21/05/2016, 23:16
Poco a poco se iban adentrando en aquella densa niebla que parecía no querer dejarlos ver, acompañados por un frío inusitado... diferente. No era el típico frío del invierno, era un frío que helaba el alma y atravesaba los huesos de una manera que jamás había sentido.
"¿Qué esta pasando? ¿Es obra de ese youkai?" aquel interrogante hizo que el siguiente paso que iba a dar se le fuese un poco y terminase metiendo la pierna en el agua hasta el tobillo, por suerte pudo rehacerse y la cosa no fue a mayores. Sin embargo, al sacar la pierna del agua notó que esta no era exactamente como debía ser. Era algo viscosa, aún más viscosa que el barro que habían atravesado anteriormente "Esto no es normal..." como iba a serlo, se estaba aproximando a una isla en la que se suponía que debía de encontrarse con un maldito youkai, un fantasma enfurecido y consumido por sus ansias de venganza, que le extrañaba.
La voz de su compañero la hizo centrarse de nuevo, no era momento para dudar aunque Tatsuya parecía estar haciéndolo también. El chico, al igual que la joven, parecía sentirse más cansado de lo que debiera y la causa parecía ser aquella convinación de niebla y agua de extraña densidad. La joven tuvo que hacer un esfuerzo para encontrar con la mirada la espalda del de ojos dispares. Apenas les separaban un par de metros y casi que no podía verle correctamente
—Si...— respondío la chica tratando de mantenerse en el camino, como bien añadío el pelinegro: ya no había vuelta atrás, no ha esa altura... no tan cerca.
De repente, aquel tenebroso silencio se vio alterado por los llantos de una niña. Mitsuki levantó la mirada esperanzada por tener una referencia del lugar de procedencia, pero este sonido parecía provenir de todas partes y además acompañado por un siniestro tintinear de campanillas.
—¿De donde proviene?— preguntó la joven bajando un poco la voz, algo le decía que fuese lo que fuese que había allí no era nada amigable.
Se llevó la mano hasta hasta su frente pare secar el sudor helado que comenzaba a incomodarla, respiró hondo y siguió caminando lentamente. Debían de llegar hasta la isla, el agua no era un buen lugar para aquellos dos shinobis.
—Avanzemos con cuidado, Tatsuya. Tengo la sensación de que nos están observando— confesó la Hyuga que sentía la sensción de que no estaban solos en aquel lugar
"¿Qué esta pasando? ¿Es obra de ese youkai?" aquel interrogante hizo que el siguiente paso que iba a dar se le fuese un poco y terminase metiendo la pierna en el agua hasta el tobillo, por suerte pudo rehacerse y la cosa no fue a mayores. Sin embargo, al sacar la pierna del agua notó que esta no era exactamente como debía ser. Era algo viscosa, aún más viscosa que el barro que habían atravesado anteriormente "Esto no es normal..." como iba a serlo, se estaba aproximando a una isla en la que se suponía que debía de encontrarse con un maldito youkai, un fantasma enfurecido y consumido por sus ansias de venganza, que le extrañaba.
La voz de su compañero la hizo centrarse de nuevo, no era momento para dudar aunque Tatsuya parecía estar haciéndolo también. El chico, al igual que la joven, parecía sentirse más cansado de lo que debiera y la causa parecía ser aquella convinación de niebla y agua de extraña densidad. La joven tuvo que hacer un esfuerzo para encontrar con la mirada la espalda del de ojos dispares. Apenas les separaban un par de metros y casi que no podía verle correctamente
—Si...— respondío la chica tratando de mantenerse en el camino, como bien añadío el pelinegro: ya no había vuelta atrás, no ha esa altura... no tan cerca.
De repente, aquel tenebroso silencio se vio alterado por los llantos de una niña. Mitsuki levantó la mirada esperanzada por tener una referencia del lugar de procedencia, pero este sonido parecía provenir de todas partes y además acompañado por un siniestro tintinear de campanillas.
—¿De donde proviene?— preguntó la joven bajando un poco la voz, algo le decía que fuese lo que fuese que había allí no era nada amigable.
Se llevó la mano hasta hasta su frente pare secar el sudor helado que comenzaba a incomodarla, respiró hondo y siguió caminando lentamente. Debían de llegar hasta la isla, el agua no era un buen lugar para aquellos dos shinobis.
—Avanzemos con cuidado, Tatsuya. Tengo la sensación de que nos están observando— confesó la Hyuga que sentía la sensción de que no estaban solos en aquel lugar