Cuando las ramas que sostenían el piso se abrieron el espadachín no pudo hscer mayor maniobra para evitsr caer, aunque si pudo ver a la de kimono rojo mientras caía, casi se podía imaginar una calavera sonriente bajo la máscara de zorro burlándose de ellos. Terminó cayendo de espaldas, impactando primero con una rama delgada que no soportó su peso y se partió en dos, provovando así que siguiera ssi trayecto para golpearse con la rama que estaba más abajo. Para su suerte esta última era más resistente y logró frenar su caída.
—¡Acá estoy!— Respondió adolorido cuando escuchó la voz de la Hyuga. —¡Sólo me golpeé un poco—
Había caído unos 5 metros más abajo de donde se encontraba la peliblanca, se encontraba algo lastimado, la madera no es muy buena para amortiguar una caída, pero peor hubiese sido irse directo al fondo. Trató de levantarse poco a poco, aunque el malestar en la espalda hacía que fuese una labor difícil. Esperaba que la kunoichi estuviera en mejor estado que él.
"Esa cosa maneja el árbol a su antojo y nosotros estamos parados justo en sus ramas"
Pelear contra ella era una locura, pero debían encontrar una manera de rescatar a la pequeña Yuka, la cual seguía llorando agónicamente mientras intentaba liberarse en vano. El supuesto espectro colgó las campanillas en una pequeña ramita, tras lo cual se dedicó a acariciar el rostro de la niña a la que había raptado. Sin embargo, lejos de consolarse la chiquilla empezó a gritar aún más fuerte.
—¡AYÚDENME!— Rogaba.
La del kimono rojo entonces volteó su vista hacía abajo, extendiendo su mano como si estuviera invitando a los dos shinobis a subir con ella. Claro está, aquel gesto lejos de ser amable parecía una burla luego de lo que les acababa de hacer.
—Venid a jugar— Dijo con tono inocente.
—¡Acá estoy!— Respondió adolorido cuando escuchó la voz de la Hyuga. —¡Sólo me golpeé un poco—
Había caído unos 5 metros más abajo de donde se encontraba la peliblanca, se encontraba algo lastimado, la madera no es muy buena para amortiguar una caída, pero peor hubiese sido irse directo al fondo. Trató de levantarse poco a poco, aunque el malestar en la espalda hacía que fuese una labor difícil. Esperaba que la kunoichi estuviera en mejor estado que él.
"Esa cosa maneja el árbol a su antojo y nosotros estamos parados justo en sus ramas"
Pelear contra ella era una locura, pero debían encontrar una manera de rescatar a la pequeña Yuka, la cual seguía llorando agónicamente mientras intentaba liberarse en vano. El supuesto espectro colgó las campanillas en una pequeña ramita, tras lo cual se dedicó a acariciar el rostro de la niña a la que había raptado. Sin embargo, lejos de consolarse la chiquilla empezó a gritar aún más fuerte.
—¡AYÚDENME!— Rogaba.
La del kimono rojo entonces volteó su vista hacía abajo, extendiendo su mano como si estuviera invitando a los dos shinobis a subir con ella. Claro está, aquel gesto lejos de ser amable parecía una burla luego de lo que les acababa de hacer.
—Venid a jugar— Dijo con tono inocente.