20/05/2016, 00:04
—No, no es un quizás… —negó sonriente—. Es un definitivamente, nos hemos hecho amigos… Yo si me di cuenta de en qué momento ocurrió; Justo cuando arriesgamos la vida de uno por el otro y decidimos sobrevivir juntos.
"Es verdad, luchamos juntos hombro con hombro, no sólo como ninjas, sino como verdaderos camaradas"
—Hasta pronto —Dijo luego de acariciar al pequeño jabalí y de chocar su puño contra el Takanashi—. Ambos cuídense y no olviden el seguir su propio camino.
-No lo olvidaré- Ahora más que nunca, Tatsuya había decidido buscar una meta propia. -Adiós, Kazuma-san-
Así el Ishimura partió alejándose en el brillo de la mañana. Nunca se imaginó que aquel shinobi se terminaría convirtiendo en un gran amigo a pesar de pertenecer a distintas naciones, pero las diferencias geográficas no fueron un obstáculo para aquellos jóvenes espadachines. No se trataba de si eran ninjas aliados, enemigos o neutrales, simplemente eran dos guerreros con una pasión en común que los había unido para luchar bajo duras circunstancias y salir adelante. A lo lejos, vió como el peliblanco se despedía por última vez antes de desaparecer en el horizonte
—¡Gambatte Kudasai, Tatsuya!— Gritó con ánimo mientras levantaba su espada envainada en señal de la fortaleza y los recuerdos que ahora ambos compartían.
El joven de Taki sintió como su pecho se llenaba de una gran emoción, aunque se entristecía un poco por el adiós la lágrima que saltó su ojo fue por pura alegría de haber encontrado a un gran amigo. En un momento de euforia el alzó también su espada correspondiendo el sentimiento del Ishimura.
Más pronto que tarde el Takanashi se puso en marcha para regresar a su amada Takigakure, llevando consigo la esperanza de una cura, muchas historias que contar, un nuevo miembro para la familia y ante todo, llevaba el recuerdo de un gran amigo que guardaría por siempre en su corazón. Este no es el final de una aventura, sino el inicio de una leyenda, una promesa que marcó un antes y un después en la vida de los dos. Cuentan que las personas son como las espadas, las acciones que realicen quedan grabadas en las memorias de las personas dejando un legado imborrable, y las batallas que libraron no serán olvidadas en aquel lugar donde una vez más la gente pudo volver a sonreir. Y así la silueta del shinobi de ojos dispares se desvaneció escondida entre las hojas de los árboles, mientras sus saltos lo llevaban de vuelta a su hogar.
"Esperaré ese día en el que finalmente nos enfrentaremos, Ishimura Kazuma"
"Es verdad, luchamos juntos hombro con hombro, no sólo como ninjas, sino como verdaderos camaradas"
—Hasta pronto —Dijo luego de acariciar al pequeño jabalí y de chocar su puño contra el Takanashi—. Ambos cuídense y no olviden el seguir su propio camino.
-No lo olvidaré- Ahora más que nunca, Tatsuya había decidido buscar una meta propia. -Adiós, Kazuma-san-
Así el Ishimura partió alejándose en el brillo de la mañana. Nunca se imaginó que aquel shinobi se terminaría convirtiendo en un gran amigo a pesar de pertenecer a distintas naciones, pero las diferencias geográficas no fueron un obstáculo para aquellos jóvenes espadachines. No se trataba de si eran ninjas aliados, enemigos o neutrales, simplemente eran dos guerreros con una pasión en común que los había unido para luchar bajo duras circunstancias y salir adelante. A lo lejos, vió como el peliblanco se despedía por última vez antes de desaparecer en el horizonte
—¡Gambatte Kudasai, Tatsuya!— Gritó con ánimo mientras levantaba su espada envainada en señal de la fortaleza y los recuerdos que ahora ambos compartían.
El joven de Taki sintió como su pecho se llenaba de una gran emoción, aunque se entristecía un poco por el adiós la lágrima que saltó su ojo fue por pura alegría de haber encontrado a un gran amigo. En un momento de euforia el alzó también su espada correspondiendo el sentimiento del Ishimura.
Más pronto que tarde el Takanashi se puso en marcha para regresar a su amada Takigakure, llevando consigo la esperanza de una cura, muchas historias que contar, un nuevo miembro para la familia y ante todo, llevaba el recuerdo de un gran amigo que guardaría por siempre en su corazón. Este no es el final de una aventura, sino el inicio de una leyenda, una promesa que marcó un antes y un después en la vida de los dos. Cuentan que las personas son como las espadas, las acciones que realicen quedan grabadas en las memorias de las personas dejando un legado imborrable, y las batallas que libraron no serán olvidadas en aquel lugar donde una vez más la gente pudo volver a sonreir. Y así la silueta del shinobi de ojos dispares se desvaneció escondida entre las hojas de los árboles, mientras sus saltos lo llevaban de vuelta a su hogar.
"Esperaré ese día en el que finalmente nos enfrentaremos, Ishimura Kazuma"