27/05/2016, 21:09
Tatsuya pudo sentir como la Hyuga posaba su suave y delicada mano sobre su hombro, transmitiéndole una sensación que le puso el corazón a mil por hora, volteó a verla cómo si una fuerza sobrenatural le hubiera obligado a hacerlo. La kunoichi trato de consolarlo y anirmarlo, ahora concordaba un poco más con ella. La verdad, es que parecía que algo o alguien los había estado guíando a través del camino, era extraño, pero sentia como si estuvieran jugando con ellos. Ella lo soltó y decidió seguirla, un tanto más tranquilo.
—Gracias Mitsuki-chan— Respondió.
Siguieron el entramado durante algunos minutos más, pronto la oscuridad al final del camino parecía ir mermando, pero antes de llegar ahí una voz lejana parecía cantar, se podría decir que era la de una niña pequeña. No importaba si seguían caminando o sí se frenaban, la escucharían a la misma distancia.
La canción frenó de repente, sólo para dar paso una vez más al llanto y las campanillas, esta vez provenientes del final del túnel. Tatsuya estaba hasta las narices de esas cosas, las manos las tenía totalmente frías y su aliento se volvía vapor debido a la baja temparatura. Volteó a ver a Mitsuki bastante nervioso, pero se armó de valor para hablarle.
—Estamos cerca, estoy seguro— Algo se lo decía, todo iba en aumento y eso sólo significaba estaban a punto de llegar a su destino.
Con paso firme, bueno, ni tanto, que le temblaban las canillas, siguió caminando recto los pocos metros que faltaban. Parecía que al final habia algo de luz, quizás era luz de luna. El Takanashi entonces aceleró el paso para llegar al fondo y mientras lo hacía el llanto y las campanillas desaparecieron de nuevo.
En aquel claro las sombras estaban dispuestas de manera tétrica, las gotas que quedaron después de la lluvia caían con suavidad entre las hojas y arbustos. En el centro había un roble anciano, grande e imponente. Pero algo desencajaba en aquel sitio, recostada en el árbol, había una muñeca de no más de 90 centímetros vestida con un kimono rojo, además su cabeza parecía ser mucho mas grande de lo que debería, sin mencionar que estaba cubierta con una máscara de zorro.
—¿Pero que signica esto?— No se esperaba para nada encontrar ese objeto.
—Gracias Mitsuki-chan— Respondió.
Siguieron el entramado durante algunos minutos más, pronto la oscuridad al final del camino parecía ir mermando, pero antes de llegar ahí una voz lejana parecía cantar, se podría decir que era la de una niña pequeña. No importaba si seguían caminando o sí se frenaban, la escucharían a la misma distancia.
...Choukoereba touji michi
Kujou ouji de todomesasu
Maru take ebisu ni oshi oike
Ane san rokkaku taku nishiki
Shi aya bu taka matsu man gojou...
Kujou ouji de todomesasu
Maru take ebisu ni oshi oike
Ane san rokkaku taku nishiki
Shi aya bu taka matsu man gojou...
La canción frenó de repente, sólo para dar paso una vez más al llanto y las campanillas, esta vez provenientes del final del túnel. Tatsuya estaba hasta las narices de esas cosas, las manos las tenía totalmente frías y su aliento se volvía vapor debido a la baja temparatura. Volteó a ver a Mitsuki bastante nervioso, pero se armó de valor para hablarle.
—Estamos cerca, estoy seguro— Algo se lo decía, todo iba en aumento y eso sólo significaba estaban a punto de llegar a su destino.
Con paso firme, bueno, ni tanto, que le temblaban las canillas, siguió caminando recto los pocos metros que faltaban. Parecía que al final habia algo de luz, quizás era luz de luna. El Takanashi entonces aceleró el paso para llegar al fondo y mientras lo hacía el llanto y las campanillas desaparecieron de nuevo.
En aquel claro las sombras estaban dispuestas de manera tétrica, las gotas que quedaron después de la lluvia caían con suavidad entre las hojas y arbustos. En el centro había un roble anciano, grande e imponente. Pero algo desencajaba en aquel sitio, recostada en el árbol, había una muñeca de no más de 90 centímetros vestida con un kimono rojo, además su cabeza parecía ser mucho mas grande de lo que debería, sin mencionar que estaba cubierta con una máscara de zorro.
—¿Pero que signica esto?— No se esperaba para nada encontrar ese objeto.