26/05/2016, 21:16
—Niño insolente.
Ya estamos con lo de niño. Por un momento, se planteó activar el segundo sello explosivo justo cuando Tatsuya estaba caminando al lado de él. Por un momento, hasta visualizó sus manos formando el sello de la serpiente y borrándole aquella palabra de la boca. Pero se contuvo.
Lo necesitaba para la misión.
Se quitó las púas del pantalón y las sandalias, mientras el shinobi seguía hablándole, sin prestarle demasiada atención. No hasta que llegó a la parte divertida. No hasta que le amenazó con chivarse a Yubiwa.
Soltó una carcajada en el acto.
—Vaya, así que eres de esos —dijo, seco, para luego dar una voltereta hacia atrás en el suelo y ponerse en pie de un salto. Acto seguido, empezó a tirar del hilo que mantenía sujeto en la mano para recuperar el kunai, que había caído en plena mina de makibishis—. Haz lo que quieras —terminó añadiendo.
Cuando al fin el kunai llegó a sus pies, se agachó y le desató el hilo, limpiando los restos de sangre de Tatsuya con unas hojas y volviéndolo a colocarlo en su mecanismo. Luego se levantó y miró a Tatsuya.
—Pero… ¿qué le dirás? —preguntó de forma retórica—. ¿Le dirás que nada más conocernos, y mientras yo llevaba al osezno de vuelta a casa cumpliendo con mi obligación, me atacaste por la espalda y sin motivo alguno, por ejemplo? —preguntó, sarcástico. Entonces se llevó un dedo a los labios—. Oh... No, no. Espera —añadió, levantando el dedo como si se le hubiese ocurrido otra cosa—. Le contarás que, cuando yo te reté al combate y te pregunté si habías aceptado, me respondiste que no querías pelear... ¡¿Para justo después atacarme a traición?! ¿Eso le dirás? ¿Qué me cegaste con un destello y que me lanzaste un shuriken al pecho cuando segundos antes dijiste lo contrario?
Datsue levantó los brazos en perpendicular y puso las palmas hacia arriba, mientras esbozaba una mueca en un claro gesto de perplejidad.
—De hecho —continuó—. Llevas todo el día haciendo lo mismo. Me dices una cosa —Datsue extendió una mano—, luego haces otra —Extendió la otra mano—. Dijiste que no querías empezar la pelea, pero fuiste tú quien me atacó primero. ¡Dos veces, además! ¡En la cabeza por la espalda y luego con el shuriken! —le acusó—. Me pides que te ataque con todo —dijo, repitiendo el proceso de extender una mano—, ¡y luego lloras por haberlo hecho! —gritó, extendiendo la otra.
El Uchiha dio media vuelta, resoplando, y caminó hasta encontrar en el suelo el shuriken que le había lanzado minutos atrás. Lo devolvió a su lugar de origen, mientras el color de la sangre se desvanecía de sus ojos y buscaba de nuevo con la mirada a Tatsuya.
—Pero, ¿oh? ¿Todavía te preguntas por qué me enfadé contigo? —preguntó, en tono irónico—. ¿En serio?
Ya estamos con lo de niño. Por un momento, se planteó activar el segundo sello explosivo justo cuando Tatsuya estaba caminando al lado de él. Por un momento, hasta visualizó sus manos formando el sello de la serpiente y borrándole aquella palabra de la boca. Pero se contuvo.
Lo necesitaba para la misión.
Se quitó las púas del pantalón y las sandalias, mientras el shinobi seguía hablándole, sin prestarle demasiada atención. No hasta que llegó a la parte divertida. No hasta que le amenazó con chivarse a Yubiwa.
Soltó una carcajada en el acto.
—Vaya, así que eres de esos —dijo, seco, para luego dar una voltereta hacia atrás en el suelo y ponerse en pie de un salto. Acto seguido, empezó a tirar del hilo que mantenía sujeto en la mano para recuperar el kunai, que había caído en plena mina de makibishis—. Haz lo que quieras —terminó añadiendo.
Cuando al fin el kunai llegó a sus pies, se agachó y le desató el hilo, limpiando los restos de sangre de Tatsuya con unas hojas y volviéndolo a colocarlo en su mecanismo. Luego se levantó y miró a Tatsuya.
—Pero… ¿qué le dirás? —preguntó de forma retórica—. ¿Le dirás que nada más conocernos, y mientras yo llevaba al osezno de vuelta a casa cumpliendo con mi obligación, me atacaste por la espalda y sin motivo alguno, por ejemplo? —preguntó, sarcástico. Entonces se llevó un dedo a los labios—. Oh... No, no. Espera —añadió, levantando el dedo como si se le hubiese ocurrido otra cosa—. Le contarás que, cuando yo te reté al combate y te pregunté si habías aceptado, me respondiste que no querías pelear... ¡¿Para justo después atacarme a traición?! ¿Eso le dirás? ¿Qué me cegaste con un destello y que me lanzaste un shuriken al pecho cuando segundos antes dijiste lo contrario?
Datsue levantó los brazos en perpendicular y puso las palmas hacia arriba, mientras esbozaba una mueca en un claro gesto de perplejidad.
—De hecho —continuó—. Llevas todo el día haciendo lo mismo. Me dices una cosa —Datsue extendió una mano—, luego haces otra —Extendió la otra mano—. Dijiste que no querías empezar la pelea, pero fuiste tú quien me atacó primero. ¡Dos veces, además! ¡En la cabeza por la espalda y luego con el shuriken! —le acusó—. Me pides que te ataque con todo —dijo, repitiendo el proceso de extender una mano—, ¡y luego lloras por haberlo hecho! —gritó, extendiendo la otra.
El Uchiha dio media vuelta, resoplando, y caminó hasta encontrar en el suelo el shuriken que le había lanzado minutos atrás. Lo devolvió a su lugar de origen, mientras el color de la sangre se desvanecía de sus ojos y buscaba de nuevo con la mirada a Tatsuya.
—Pero, ¿oh? ¿Todavía te preguntas por qué me enfadé contigo? —preguntó, en tono irónico—. ¿En serio?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado