19/05/2016, 22:18
Habia llegado el momento de la despedida
—¡Kazuma-san! —saludó enérgicamente—. Disculpa la demora. —Dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca.
—No hay problema ¿Qué sucede? —Preguntó ante el silencio del de ojos dispares.
—Hay muchas cosas que deseaba decirte, pero no me daría tiempo a mencionar todo —dijo un poco triste—. Quisiera que me prometas una cosa, algún día, cuando sea más fuerte, debemos enfrentarnos —El suele evitar las peleas, pero por alguna razón sentía la necesidad de combatir y medirse con el Ishimura—. Además, no olvides lo que me dijiste en aquel arroyo. —Aquellas palabras tomaron un significado muy especial para él.
El jabato levantó la cabeza y miró fijamente a Tatsuya mientras este último escuchaba la respuesta del ninja de ojos grises.
—Te entiendo… El simple hecho de pasar por este pueblo terminó juntándonos y embarcandonos en una odisea digna de mención —aseguro con semblante orgulloso—. En cuanto a la pelea… Es una promesa, algún día tendremos un grandioso duelo y entonces podremos dejar que nuestras espadas hablen por nosotros y expresen aquello que es demasiado complejo como para ponerlo en palabras —colocó su mano en el hombro del pelinegro, pues era algo que él también esperaría con ansias—. Sobre lo del arroyo… Esa oferta siempre estará en pie, si algún día quieres partir en busca de aventuras y quieres que alguien te acompañe puedes contar conmigo.
El joven de cabellos blancos observó a su colega espadachín y noto que lucía un poco afligido. Kazuma no era el tipo de personas que se lamentara por las despedidas, pues su mente solía concentrarse únicamente en las cosas buenas de llegar a conocer a alguien. Además… Estaba seguro de que volvería a encontrarse con aquel chico solemne y un poco nervioso dueño de un corazón notablemente noble.
—Me atrevo a decir que quizás nos hemos hecho amigos sin darnos cuenta... —dijo sonriente y sereno—. Pero bueno, ha llegado la hora de que ambos sigamos nuestro camino.
—No, no es un quizás… —negó sonriente—. Es un definitivamente, nos hemos hecho amigos… Yo si me di cuenta de en qué momento ocurrió; Justo cuando arriesgamos la vida de uno por el otro y decidimos sobrevivir juntos.
Para Ishimura Kazuma no había nada que uniera más a dos personas que él enfrentar peligros y dificultades juntos y sobrevivir. En los momentos más críticos eran donde cada quien podía mostrar quien realmente era y dejar ver el potencial que determinaría lo que podía llegar a ser.
—Hasta pronto —Dijo luego de acariciar al pequeño jabalí y de chocar su puño contra el Takanashi—. Ambos cuídense y no olviden el seguir su propio camino.
Se alejó a paso apresurado, pues su país se encontraba muy lejos. En cierto instante cuando el sol ascendente difuminaba su figura en la distancia, recordó algo que siempre lo animaba y que quería compartir con el genin de Takigakure. Un simple gesto que encerraba dentro de si un profundo significado.
—¡Gambatte Kudasai, Tatsuya! —Gritó con ánimo mientras levantaba su espada envainada en señal de la fortaleza y los recuerdos que ahora ambos compartían.
Y así terminó aquel efímero pero importante momento de sus vidas que no solo ellos conservarán en sus corazones, sino que también perdurará en la memoria de aquellas personas a las cuales ayudaron. Nadie podría ya olvidar que, en aquel pueblo abandonado por los dioses, a un chico de melena blanca y a uno de cabellera negra que habían llegado desinteresadamente en su ayuda. Dos espadachines que enfrentaron los mayores peligros que aquel bosque podía ofrecer y que habían sobrevivido mientras conseguían socorrer a sus necesitados habitantes. Puede que ninguno de los jóvenes fueran conscientes del alcance de sus acciones, pero lo cierto es que, para bien, habían hecho la diferencia en aquel rincón de Ōnindo. ¿Cómo los recordarán? ¿Cómo contaran su historia? Era algo que no sabía, pero antes de pensar en miles de respuestas prefería el esperar la oportunidad de regresar y ser testigo de las huellas que habían dejado.
