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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Tatsuya se sintió reconfortado por las palabras del ninja de Uzushio, la verdad Kazuma tenía mucha razón en que Tatsuya se preocupaba de más. A pesar de su serio rostro resultaba ser alguien relativamente sensible, no era algo del todo malo pero debería aprender a controlarse mejor. Después de descansar un rato el peliblanco le tendió la mano para ayudarlo a levantarse, y tras ello, partieron de regreso al pueblecito.

El desconcierto en la aldea se fue calmando poco a poco y durante el resto de su estadía descansaron como pudieron. Por su parte Tatsuya estaba pensando seriamente en que haría al volver a casa, su padre seguramente le exigiría muchas explicaciones sobre el porqué de su ausencia. Una noche antes de partir celebraron una vez más, aunque el de Taki no lo consideraba necesario, el estaría feliz y conforme con el simple hecho de haber ayudado, pero agradeció el gesto de los habitantes del pueblo. Durante esa aventura descubrió una parte de él que no conocía, tras las dudas que siempre suele tener al actuar se escondía alguien capaz de jugarse la vida por los demás, sólo era cuestión de encontrar un balance entre ambas cosas.

Por fin había llegado el día de volver a casa, estaba impaciente por llevarle los hongos a su madre pero se había retrasado un poco, se encontraba en la clínica donde la doctora le estaba dando unas últimas indicaciones.

-Esta crema tiene vitamina E y aceite de rosa mosqueta, te ayudará a regenerar la piel- Le dijo colocando el tarro en su mano. -No te bañes con agua caliente ni tampoco con agua muy fría, aunque no lo creas puede agravar la situación en vez de mejorarla- Aseveró como una madre que regaña a un hijo.

-Se lo agradezco mucho Yashiro-san- Reverenció con elegancia. -Por ahora debo irme, había quedado de juntarme con mi compañero antes de partir y ya se me hizo tarde-

-Antes debo darte una última cosa- Se acercó a él con total confianza y con sus suaves labios besó la frente del muchacho. -Eres lindo, pero deberías tratar de mostrar más confianza si quieres que alguna chica se fije en ti-

-Eto... yo, gracias, supongo- No se puso más colorado sólo porque la quemadura no se lo permitía. -Ahora si debo marcharme, muchas gracias de nuevo, ¡con permiso!- Se despidió con otra reverencia y salió rápidamente de ahí.

En la salida estaba amarrado el pequeño Shibō, tras desatarlo lo tomó en su regazo y corrió hacia la salida del pueblo para encontrarse con el peliblanco. Había un leve rocío de primavera que era acompañado por el sol del amanecer, y tras la luz del alba vió la figura gris del genin de Uzushio. En esos instantes el Takanashi recordó todo lo vivido en el bosque, aquello sería una despedida, pero eso no significaba que se quedaría solo.

-¡Kazuma-san!- Saludó enérgicamente. -Disculpa la demora- Dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca.

Durante unos momentos se quedó en silencio, había pensado un millón de cosas que decirle al Ishimura antes de marcharse pero ahora se había quedado totalmente en blanco. Planear discursos elaborados no era lo suyo, aunque durante el tiempo que convivieron Tatsuya se había sincerado con él más que con ninguna otra persona. Sólo le quedaba escuchar lo que el de ojos grises tuviera que decirle, tras lo cual se limitaría a dejar en claro algunas cosas que consideraba importantes.

-Hay muchas cosas que deseaba decirte, pero no me daría tiempo a mencionar todo- Dijo un poco triste. -Quisiera que me prometas una cosa, algún día, cuando sea más fuerte, debemos enfrentarnos- El suele evitar las peleas, pero por alguna razón sentía la necesidad de combatir y medirse con el Ishimura. -Además, no olvides lo que me dijiste en aquel arroyo- Aquellas palabras tomaron un significado muy especial para él.

El jabato levantó la cabeza y miraba fijamente a Tatsuya mientras este último escucharía la respuesta del ninja de ojos grises.

-Me atrevo a decir que quizás nos hemos hecho amigos sin darnos cuenta...- Dijo sonriente y sereno. -Pero bueno, a llegado la hora de que ambos sigamos nuestro camino-
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

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RE: Un jabalí con guarnición de hongos y espadas - por King Roga - 19/05/2016, 21:00


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