6/06/2016, 03:58
(Última modificación: 6/06/2016, 03:59 por Uchiha Datsue.)
Una capa de sudor le perlaba el pecho, como si hubiese acabado de correr un maratón. Se sentía cansado, con la cabeza pesada y las piernas agarrotadas. La luz de la mañana atravesaba la ventana y quemaba sus ojos, somnolientos.
Bajó las sábanas hasta la cintura y sintió el sudor enfriándose en su pecho. Era una sensación extrañamente placentera. Sabía que si cerraba las persianas conseguiría volver a quedarse dormido. Pero eso implicaba levantarse, y era un suplicio. Aunque más suplicio era tener que buscar los dichosos pandas. Recordaba, de forma fugaz, como la noche anterior se había propuesto cumplir la misión con una ilusión y una euforia impropia en él. Pero esa motivación repentina había desaparecido por la mañana, como solía sucederle. Ahora, lo único que le apetecía era seguir tirado en la cama, inmóvil excepto para cambiar de posición.
500 ryos. Son 500 ryos. 500 ryos menos para la deuda. 500 ryos menos para el barco. 500 ryos menos para una casa en la capital del País del Agua.
Ahogó un grito contra la almohada. ¿Por qué la vida era tan dura? ¿Acaso un hombre no tenía derecho a dormir sus diez horas de rigor? Todavía no tenía muy claro si Tatsuya le había hablado o si lo había soñado, pero lo que sí tenía claro era que Ikki había estado al borde de despedirlos. Llegar tarde a la reunión podría provocarle un nuevo arrebato, aunque por otro lado no habían fijado una hora…
Con toda la fuerza de voluntad que fue capaz de reunir, el Uchiha se levantó. Plantó dos pasos y… cerró las persianas. La cama crujió bajo su peso cuando se volvió a acostar en ella. ¿Qué malo había en dormir otro poco? Al fin y al cabo, el sueño era sagrado.
No supo cuánto tiempo había pasado, pero se encontraba cansado. Cansado de no hacer nada, lo cual ya era decir mucho. El sueño se le había desvanecido por completo, y tenía el cuerpo dolorido de permanecer quieto. Se estiró, bostezó y volvió a estirarse. Finalmente, se levantó.
Optó por no ducharse, pues intuía a través de la luz que pasaba entre las persianas que ya era algo tarde, y decidió bajar directamente a desayunar.
—¡Unas tostadas con mermelada! —pidió a la camarera—. Y un zumo de naranja. Oh, y una taza de chocolate bien espeso con churros, si tenéis. Que ahora en invierno apetece.
Acto seguido, trató de buscar a su compañero con la mirada entre las mesas ocupadas de la posada…
Bajó las sábanas hasta la cintura y sintió el sudor enfriándose en su pecho. Era una sensación extrañamente placentera. Sabía que si cerraba las persianas conseguiría volver a quedarse dormido. Pero eso implicaba levantarse, y era un suplicio. Aunque más suplicio era tener que buscar los dichosos pandas. Recordaba, de forma fugaz, como la noche anterior se había propuesto cumplir la misión con una ilusión y una euforia impropia en él. Pero esa motivación repentina había desaparecido por la mañana, como solía sucederle. Ahora, lo único que le apetecía era seguir tirado en la cama, inmóvil excepto para cambiar de posición.
500 ryos. Son 500 ryos. 500 ryos menos para la deuda. 500 ryos menos para el barco. 500 ryos menos para una casa en la capital del País del Agua.
Ahogó un grito contra la almohada. ¿Por qué la vida era tan dura? ¿Acaso un hombre no tenía derecho a dormir sus diez horas de rigor? Todavía no tenía muy claro si Tatsuya le había hablado o si lo había soñado, pero lo que sí tenía claro era que Ikki había estado al borde de despedirlos. Llegar tarde a la reunión podría provocarle un nuevo arrebato, aunque por otro lado no habían fijado una hora…
Con toda la fuerza de voluntad que fue capaz de reunir, el Uchiha se levantó. Plantó dos pasos y… cerró las persianas. La cama crujió bajo su peso cuando se volvió a acostar en ella. ¿Qué malo había en dormir otro poco? Al fin y al cabo, el sueño era sagrado.
No supo cuánto tiempo había pasado, pero se encontraba cansado. Cansado de no hacer nada, lo cual ya era decir mucho. El sueño se le había desvanecido por completo, y tenía el cuerpo dolorido de permanecer quieto. Se estiró, bostezó y volvió a estirarse. Finalmente, se levantó.
Optó por no ducharse, pues intuía a través de la luz que pasaba entre las persianas que ya era algo tarde, y decidió bajar directamente a desayunar.
—¡Unas tostadas con mermelada! —pidió a la camarera—. Y un zumo de naranja. Oh, y una taza de chocolate bien espeso con churros, si tenéis. Que ahora en invierno apetece.
Acto seguido, trató de buscar a su compañero con la mirada entre las mesas ocupadas de la posada…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado