espalda sin apenas esfuerzo. -Esperad aquí jovencitos, voy a dejarle en su cuarto... ¡Ay qué sería de vosotros sin mí! - Y desapareció.
Un momento de silencio se formó en el gran comedor para asimilar qué había pasado.
Eso era demasiado surrealista.
-Erm... ¿Qu- - No pudo terminar la frase ya que Kuro la interrumpió.
-Está bien, si queréis salir con vida, o con todas las partes de vuestro bien esculpido cuerpo, tú - Señaló a Eri -, tómate ese batido mientras juegas, y tú mi bella rosa dorada - Llamó ahora a Noemi -, quédate, por favor. - Pidió mientras escuchaba los pasos de su madre acercándose.
Rápidamente se acercó a la de Takigakure y tomó su mano, tirando de ella para que se escapase de la morena mayor. -Onee-chan, es cierto, deberíamos quedarnos, además... Yo quiero un batido todavía... - intentó sonar convincente para el gusto de la mujer, para el de Noemi y para el de ella misma. Kuro sonrió ante la ocurrencia de la menor y con avidez - la que le dejaba su cuerpo magullado - se posó en el otro lado de la muchacha.
-Hey, es cierto, venga, juguemos juntos mientras Eri-chan toma su batido. - Colaboró el moreno, haciendo que la sonrisa de la mujer se ensanchase. No temía en la clase de ''juegos'' que tenía preparados su madre, lo que temía es que las raptase de verdad para ''jugar'' todo el rato con ellas.
Sin embargo, Nanako borró su sonrisa de inmediato, como si se acabase de acordar de algo, y comenzó a buscar con la mirada ese ''algo'' que faltaba. -¿Dónde está papá? - Preguntó. Kuro tragó saliva mientras Eri tiraba más de Noemi para que se pusiesen detrás de Kuro, ahora él tenía que enfretarse a su madre. El muchacho señaló con la mirada al lugar donde reposaba su abuelo, que... Bueno, se encontraba roncando. -¡Papá! - Chilló con lágrimas en los ojos, acercándose a él y tomándolo en su espalda sin apenas esfuerzo. -Esperad aquí jovencitos, voy a dejarle en su cuarto... ¡Ay qué sería de vosotros sin mí! - Y desapareció.
Un momento de silencio se formó en el gran comedor para asimilar qué había pasado.
Eso era demasiado surrealista.
-Erm... ¿Qu- - No pudo terminar la frase ya que Kuro la interrumpió.
-Está bien, si queréis salir con vida, o con todas las partes de vuestro bien esculpido cuerpo, tú - Señaló a Eri -, tómate ese batido mientras juegas, y tú mi bella rosa dorada - Llamó ahora a Noemi -, quédate, por favor. - Pidió mientras escuchaba los pasos de su madre acercándose.