3/06/2016, 17:42
—Perdóname la expresión, pero me parece una pendejada. De verdad fue tan imbécil de meter la mano para sacar la ficha de 100?
—¿Meter la mano? —preguntó, con voz estridente—. No, no, no. Me parece que no me has entendido. ¡El tío se zambulló! ¡En el pozo! ¡Casi se ahoga el muy desgraciado! —soltó una carcajada. Recordó la vez que a él le había pasado algo parecido: una moneda de 5 ryos caída en un váter recién cagado. Se pasó horas sacándole brillo… y el olor, de paso—. Y sí, te doy la razón. Aunque más que imbécil, un avaro. Por eso te decía… Los de Uzu son todos unos tacaños. No por nada también son conocidos como uno de los países más ricos de Onindo. Los cabrones no sueltan un ryo ni aunque les mates, y claro, al final acumulan riqueza.
Acumular riqueza. Ese era el objetivo de Datsue desde hacía años. Porque con ello, se solucionarían todos sus problemas. Porque con ello, sería feliz. Pagaría las deudas, se libraría del estrés de tener que trabajar, podría comprarse buena ropa y viajar sin ningún tipo de reparo por todo Onindo. Incluso comprarse una buena casa en la capital del País del Agua, en el distrito alto, por supuesto, rodeado de lujos y buena compañía. Incluso un barco. Joder, nunca había pensado en comprarme un buen barco. Con su buena proa, su buen mástil, sus buenas velas, su buen timón, sus buenas chicas en la cubierta…
—¡Voy a comprarme un barco! —decidió de pronto, estampando ambas manos en la mesa. Su vaso de té no resistió aquel súbito arranque de euforia, volcándose y derramando su contenido por parte de la mesa—. Lo acabo de decidir, justo después de pagar una deuda… Así que venga —se levantó—, no hay tiempo que perder. Se acabaron los malos rollos y las luchas de ego, Tatsuya —rodeó la mesa y le dio un gran manotazo en la espalda. Uno de esos que un padrino da a su ahijado. Uno de esos que cortan la respiración—. ¡Codo con codo! ¡Espalda contra espalda! Como buenos camaradas, ¿eh? Y a la próxima pedimos una de rango C. ¡O mejor! ¡Una de rango B! Que esto se nos queda pequeño, Tatsuya, se nos queda pequeño.
»¡Vamos!
Datsue dio otro manotazo en la espalda de Tatsuya y a punto estuvo de tumbar la puerta de una patada. En el último momento, controló su ataque de euforia y la abrió como la gente corriente y aburrida: con la manilla. A ver, a ver. ¿Cuánto era la dichosa deuda? 20.000 ryos hace unos meses, pero con los intereses ya subiría un buen pico. Eso son 40 misiones de rango D, o 20 de rango C… Joder, demasiadas. ¡Demasiadas! Los hombros se le fueron encogiendo a medida que la euforia iba cediendo a la pesadumbre. Pero sólo 10 de rango B… Está claro que ese es el objetivo, aunque dudo que me las den con Tatsuya... Pero quizá con el equipo que planeé formar con Ritsuko, Noemi y Anzu sí, ¿no? Bueno, mejor me como la cabeza con eso luego. ¡Hay que ir misión a misión!
—¿Meter la mano? —preguntó, con voz estridente—. No, no, no. Me parece que no me has entendido. ¡El tío se zambulló! ¡En el pozo! ¡Casi se ahoga el muy desgraciado! —soltó una carcajada. Recordó la vez que a él le había pasado algo parecido: una moneda de 5 ryos caída en un váter recién cagado. Se pasó horas sacándole brillo… y el olor, de paso—. Y sí, te doy la razón. Aunque más que imbécil, un avaro. Por eso te decía… Los de Uzu son todos unos tacaños. No por nada también son conocidos como uno de los países más ricos de Onindo. Los cabrones no sueltan un ryo ni aunque les mates, y claro, al final acumulan riqueza.
Acumular riqueza. Ese era el objetivo de Datsue desde hacía años. Porque con ello, se solucionarían todos sus problemas. Porque con ello, sería feliz. Pagaría las deudas, se libraría del estrés de tener que trabajar, podría comprarse buena ropa y viajar sin ningún tipo de reparo por todo Onindo. Incluso comprarse una buena casa en la capital del País del Agua, en el distrito alto, por supuesto, rodeado de lujos y buena compañía. Incluso un barco. Joder, nunca había pensado en comprarme un buen barco. Con su buena proa, su buen mástil, sus buenas velas, su buen timón, sus buenas chicas en la cubierta…
—¡Voy a comprarme un barco! —decidió de pronto, estampando ambas manos en la mesa. Su vaso de té no resistió aquel súbito arranque de euforia, volcándose y derramando su contenido por parte de la mesa—. Lo acabo de decidir, justo después de pagar una deuda… Así que venga —se levantó—, no hay tiempo que perder. Se acabaron los malos rollos y las luchas de ego, Tatsuya —rodeó la mesa y le dio un gran manotazo en la espalda. Uno de esos que un padrino da a su ahijado. Uno de esos que cortan la respiración—. ¡Codo con codo! ¡Espalda contra espalda! Como buenos camaradas, ¿eh? Y a la próxima pedimos una de rango C. ¡O mejor! ¡Una de rango B! Que esto se nos queda pequeño, Tatsuya, se nos queda pequeño.
»¡Vamos!
Datsue dio otro manotazo en la espalda de Tatsuya y a punto estuvo de tumbar la puerta de una patada. En el último momento, controló su ataque de euforia y la abrió como la gente corriente y aburrida: con la manilla. A ver, a ver. ¿Cuánto era la dichosa deuda? 20.000 ryos hace unos meses, pero con los intereses ya subiría un buen pico. Eso son 40 misiones de rango D, o 20 de rango C… Joder, demasiadas. ¡Demasiadas! Los hombros se le fueron encogiendo a medida que la euforia iba cediendo a la pesadumbre. Pero sólo 10 de rango B… Está claro que ese es el objetivo, aunque dudo que me las den con Tatsuya... Pero quizá con el equipo que planeé formar con Ritsuko, Noemi y Anzu sí, ¿no? Bueno, mejor me como la cabeza con eso luego. ¡Hay que ir misión a misión!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado