27/05/2016, 04:13
El muchacho rápidamente corrió a ayudarlos, era un joven moreno de cabellos marrones, con una complexión un tanto mayor a la de Tatsuya. Se echó el otro brazo del Takanashi al hombro para así ayudar a Datsue a cargarlo. Mientras caminaban el moreno observó al espadachín herido, confuso al respecto, miró a al Uchiha y varias ideas empezaron a surgir en su mente. El ayudante ahora miraba de reojo al chico del moño con unos ojos de desprecio aún mayores que la primera vez, además del rencor que sentía por la mala seña que le habia sacado previamente.
Al llegar al pueblo el joven indicaba con su cabeza hacía donde debían ir. Lo condujo hasta una casita tradicional, con varias macetas en el exterior, las plantas despedían olores variados y fuertes, en todo caso se trataban de hierbas medicinales. El muchacho entonces dejó que Datsue cargara sólo al Takanashi una vez más, mientras el corrió a la puerta y se puso a tocarla con vehemencia.
—¡Les he dicho mil veces que cierro a las cinco de la tarde!— Gritó un hombre desde el interior.
Pronto un anciano salió a su encuentro, tenía una barba que le llegaba hasta abajo de las rodillas, portaba un gorro negro, anteojos enormes y una bata larga de color verdoso. A decir verdad parecía más un brujo que un doctor.
—Oh, Hidetaka, esperen ¿Que pasa aquí?— Preguntó alarmado.
El muchacho entonces realizó varias señas, y el anciano se limitó a asentir mientras lo hacía.
—Ya veo, traíganlo adentro—
El moreno entonces iría una vez más a ayudar al portador del sharingan. El interior contrastaba mucho con el exterior, ya que por dentro era una clínica con todas las de la ley, limpia y ordenada en su totalidad.
—Hidetaka, tráelo— Volteó a ver entonces al muchacho del yukata —Tú espera aquí un rato—
El muchacho entonces miraria al Uchiha indicando que él llevaría el peso solo, así entrarían a una habitación y tardarían aproximadamente una hora en salir. El lugar estaba provisto de bancas y una mesita de bambú donde había revistas de pandas, ni siquiera aquel lugar se salvaba de promocionar a los osos sagrados. Aquellas criaturas significaban mucho para los habitantes de Kuroshiro, era un total desastre que hubieran desaparecido algunos de ellos.
Cuando por fin salieron el doctor estaba limpiándose las manos con un trapo, y el muchacho moreno dirigió una mirada acusadora al Uchiha.
—Bueno, bueno— Dijo el médico ajustándose los anteojos —Al parecer el chico estaba muy agotado, aparentemente no había comido ni dormido en mucho tiempo— Se dirigió a uno de los bancos y se sentó. —Por otro lado, tiene una quemadura de tercer grado en la espalda, aunque tiene suerte de que no es muy extensa. Mis medicamentos harán que ni siquiera le quede cicatriz.— Miró entonces al Uchiha —¿Y bien? ¿cómo paso?— Enarcó una ceja —Se lo tuvo que hacer de algún modo—
Al llegar al pueblo el joven indicaba con su cabeza hacía donde debían ir. Lo condujo hasta una casita tradicional, con varias macetas en el exterior, las plantas despedían olores variados y fuertes, en todo caso se trataban de hierbas medicinales. El muchacho entonces dejó que Datsue cargara sólo al Takanashi una vez más, mientras el corrió a la puerta y se puso a tocarla con vehemencia.
—¡Les he dicho mil veces que cierro a las cinco de la tarde!— Gritó un hombre desde el interior.
Pronto un anciano salió a su encuentro, tenía una barba que le llegaba hasta abajo de las rodillas, portaba un gorro negro, anteojos enormes y una bata larga de color verdoso. A decir verdad parecía más un brujo que un doctor.
—Oh, Hidetaka, esperen ¿Que pasa aquí?— Preguntó alarmado.
El muchacho entonces realizó varias señas, y el anciano se limitó a asentir mientras lo hacía.
—Ya veo, traíganlo adentro—
El moreno entonces iría una vez más a ayudar al portador del sharingan. El interior contrastaba mucho con el exterior, ya que por dentro era una clínica con todas las de la ley, limpia y ordenada en su totalidad.
—Hidetaka, tráelo— Volteó a ver entonces al muchacho del yukata —Tú espera aquí un rato—
El muchacho entonces miraria al Uchiha indicando que él llevaría el peso solo, así entrarían a una habitación y tardarían aproximadamente una hora en salir. El lugar estaba provisto de bancas y una mesita de bambú donde había revistas de pandas, ni siquiera aquel lugar se salvaba de promocionar a los osos sagrados. Aquellas criaturas significaban mucho para los habitantes de Kuroshiro, era un total desastre que hubieran desaparecido algunos de ellos.
Cuando por fin salieron el doctor estaba limpiándose las manos con un trapo, y el muchacho moreno dirigió una mirada acusadora al Uchiha.
—Bueno, bueno— Dijo el médico ajustándose los anteojos —Al parecer el chico estaba muy agotado, aparentemente no había comido ni dormido en mucho tiempo— Se dirigió a uno de los bancos y se sentó. —Por otro lado, tiene una quemadura de tercer grado en la espalda, aunque tiene suerte de que no es muy extensa. Mis medicamentos harán que ni siquiera le quede cicatriz.— Miró entonces al Uchiha —¿Y bien? ¿cómo paso?— Enarcó una ceja —Se lo tuvo que hacer de algún modo—