29/05/2016, 19:58
Aquel enorme árbol comenzaba a hacersele casi infinito, sin lugar a dudas sus dimensiones debían ser muy similares a las del gran cerezo blanco de Kusabi y eso ya era decir mucho árbol... demasiado sin lugar a dudas.
En mitad del ascenso, Tatsuya rompío el silencio.
—Mitsuki-chan, antes de venir aquí yo creía saber que era justo y que no. Pero, aunque la niña no tenga la culpa de lo que está pasando, lo cierto es que me da rabia lo que hizo la gente del pueblo—
Mitsuki entendía muy bien lo que quería decir su compañero, lo que aquella gente había hecho fue sin lugar a dudas horrible. Estaba segura de que la mayoría de las personas estarían de acuerdo en que todo lo que les sucediese a esos aldeanos sería muy poco comparado con lo que se merecerían... incluso ella estaba de acuerdo en cierta forma con aquella afirmación.
—Es cierto que lo que hicieron fue horrible... pero ningún crimen se puede justificar con otro— respondío la joven mientras le dedicaba una fugaz mirada a su compañero de carrera —y menos aún si los que terminan pagando con sus vidas son inocentes, como esos niños que ni siquiera habían nacido cuando asesinaron a esa pobre niña— devolvió la mirada al frente —Creo que hay muchas formas de justicia, pero no creo que esto sea una de ellas... no es diferente de lo que hicieron esos aldeanos hace cincuenta años— sentenció la de Kusabi con tristeza
Apenas acaba de terminar de hablar cuando volvieron a observar a esa extraña niña del kimono rojo de nuevo frente a ellos, Tasuya trató de detenerla pero no logró agarrarla. Se movía muy rápido y de manera extremadamente silenciosa, fuese lo que fuese... lo único seguro es que no era una niña común.
—¡Detente por favor!— suplicó la Hyuga mientras la seguía todo lo rápido que sus cansadas piernas le pemritían
En mitad del ascenso, Tatsuya rompío el silencio.
—Mitsuki-chan, antes de venir aquí yo creía saber que era justo y que no. Pero, aunque la niña no tenga la culpa de lo que está pasando, lo cierto es que me da rabia lo que hizo la gente del pueblo—
Mitsuki entendía muy bien lo que quería decir su compañero, lo que aquella gente había hecho fue sin lugar a dudas horrible. Estaba segura de que la mayoría de las personas estarían de acuerdo en que todo lo que les sucediese a esos aldeanos sería muy poco comparado con lo que se merecerían... incluso ella estaba de acuerdo en cierta forma con aquella afirmación.
—Es cierto que lo que hicieron fue horrible... pero ningún crimen se puede justificar con otro— respondío la joven mientras le dedicaba una fugaz mirada a su compañero de carrera —y menos aún si los que terminan pagando con sus vidas son inocentes, como esos niños que ni siquiera habían nacido cuando asesinaron a esa pobre niña— devolvió la mirada al frente —Creo que hay muchas formas de justicia, pero no creo que esto sea una de ellas... no es diferente de lo que hicieron esos aldeanos hace cincuenta años— sentenció la de Kusabi con tristeza
Apenas acaba de terminar de hablar cuando volvieron a observar a esa extraña niña del kimono rojo de nuevo frente a ellos, Tasuya trató de detenerla pero no logró agarrarla. Se movía muy rápido y de manera extremadamente silenciosa, fuese lo que fuese... lo único seguro es que no era una niña común.
—¡Detente por favor!— suplicó la Hyuga mientras la seguía todo lo rápido que sus cansadas piernas le pemritían