—¡Kazuma-san! —saludó enérgicamente—. Disculpa la demora. —Dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca.
—No hay problema ¿Qué sucede? —Preguntó ante el silencio del de ojos dispares.
—Hay muchas cosas que deseaba decirte, pero no me daría tiempo a mencionar todo —dijo un poco triste—. Quisiera que me prometas una cosa, algún día, cuando sea más fuerte, debemos enfrentarnos —El suele evitar las peleas, pero por alguna razón sentía la necesidad de combatir y medirse con el Ishimura—. Además, no olvides lo que me dijiste en aquel arroyo. —Aquellas palabras tomaron un significado muy especial para él.
El jabato levantó la cabeza y miró fijamente a Tatsuya mientras este último escuchaba la respuesta del ninja de ojos grises.
—Te entiendo… El simple hecho de pasar por este pueblo terminó juntándonos y embarcandonos en una odisea digna de mención —aseguro con semblante orgulloso—. En cuanto a la pelea… Es una promesa, algún día tendremos un grandioso duelo y entonces podremos dejar que nuestras espadas hablen por nosotros y expresen aquello que es demasiado complejo como para ponerlo en palabras —colocó su mano en el hombro del pelinegro, pues era algo que él también esperaría con ansias—. Sobre lo del arroyo… Esa oferta siempre estará en pie, si algún día quieres partir en busca de aventuras y quieres que alguien te acompañe puedes contar conmigo.
El joven de cabellos blancos observó a su colega espadachín y noto que lucía un poco afligido. Kazuma no era el tipo de personas que se lamentara por las despedidas, pues su mente solía concentrarse únicamente en las cosas buenas de llegar a conocer a alguien. Además… Estaba seguro de que volvería a encontrarse con aquel chico solemne y un poco nervioso dueño de un corazón notablemente noble.
—Me atrevo a decir que quizás nos hemos hecho amigos sin darnos cuenta... —dijo sonriente y sereno—. Pero bueno, ha llegado la hora de que ambos sigamos nuestro camino.
—No, no es un quizás… —negó sonriente—. Es un definitivamente, nos hemos hecho amigos… Yo si me di cuenta de en qué momento ocurrió; Justo cuando arriesgamos la vida de uno por el otro y decidimos sobrevivir juntos.
Para Ishimura Kazuma no había nada que uniera más a dos personas que él enfrentar peligros y dificultades juntos y sobrevivir. En los momentos más críticos eran donde cada quien podía mostrar quien realmente era y dejar ver el potencial que determinaría lo que podía llegar a ser.
—Hasta pronto —Dijo luego de acariciar al pequeño jabalí y de chocar su puño contra el Takanashi—. Ambos cuídense y no olviden el seguir su propio camino.
Se alejó a paso apresurado, pues su país se encontraba muy lejos. En cierto instante cuando el sol ascendente difuminaba su figura en la distancia, recordó algo que siempre lo animaba y que quería compartir con el genin de Takigakure. Un simple gesto que encerraba dentro de si un profundo significado.
—¡Gambatte Kudasai, Tatsuya! —Gritó con ánimo mientras levantaba su espada envainada en señal de la fortaleza y los recuerdos que ahora ambos compartían.
Y así terminó aquel efímero pero importante momento de sus vidas que no solo ellos conservarán en sus corazones, sino que también perdurará en la memoria de aquellas personas a las cuales ayudaron. Nadie podría ya olvidar que, en aquel pueblo abandonado por los dioses, a un chico de melena blanca y a uno de cabellera negra que habían llegado desinteresadamente en su ayuda. Dos espadachines que enfrentaron los mayores peligros que aquel bosque podía ofrecer y que habían sobrevivido mientras conseguían socorrer a sus necesitados habitantes. Puede que ninguno de los jóvenes fueran conscientes del alcance de sus acciones, pero lo cierto es que, para bien, habían hecho la diferencia en aquel rincón de Ōnindo. ¿Cómo los recordarán? ¿Cómo contaran su historia? Era algo que no sabía, pero antes de pensar en miles de respuestas prefería el esperar la oportunidad de regresar y ser testigo de las huellas que habían dejado.