9/06/2016, 03:50
Tatsuya se reafirmó en su creencia de que las espadas servían para algo más que para matar. Y no sólo eso, sino que en su nacimiento, hacía siglos y siglos, el propósito de su construcción no había sido para segar vidas. Valiente idea, desde luego. Valiente y demasiado optimista, según Datsue. Pero como era algo que ninguno de los dos podía probar, no valía la pena discutir por ello. Era malgastar saliva.
El Takanashi dejó cien ryos para pagar la cuenta y se levantó, dándole la espalda al Uchiha. Datsue se quedó mirando el billete, pensativo. Bueno, en realidad no se quedó mirando. Tampoco se lo pensó mucho, a decir verdad. Simplemente, como una serpiente que ataca a su presa, su mano atrapó el billete y lo escondió entre sus bolsillos. Tan solo había actuado de manera automática, como una madre haría para quitarle el objeto punzante que su hijo pequeño había cogido de la mesa.
Si saben cómo soy, ¿para qué me provocan? Era como dejar unos pastelillos de crema y chocolate al cuidado de un glotón, o como dejar una brújula al alcance de un shinobi de Uzu. La va a coger, por mucho que después siga perdiéndose en combate.
Sonrió. Se había despertado con un humor muy divertido aquel día.
—Por ahora ya se nos hizo tarde —dijo Tatsuya, volviendo a mirarle—, si el cliente es tan malhumorado como dices no se alegrará cuando nos vea, será mejor que nos vayamos pronto.
—¿Ehm? Oh, claro, claro. Tienes razón —dijo, levantándose también y siguiéndole hasta la puerta. No se preocupó por haber dejado el desayuno sin pagar. La noche anterior había llegado a un acuerdo con la camarera: comida y cama gratis a cambio de ayudar con la recuperación de los pandas. Suponía que el Takanashi entraba dentro de esa peculiar promoción y, de no estarlo, él no sabría nada por el dinero que faltaba. De hecho, ¿qué se supone que tendría que saber?, se preguntó, esbozando una nueva sonrisa—. No me apetece nada, pero bueno. Cuanto antes nos lo quitemos de encima, mejor, ¿verdad? ¿Por dónde era? —preguntó, una vez fuera del local.
El Takanashi dejó cien ryos para pagar la cuenta y se levantó, dándole la espalda al Uchiha. Datsue se quedó mirando el billete, pensativo. Bueno, en realidad no se quedó mirando. Tampoco se lo pensó mucho, a decir verdad. Simplemente, como una serpiente que ataca a su presa, su mano atrapó el billete y lo escondió entre sus bolsillos. Tan solo había actuado de manera automática, como una madre haría para quitarle el objeto punzante que su hijo pequeño había cogido de la mesa.
Si saben cómo soy, ¿para qué me provocan? Era como dejar unos pastelillos de crema y chocolate al cuidado de un glotón, o como dejar una brújula al alcance de un shinobi de Uzu. La va a coger, por mucho que después siga perdiéndose en combate.
Sonrió. Se había despertado con un humor muy divertido aquel día.
—Por ahora ya se nos hizo tarde —dijo Tatsuya, volviendo a mirarle—, si el cliente es tan malhumorado como dices no se alegrará cuando nos vea, será mejor que nos vayamos pronto.
—¿Ehm? Oh, claro, claro. Tienes razón —dijo, levantándose también y siguiéndole hasta la puerta. No se preocupó por haber dejado el desayuno sin pagar. La noche anterior había llegado a un acuerdo con la camarera: comida y cama gratis a cambio de ayudar con la recuperación de los pandas. Suponía que el Takanashi entraba dentro de esa peculiar promoción y, de no estarlo, él no sabría nada por el dinero que faltaba. De hecho, ¿qué se supone que tendría que saber?, se preguntó, esbozando una nueva sonrisa—. No me apetece nada, pero bueno. Cuanto antes nos lo quitemos de encima, mejor, ¿verdad? ¿Por dónde era? —preguntó, una vez fuera del local.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado