2/06/2016, 19:39
La del kimono rojo se llevó el dedo indice al mentón después de escuchar las palabras de la Hyuga, además ladeó la cabeza como si no entendiese la pregunta.
—¿Porqué?— Respondió con extrañeza —¿Justicia?— Ladeó entonces su cabeza al lado contrario.
La niña entonces apoyó sus manos en la rama, reclinándose un poco hacia atrás y empezó a mover sus piernas mientras cantaba de nuevo, esta vez mirando al techo de la cúpula, ignorando aparentemente a los dos shinbis y a la pequeña Yuka que lloraba y pedía ayuda a gritos. Parecía reflexionar, buscando con la mirada un cielo que era imposible de divisar.
—Maru take ebisu ni oshi oike, ane san rokkaku tako nishiki, shi aya bu taka...—
—¡Presta atención!— Le exigió el Takanashi a la portadora de la máscara de zorro. —¡Responde la pregunta!— Dijo alzando la voz.
—...Matsu man goujo, setta chara-chara uonotana...— Siguió cantando haciendo caso omiso a lo que le decían.
El espadachín apretó los dientes y los puños, le irritaba en gran medida que sus palabras cayeran en oídos sordos, bueno, nunca nadie lo escuchaba, pero era una situación crítica y por eso se enfurecía. Estaba claro que la cosa esa no iba a hablar, pero pelear no era prudente, aún así, en un momento de desesperación el Takanashi echó mano al portaobjetos y sacó tres shurikens, lanzándolas contra la figura que parecía estar distraída, teniendo cuidado claro de no darle a Yuka. Sin embargo la del kimono rojo simplemente saltó con una agilidad tan grande que ninguno de los dos shinobis la vería moverse.
—¿Dónde...?— No terminó de formular la pregunta cuando la vió posada en otra rama que estaba más atras.
El supuesto youkai extendió sus brazos y movió ambas manos con movimiento circular, tras lo cual las ramas en las que se encontraban parados la de Uzu y el de Taki se retorcieran en una espiral ascendente buscando enrrollarse sobre ellos, probablemente con la intención de atraparlos. El Takanashi saltó de ahí pero de poco le sirvió puesto que el resto de las ramas donde pretendía caer también se enroscaban buscando apresarlos.
"Maldición no hay a donde ir"
Intentó sacar su espada para cortar la rama, pero esta se atascó en la madera. Al final la rama terminó rodeando el tobillo del genin de la cascada, sacándolo de balance y provocando que cayera en el acto. Aunque fue la misma enredadera la que evitó que cayera al vacio, dejándolo colgado de cabeza. En medio de esa situación al sentirse desprotegido sin su arma trató de alcanzar el sitio donde se había atorado, infructuosamente.
—¿Porqué?— Respondió con extrañeza —¿Justicia?— Ladeó entonces su cabeza al lado contrario.
La niña entonces apoyó sus manos en la rama, reclinándose un poco hacia atrás y empezó a mover sus piernas mientras cantaba de nuevo, esta vez mirando al techo de la cúpula, ignorando aparentemente a los dos shinbis y a la pequeña Yuka que lloraba y pedía ayuda a gritos. Parecía reflexionar, buscando con la mirada un cielo que era imposible de divisar.
—Maru take ebisu ni oshi oike, ane san rokkaku tako nishiki, shi aya bu taka...—
—¡Presta atención!— Le exigió el Takanashi a la portadora de la máscara de zorro. —¡Responde la pregunta!— Dijo alzando la voz.
—...Matsu man goujo, setta chara-chara uonotana...— Siguió cantando haciendo caso omiso a lo que le decían.
El espadachín apretó los dientes y los puños, le irritaba en gran medida que sus palabras cayeran en oídos sordos, bueno, nunca nadie lo escuchaba, pero era una situación crítica y por eso se enfurecía. Estaba claro que la cosa esa no iba a hablar, pero pelear no era prudente, aún así, en un momento de desesperación el Takanashi echó mano al portaobjetos y sacó tres shurikens, lanzándolas contra la figura que parecía estar distraída, teniendo cuidado claro de no darle a Yuka. Sin embargo la del kimono rojo simplemente saltó con una agilidad tan grande que ninguno de los dos shinobis la vería moverse.
—¿Dónde...?— No terminó de formular la pregunta cuando la vió posada en otra rama que estaba más atras.
El supuesto youkai extendió sus brazos y movió ambas manos con movimiento circular, tras lo cual las ramas en las que se encontraban parados la de Uzu y el de Taki se retorcieran en una espiral ascendente buscando enrrollarse sobre ellos, probablemente con la intención de atraparlos. El Takanashi saltó de ahí pero de poco le sirvió puesto que el resto de las ramas donde pretendía caer también se enroscaban buscando apresarlos.
"Maldición no hay a donde ir"
Intentó sacar su espada para cortar la rama, pero esta se atascó en la madera. Al final la rama terminó rodeando el tobillo del genin de la cascada, sacándolo de balance y provocando que cayera en el acto. Aunque fue la misma enredadera la que evitó que cayera al vacio, dejándolo colgado de cabeza. En medio de esa situación al sentirse desprotegido sin su arma trató de alcanzar el sitio donde se había atorado, infructuosamente.