21/06/2016, 17:09
Una vez terminaron de enterrar el cadáver del hombre y dejar un bulto de tierra extraño pero nada fuera de lo común entre esos árboles, Eri se levantó de nuevo y se limpió las manos en el río de forma rápida mientras pensaba en unas palabras que quería decir, quizá por el remordimiento de lo que acababa de pasar, tal vez porque no podía quedarse tranquila al dejar allí a un alma sin haber recibido un último adiós.
—Vámonos Eri… Cuanto antes lleguemos a los dojos mejor. — Afirmó la rubia terminando con la tarea, y la pequeña asintió con la cabeza, acercándose a ella.
—Ahora voy — Informó mientras la joven de Takigakure desaparecía rumbo al sendero que antes habían recorrido. —Espero que tu alma esté en paz y no tenga que robar de nuevo, así podrás ser feliz sin tener ningún remordimiento. — Murmuró mientras juntaba ambas palmas de sus manos en su pecho, luego subió la mirada al cielo y sonrió.
Con eso parecía bastar.
Una brisa pasó por entre sus cabellos, meciéndolos con ellos, y se dejó llevar por el viento, ''Cómo hecho de menos Uzushio...'' recordó, con los ojos cerrados. Unos segundos más tarde, los abrió y emprendió la marcha. Salió hacia el sendero encontrándose con la rubia esperándola, dedicándola una pequeña y tímida sonrisa. —Ya podemos irnos... — Anunció mientras daba toquecitos a su bota contra el suelo, acomodándola. —Si seguimos esta ruta, y nos desviamos por el otro camino, creo que estaremos pronto en los Dojos, no creo que nos anochezca — Explicó señalando de un lado a otro.
Y emprendió su camino, ahora de verdad, de vuelta a los Dojos del Combatiente.
—Vámonos Eri… Cuanto antes lleguemos a los dojos mejor. — Afirmó la rubia terminando con la tarea, y la pequeña asintió con la cabeza, acercándose a ella.
—Ahora voy — Informó mientras la joven de Takigakure desaparecía rumbo al sendero que antes habían recorrido. —Espero que tu alma esté en paz y no tenga que robar de nuevo, así podrás ser feliz sin tener ningún remordimiento. — Murmuró mientras juntaba ambas palmas de sus manos en su pecho, luego subió la mirada al cielo y sonrió.
Con eso parecía bastar.
Una brisa pasó por entre sus cabellos, meciéndolos con ellos, y se dejó llevar por el viento, ''Cómo hecho de menos Uzushio...'' recordó, con los ojos cerrados. Unos segundos más tarde, los abrió y emprendió la marcha. Salió hacia el sendero encontrándose con la rubia esperándola, dedicándola una pequeña y tímida sonrisa. —Ya podemos irnos... — Anunció mientras daba toquecitos a su bota contra el suelo, acomodándola. —Si seguimos esta ruta, y nos desviamos por el otro camino, creo que estaremos pronto en los Dojos, no creo que nos anochezca — Explicó señalando de un lado a otro.
Y emprendió su camino, ahora de verdad, de vuelta a los Dojos del Combatiente.