21/05/2016, 19:22
Los jóvenes se fueron poco a poco adentrando el aquel tétrico bosque de árboles secos, avanzando todo lo rápido que les permitía el enfangado camino. Mitsuki notaba como sus pies se hundían en el lodazal, casi como si este quisiese atraparla.
El chico de los ojos dispares, que la había adelantado hacia unos instantes, volteó la cabeza un instante para lanzar la pregunta que la Hyuga llevaba haciéndose a sí misma desde que había salido disparada en aquella búsqueda.
—Cuando lleguemos allí pensaremos en algo, no podemos perder tiempo— respondío la peliblanca con la voz un poco entrecortada por el esfuerzo de correr a su máxima velocidad. Lo cierto es que no tenía ni la más remota idea de que haría para encontrar a la chica, quizás lo más inteligente sería dejar que el youkai les encontrase a ellos... o tal vez no. Fuese como fuese, no lo sabría hasta que no llegasen allí.
Siguieron avanzando a toda la velocidad que sus piernas y el terreno les permitían hasta llegar a la orilla del lago. Una capa de niebla que llegaba hasta la altura de las rodillas cubría todo alrededor del lago, casi no parecía el mismo lugar junto al cual había caminado aquella mañana.
Mitsuki se detuvo justo al llegar al borde del agua, estaba exhausta por la carrera. No pudo evitar jadear un poco y doblarse hasta apoyar sus manos sobre sus rodillas tratando de recuperar el aliento. La peliblanca no había corrido tanto ni tan rápido en toda su vida y eso se notaba. Tatsuya parecío darse cuenta de que la joven necesitaba un respiro.
—No te preocupes, estoy bien— mintió mientras recuperaba la verticalidad y avanzaba hacia la orilla para colocar el primer pie sobre el agua —Puedo seguir, no debemos separarnos— las aguas parecían tranquilas bajo sus pies, pero aquella espesa niebla la ponía bastante nerviosa —Tenemos que encontrarla cueste lo que cueste— dijo más para sí que para su compañero, necesitó aquellas palabras para autoconverserse de que debía de adentrarse en aquel lugar, en dirección a aquella isla que casi se difuminaba tras la niebla. No sabía que se encontraría allí, el miedo la atenazaba como nunca antes lo había hecho... pero si se echaba atrás, si huía de aquel lugar... una niña moriría.
Respiero hondo y comenzó a correr sobre el agua en dirección a lo desconocido
El chico de los ojos dispares, que la había adelantado hacia unos instantes, volteó la cabeza un instante para lanzar la pregunta que la Hyuga llevaba haciéndose a sí misma desde que había salido disparada en aquella búsqueda.
—Cuando lleguemos allí pensaremos en algo, no podemos perder tiempo— respondío la peliblanca con la voz un poco entrecortada por el esfuerzo de correr a su máxima velocidad. Lo cierto es que no tenía ni la más remota idea de que haría para encontrar a la chica, quizás lo más inteligente sería dejar que el youkai les encontrase a ellos... o tal vez no. Fuese como fuese, no lo sabría hasta que no llegasen allí.
Siguieron avanzando a toda la velocidad que sus piernas y el terreno les permitían hasta llegar a la orilla del lago. Una capa de niebla que llegaba hasta la altura de las rodillas cubría todo alrededor del lago, casi no parecía el mismo lugar junto al cual había caminado aquella mañana.
Mitsuki se detuvo justo al llegar al borde del agua, estaba exhausta por la carrera. No pudo evitar jadear un poco y doblarse hasta apoyar sus manos sobre sus rodillas tratando de recuperar el aliento. La peliblanca no había corrido tanto ni tan rápido en toda su vida y eso se notaba. Tatsuya parecío darse cuenta de que la joven necesitaba un respiro.
—No te preocupes, estoy bien— mintió mientras recuperaba la verticalidad y avanzaba hacia la orilla para colocar el primer pie sobre el agua —Puedo seguir, no debemos separarnos— las aguas parecían tranquilas bajo sus pies, pero aquella espesa niebla la ponía bastante nerviosa —Tenemos que encontrarla cueste lo que cueste— dijo más para sí que para su compañero, necesitó aquellas palabras para autoconverserse de que debía de adentrarse en aquel lugar, en dirección a aquella isla que casi se difuminaba tras la niebla. No sabía que se encontraría allí, el miedo la atenazaba como nunca antes lo había hecho... pero si se echaba atrás, si huía de aquel lugar... una niña moriría.
Respiero hondo y comenzó a correr sobre el agua en dirección a lo desconocido