22/06/2016, 22:36
Mientras buscaban entre los árboles reinaba el silencio en el lugar, ninguno de los dos tenía interés en platicar y lo único que interrumpía la paz del lugar era el espontáneo silbar del chico Uchiha. Hasta que decidió cambiar de planes, el Takanashi paró la oreja pero desearía no haberlo hecho, pues de la boca de su compatriota salieron improperios viles y despectivos contra una nación que ningún crimen había cometido contra ellos.
Aquella parrafada más que picardía o sátira era un atentado contra la moral y la decencia, pisoteando y escupiendo sobre las enseñanzas fundamentales que todo ninja de Takigakure debía guardar, las cuales dictaban tener respeto no sólo con su tierra sino respeto a todas las naciones. El espadachín sentía que los oídos le sangraban mientras Datsue parecía complacido con la atrocidad que había salido de su boca, volviendo cómplice a una inocente criatura de la naturaleza que nada tenía que ver con el crimen que acababa de cometer el niño del moño.
Tatsuya lenteó el paso, ni siquiera cuando su propio hermano lo llamó hijo de puta se había sentido tan indignado.
"Sé que no me corresponde, pero he de ser yo quién lo castigue, ya el tiempo se encargará de hacerme pagar a mí"
El chico del yukata se frenó para señalar unas cuantas cañas con mordiscos, eran más que obvias. Además hizo hincapié en un olor que para el Takanashi era inexistente.
—Es poco probable que sean varios, los pandas no suelen andar juntos— Contestó con una voz llena de pesimismo.
Acto seguido tomó su espada enfundada y con una expresión propia de un asesino se aprovechó de que el niño estaba distraído para asestarle un golpe con el saya por la retaguardia, en el trasero específicamente. Un golpe como el que sus padres quizás nunca le dieron, pero que necesitaba y con urgencia. En esta ocasión estaba el factor panda, si el Uchiha deseaba pelear otra vez significaba dejar ir al osezno una vez más y el espadachín sabía eso, pero simplemente no se pudo aguantar las ganas de impartir justicia ante la injuria cometida.
Aquella parrafada más que picardía o sátira era un atentado contra la moral y la decencia, pisoteando y escupiendo sobre las enseñanzas fundamentales que todo ninja de Takigakure debía guardar, las cuales dictaban tener respeto no sólo con su tierra sino respeto a todas las naciones. El espadachín sentía que los oídos le sangraban mientras Datsue parecía complacido con la atrocidad que había salido de su boca, volviendo cómplice a una inocente criatura de la naturaleza que nada tenía que ver con el crimen que acababa de cometer el niño del moño.
Tatsuya lenteó el paso, ni siquiera cuando su propio hermano lo llamó hijo de puta se había sentido tan indignado.
"Sé que no me corresponde, pero he de ser yo quién lo castigue, ya el tiempo se encargará de hacerme pagar a mí"
El chico del yukata se frenó para señalar unas cuantas cañas con mordiscos, eran más que obvias. Además hizo hincapié en un olor que para el Takanashi era inexistente.
—Es poco probable que sean varios, los pandas no suelen andar juntos— Contestó con una voz llena de pesimismo.
Acto seguido tomó su espada enfundada y con una expresión propia de un asesino se aprovechó de que el niño estaba distraído para asestarle un golpe con el saya por la retaguardia, en el trasero específicamente. Un golpe como el que sus padres quizás nunca le dieron, pero que necesitaba y con urgencia. En esta ocasión estaba el factor panda, si el Uchiha deseaba pelear otra vez significaba dejar ir al osezno una vez más y el espadachín sabía eso, pero simplemente no se pudo aguantar las ganas de impartir justicia ante la injuria cometida.