27/05/2016, 18:59
La joven dejó escapar un largo suspiró tras las palabras de su compañero, al parecer no tenía muchos argumentos para defender su teoría y lo único que había hecho era ponerla aún más nerviosa.
Mitsuki no pudo evitar llevarse su mano derecha en dirección hacia su cabeza, pasándola entre sus cabellos para revolver un poco su melena tratando de alejar todos los pensamientos que se le habían venido de golpe.
—Si, será lo mejor— convino la joven
Ambos shinobis comenzaron a adentrarse con sumo cuidado en aquel extraño túnel vegetal, de nuevo se adentraban en la más negra oscuridad. Rodeados por paredes de enredaderas y ramas, con tan sólo dos direcciones en las que poder avanzar. Aquella era la típica situación en la que el manual del buen shinobi indicaría que era un trampa con todas las letras, en mayúscula y de neón... Mitsuki lo sabía, su compañero estaba seguro de que también, pero lo que también sabían es que era la única manera de salvar a aquella niña. Quizás no fuesen los más fuertes y listos, pero tampoco eran unos cobardes que ante la primera dificultad se hubiesen echado atrás. De hecho, si fuesen de los que se retirarían ya la hubiesen hecho hace mucho.
Ahora no había vuelta atrás, tan sólo podían avanzar por aquella oscuridad. Sintiendo como las ramas secas que forraban el suelo de túnel se quebraban a cada paso, rompiendo el duro silencio, sin darles una oportunidad de ocultar su posición. Fuese quién fuese el que esperaba tras el último recodo del túnel, debía de haberlo preparado todo para evitar ser cogido por sorpresa.
La Hyuga no estaba segura de si era eso una mala o buena noticia, al menos podía estar segura de que si alguien se tomaba las molestias de preparar todo aquello no debía de ser del más allá ¿Para qué diablos iba a necesitar un fantasma todo aquel entramado? Por una parte bien, estaba segura de que era algo de este mundo lo que la aguardaba... pero aquello lanzaba aún más interrogantes.
La sacudida de unos de los laterales de la cueva sacó de golpe a la joven de sus tribulaciones, a lo que ayudo el grito de su compañero que parecía aún más nervioso que antes. No es que la Hyuga no lo estuviese, pero era de forma diferentes. Tatsuya parecía haberse perdido en la espiral sobrenatural y ella temía más por lo humano en aquel momento.
—Cálmate Tatsuya— dijo la joven mientras alargaba su mano apoyándola en el hombro del muchacho que tenía justo delante de ella, el chico había golpeado la pared de puro nervio —Sea quién sea, o lo que sea que haya allí delante... lleva intentado ponernos nerviosos todo el camino. No dejes que lo consiga— retiró la mano del hombro del muchacho y se adelantó unos pasos por delante, siguiendo el recorrido que marcaba el denso follaje —Ya queda menos... salvaremos a esa niña— dijo para tratar de subir los ánimos
A pesar de sus palabras, la joven ahora estaba aún más nerviosa que antes. Era inevitable, nunca antes se había visto en una situación de ese tipo. No sabía que se encontraría allí delante, solo sabía que no era nada o nadie con buenas intenciones. Trataba de ahogar a una niña inocente y estaba segura de que si los atrapaba a ellos correrían la misma suerte, y por ahora iban camino de su perdición siguiendo una ruta que trazaron para ellos. Algo le decía que aquello no podía acabar bien. Para colmo, el frío de la noche se intensificaba conforme se iban adentrando en la madrugada, ella aunque acostumbrada a climas más fríos, no pudo evitar cruzarse de brazos para tratar de retener un poco el calor mientras avanzaba. La humedad había calado en sus ropas y empezaba a calar sus huesos.
Mitsuki no pudo evitar llevarse su mano derecha en dirección hacia su cabeza, pasándola entre sus cabellos para revolver un poco su melena tratando de alejar todos los pensamientos que se le habían venido de golpe.
—Si, será lo mejor— convino la joven
Ambos shinobis comenzaron a adentrarse con sumo cuidado en aquel extraño túnel vegetal, de nuevo se adentraban en la más negra oscuridad. Rodeados por paredes de enredaderas y ramas, con tan sólo dos direcciones en las que poder avanzar. Aquella era la típica situación en la que el manual del buen shinobi indicaría que era un trampa con todas las letras, en mayúscula y de neón... Mitsuki lo sabía, su compañero estaba seguro de que también, pero lo que también sabían es que era la única manera de salvar a aquella niña. Quizás no fuesen los más fuertes y listos, pero tampoco eran unos cobardes que ante la primera dificultad se hubiesen echado atrás. De hecho, si fuesen de los que se retirarían ya la hubiesen hecho hace mucho.
Ahora no había vuelta atrás, tan sólo podían avanzar por aquella oscuridad. Sintiendo como las ramas secas que forraban el suelo de túnel se quebraban a cada paso, rompiendo el duro silencio, sin darles una oportunidad de ocultar su posición. Fuese quién fuese el que esperaba tras el último recodo del túnel, debía de haberlo preparado todo para evitar ser cogido por sorpresa.
La Hyuga no estaba segura de si era eso una mala o buena noticia, al menos podía estar segura de que si alguien se tomaba las molestias de preparar todo aquello no debía de ser del más allá ¿Para qué diablos iba a necesitar un fantasma todo aquel entramado? Por una parte bien, estaba segura de que era algo de este mundo lo que la aguardaba... pero aquello lanzaba aún más interrogantes.
La sacudida de unos de los laterales de la cueva sacó de golpe a la joven de sus tribulaciones, a lo que ayudo el grito de su compañero que parecía aún más nervioso que antes. No es que la Hyuga no lo estuviese, pero era de forma diferentes. Tatsuya parecía haberse perdido en la espiral sobrenatural y ella temía más por lo humano en aquel momento.
—Cálmate Tatsuya— dijo la joven mientras alargaba su mano apoyándola en el hombro del muchacho que tenía justo delante de ella, el chico había golpeado la pared de puro nervio —Sea quién sea, o lo que sea que haya allí delante... lleva intentado ponernos nerviosos todo el camino. No dejes que lo consiga— retiró la mano del hombro del muchacho y se adelantó unos pasos por delante, siguiendo el recorrido que marcaba el denso follaje —Ya queda menos... salvaremos a esa niña— dijo para tratar de subir los ánimos
A pesar de sus palabras, la joven ahora estaba aún más nerviosa que antes. Era inevitable, nunca antes se había visto en una situación de ese tipo. No sabía que se encontraría allí delante, solo sabía que no era nada o nadie con buenas intenciones. Trataba de ahogar a una niña inocente y estaba segura de que si los atrapaba a ellos correrían la misma suerte, y por ahora iban camino de su perdición siguiendo una ruta que trazaron para ellos. Algo le decía que aquello no podía acabar bien. Para colmo, el frío de la noche se intensificaba conforme se iban adentrando en la madrugada, ella aunque acostumbrada a climas más fríos, no pudo evitar cruzarse de brazos para tratar de retener un poco el calor mientras avanzaba. La humedad había calado en sus ropas y empezaba a calar sus huesos.