—¿Hmm?— Se agachó en cuanto sintió el jalón en sus ropas —Oh, claro con much... Alto ¿porqué le tengo que preguntar yo?
No era momento para trivialidades pero su compañero parecía ser incapaz de concentrarse en su misión, de paso también distraía a Tatsuya y el monje se dió cuenta de que ambos estaban susurrando.
—Hey, ustedes dos-- Llamó con tono severo —¿Se puede saber porque no me estan poniendo atención?
—Lo lamento mucho— Revenrenció para disculparse —Es que, mi compañero estaba interesado en saber sí la estatua atrás de usted es de oro puro— Señalo con el dedo a la figura del panda.
El anciano entonces se dió la vuelta y con un gesto le indicó al moreno mudo que le diera una de las cañas que cargaba en su espalda, el muchacho se la lanzó y el monje caminó hacia Tatsuya para mirarlo a los ojos, tras lo cual le pegó en la cabeza con la caña. El Takanashi se molestó y gruñó tras el golpe, aunque no dijo nada su mirada dejaba entrever que no le agradaba la actitud del anciano, que fuera el cliente no le daba derecho a tratarlo de esa manera. Pero ahí no acabo a cosa, el anciano volteó la cabeza como si su cuello se viera accionado por el efecto de un resorte y también golpeó en la cabeza al Uchiha.
—Sí no van a preguntar nada respecto a la misión mejor no digan nada, pero sí, si es de oro puro— Admitió mientras su bigote bailoteaba —Ahora les daré la información extra.
Se giró nuevamente hacia Hidetaka y con unas cuantas señas le indicó algo que los dos shinobis no entenderían, el moreno se acercó con su cargamento en la espalda y una maliciosa sonrisa se dejó ver en su rostro mientras caminaba hacia Datsue. Se quitó las cañas de la espalda y le lanzó el paquete al Uchiha, el peso era considerable al punto que quizás no podría cargarlas, pero las sogas que las sujetaban se desatarían en el momento en que hicieran contacto con el genin del yukata.
—Esas son cañas de azúcar, los pandas se sienten atraídos por los sabores dulces y les servirán para atraerlos. En total son nueve pandas, pero tres de ellos son pequeños y no confían mucho en la gente, hay cinco adultos los cuales no deberían ser problema... Por último está al que llamamos el Gran Kumaneko, este panda es mas grande de lo normal y aunque no es agresivo podría ser difícil atraerlo ya que es muy perezoso, no nos obedece ni a nosotros que somos sus cuidadores— Se dió la vuelta con las manos cruzadas en la espalda, mirándolos de reojo antes de marcharse —Recuerden que no deben lastimarlos, cuento con ustedes.
El hombre se dirigió quién sabe a donde y el mudo lo siguió sin chistar, dejándo sólos a los dos shinobis de Takigakure. El Takanashi reverenció aunque el hombre no lo viese despedirse y luego se agachó para tratar de auxiliar a su compatriota.
—¿No prefieres que yo me lleve las cañas?.
No era momento para trivialidades pero su compañero parecía ser incapaz de concentrarse en su misión, de paso también distraía a Tatsuya y el monje se dió cuenta de que ambos estaban susurrando.
—Hey, ustedes dos-- Llamó con tono severo —¿Se puede saber porque no me estan poniendo atención?
—Lo lamento mucho— Revenrenció para disculparse —Es que, mi compañero estaba interesado en saber sí la estatua atrás de usted es de oro puro— Señalo con el dedo a la figura del panda.
El anciano entonces se dió la vuelta y con un gesto le indicó al moreno mudo que le diera una de las cañas que cargaba en su espalda, el muchacho se la lanzó y el monje caminó hacia Tatsuya para mirarlo a los ojos, tras lo cual le pegó en la cabeza con la caña. El Takanashi se molestó y gruñó tras el golpe, aunque no dijo nada su mirada dejaba entrever que no le agradaba la actitud del anciano, que fuera el cliente no le daba derecho a tratarlo de esa manera. Pero ahí no acabo a cosa, el anciano volteó la cabeza como si su cuello se viera accionado por el efecto de un resorte y también golpeó en la cabeza al Uchiha.
—Sí no van a preguntar nada respecto a la misión mejor no digan nada, pero sí, si es de oro puro— Admitió mientras su bigote bailoteaba —Ahora les daré la información extra.
Se giró nuevamente hacia Hidetaka y con unas cuantas señas le indicó algo que los dos shinobis no entenderían, el moreno se acercó con su cargamento en la espalda y una maliciosa sonrisa se dejó ver en su rostro mientras caminaba hacia Datsue. Se quitó las cañas de la espalda y le lanzó el paquete al Uchiha, el peso era considerable al punto que quizás no podría cargarlas, pero las sogas que las sujetaban se desatarían en el momento en que hicieran contacto con el genin del yukata.
—Esas son cañas de azúcar, los pandas se sienten atraídos por los sabores dulces y les servirán para atraerlos. En total son nueve pandas, pero tres de ellos son pequeños y no confían mucho en la gente, hay cinco adultos los cuales no deberían ser problema... Por último está al que llamamos el Gran Kumaneko, este panda es mas grande de lo normal y aunque no es agresivo podría ser difícil atraerlo ya que es muy perezoso, no nos obedece ni a nosotros que somos sus cuidadores— Se dió la vuelta con las manos cruzadas en la espalda, mirándolos de reojo antes de marcharse —Recuerden que no deben lastimarlos, cuento con ustedes.
El hombre se dirigió quién sabe a donde y el mudo lo siguió sin chistar, dejándo sólos a los dos shinobis de Takigakure. El Takanashi reverenció aunque el hombre no lo viese despedirse y luego se agachó para tratar de auxiliar a su compatriota.
—¿No prefieres que yo me lleve las cañas?.