8/06/2016, 20:24
Las palabras de la Hyuga parecieron no sentarle muy bien al barbudo que de forma despectiva escupió en la cara de la kunoichi. El sonido de la naginata clavándose en la madera cercana, casi ni la sobresalto, ya no tenía fuerzas ni siquiera para ello. Notó como la inmensa mano de su contrincante la agarraba por el cabello para finalmente elevarla en el aire, ni siquiera pudo revolverse un poco para tratar de evitar lo inevitable
—Niña, en esta vida si no tienes cojones para afrontar las cosas es mejor no seguir viviendo ¿Tú querías saber porque hago esto no? Pues será tu regalo antes de que te raje el cuello—
Tras aquellas palabras, el gigantón los lanzó contra el tronco del árbol. El dolor inundo de nuevo su cuerpo, ya no era solo por la herida de la espalda, era todo su ser el que le dolía. Cayó prácticamente como una muñeca de trapo vieja, incapaz de moverse, tan sólo respirar con dificultad.
Después procedió a relatar su historia, sus palabras estaban llenas de ira, odio y tristeza... no había más que resentimiento en aquel hombre.
Mitsuki no pudo evitar sentir lástima por él, estaba apunto de matarla pero no podía evitarlo. Conforme avanzaba su relato una silenciosas lágrimas caían desde sus blanquecinos ojos lentamente. El mundo podía llegar a ser tan sórdido, tan falto de humanidad
—Es cierto que... lo que... hicieron es imperdonable...— dijo la peliblanca mientras hacía un esfuerzo titánico por conseguir sentarse, le dolía todo el cuerpo cada vez que trataba de moverse un poco y más aún cuando hacia fuerza para enderezarse un poco —Ni siquiera... yo puedo perdónales— consiguió sobre sus rodillas tras mucho esfuerzo —Lo que le ocurrió a Aki... no tiene perdón posible...— alzó el rostro con dificultad —pero... lo que tú estás haciendo... es igual de imperdonable— la joven no podía evitar derramar lágrimas ante aquel sin sentido, tanta muerte por nada —¡Esos niños... esa niña... son igual de inocentes que lo fue tu hermana!— golpeo el suelo con el puño con furia pero sin fuerza —¿De qué te sirve tanta muerte?— clavó sus ojos en los de su oponente que sostenía en sus manos la naginata —¡¿De verdad crees que eso es justicia?!— Mitsuki comenzó a levantarse temblorosamente, le dolía cada centímetro de su cuerpo —La venganza no es justicia, lo único que trae es dolor...— se irguió lánguidamente, casi estaba apunto de volver a caerse si no fuese por la intensidad de las emociones que convergían en ella en aquel momento —¡¿Qué crees que pensaría Aki si viese en lo que te has convertido?! ¡No eres mejor que nadie en ese pueblo! ¡No eres diferente a ninguno de esos que desprecias!— Mitsuki caminó hacia delante tambaleándose, no sabía por qué, pero lo hacia —¡No eres más que un sucio asesino de niños! ¡Críos que no tienen culpa de nada! ¡Si no puedes soportar el dolor suicidate, pero no hagas daño a los que no tienen culpa!— la peliblanca tropezó y cayó sobre sus rodillas a tan sólo un par de metros del barbudo, ahora podía verle bien pues su vista estaba bastante nublada —¡No tienes ningún derecho!— sollozó la de Kusabi, la cual ya no podía siquiera moverse —Si crees que te sentirás mejor... mátame a mí, descarga todo tu odio contra mí... pero deja a los niños en paz...— Mitsuki elevó la cabeza hasta poder clavar su mirada en la de su adversario, tenía la sensación de que todo había acabado... pero no sentía miedo, sentía tristeza por no haber podido salvar a la niña, a Tatsuya, a los aldeanos o a aquel hombre de su dolor.
"Lo siento Hisami-sama, no he sido lo suficientemente fuerte para ayudar a los demás... lo siento de verdad" la Hyuga echó una fugaz mirada a su espalda, donde yacía su compañero
—Lo siento— dijo con suavidad antes de volver la mirada hacia su futuro verdugo
—Niña, en esta vida si no tienes cojones para afrontar las cosas es mejor no seguir viviendo ¿Tú querías saber porque hago esto no? Pues será tu regalo antes de que te raje el cuello—
Tras aquellas palabras, el gigantón los lanzó contra el tronco del árbol. El dolor inundo de nuevo su cuerpo, ya no era solo por la herida de la espalda, era todo su ser el que le dolía. Cayó prácticamente como una muñeca de trapo vieja, incapaz de moverse, tan sólo respirar con dificultad.
Después procedió a relatar su historia, sus palabras estaban llenas de ira, odio y tristeza... no había más que resentimiento en aquel hombre.
Mitsuki no pudo evitar sentir lástima por él, estaba apunto de matarla pero no podía evitarlo. Conforme avanzaba su relato una silenciosas lágrimas caían desde sus blanquecinos ojos lentamente. El mundo podía llegar a ser tan sórdido, tan falto de humanidad
—Es cierto que... lo que... hicieron es imperdonable...— dijo la peliblanca mientras hacía un esfuerzo titánico por conseguir sentarse, le dolía todo el cuerpo cada vez que trataba de moverse un poco y más aún cuando hacia fuerza para enderezarse un poco —Ni siquiera... yo puedo perdónales— consiguió sobre sus rodillas tras mucho esfuerzo —Lo que le ocurrió a Aki... no tiene perdón posible...— alzó el rostro con dificultad —pero... lo que tú estás haciendo... es igual de imperdonable— la joven no podía evitar derramar lágrimas ante aquel sin sentido, tanta muerte por nada —¡Esos niños... esa niña... son igual de inocentes que lo fue tu hermana!— golpeo el suelo con el puño con furia pero sin fuerza —¿De qué te sirve tanta muerte?— clavó sus ojos en los de su oponente que sostenía en sus manos la naginata —¡¿De verdad crees que eso es justicia?!— Mitsuki comenzó a levantarse temblorosamente, le dolía cada centímetro de su cuerpo —La venganza no es justicia, lo único que trae es dolor...— se irguió lánguidamente, casi estaba apunto de volver a caerse si no fuese por la intensidad de las emociones que convergían en ella en aquel momento —¡¿Qué crees que pensaría Aki si viese en lo que te has convertido?! ¡No eres mejor que nadie en ese pueblo! ¡No eres diferente a ninguno de esos que desprecias!— Mitsuki caminó hacia delante tambaleándose, no sabía por qué, pero lo hacia —¡No eres más que un sucio asesino de niños! ¡Críos que no tienen culpa de nada! ¡Si no puedes soportar el dolor suicidate, pero no hagas daño a los que no tienen culpa!— la peliblanca tropezó y cayó sobre sus rodillas a tan sólo un par de metros del barbudo, ahora podía verle bien pues su vista estaba bastante nublada —¡No tienes ningún derecho!— sollozó la de Kusabi, la cual ya no podía siquiera moverse —Si crees que te sentirás mejor... mátame a mí, descarga todo tu odio contra mí... pero deja a los niños en paz...— Mitsuki elevó la cabeza hasta poder clavar su mirada en la de su adversario, tenía la sensación de que todo había acabado... pero no sentía miedo, sentía tristeza por no haber podido salvar a la niña, a Tatsuya, a los aldeanos o a aquel hombre de su dolor.
"Lo siento Hisami-sama, no he sido lo suficientemente fuerte para ayudar a los demás... lo siento de verdad" la Hyuga echó una fugaz mirada a su espalda, donde yacía su compañero
—Lo siento— dijo con suavidad antes de volver la mirada hacia su futuro verdugo