23/06/2016, 12:00
—Genial, una vez que lleguemos ya te dejo en paz. — Eri frunció el ceño, ¡pero si a ella no la estaba molestando! Bueno, quizá no lo había dicho en serio, ya que dejó escapar una risa, ¡estaba sonriendo! De verdad que parecía un ángel cuando sonreía...
En aquel día no habían reído tanto.
—¡No me molestas! — Aseguró de forma exagerada, levantando las manos hacia el cielo, mirando a su compañera con el ceño fruncido. —Además, hemos probado algo que estaba muy rico hoy, yo... Me lo he pasado bien. — ''Casi bien...'' Añadió en sus pensamientos, obviando la parte en la que enterraban al pobre hombre.
Seguía pensando en aquello, y parecía que Noemi también, así que lo mejor sería olvidarlo, o guardarlo en algún rincón de su mente en el que se llene de polvo y se pierda en el olvido... Ella no estaba hecha para matar, ella quería salvar gente. Pero... ¿Y lo difícil que era?
—De nuevo, gracias por la ayuda, Eri. —Aseguró la rubia de nuevo.
—No te preocupes, para eso estamos.— Contestó formando de nuevo una tímida sonrisa.
Ambas caminaban en silencio, parecía que estaban tan metidas en sus pensamientos que casi ya estaban en los Dojos. Eri se sorprendió tanto al ver un poco de ellos que se asustó. ¿Cuánto llevaban caminando? ¡Madre mía!
—Es ahí ¿No?
— ¡Sí, es allí! — Exclamó, entusiasmada, sin embargo, algo cruzó su mente. — ¡Oh, no! — Soltó, llevándose ambos manos a la cabeza. —¡Tengo que volver al bosque! — Explicó, señalando de nuevo al camino por el que habían venido. —¡Salí a buscar unas hierbas para preparar medicamentos... ¡Y vuelvo con las manos vacías! — Exclamó, ahora tapándose los ojos. —¿Te importa volver sola, Noemi-neesan? Créeme, estaré bien, volveré en poco, tu ya sabes dónde están los dojos, así que no pasa nada... — Ya ni sabía que murmuraba, ya que comenzó a correr en el sentido opuesto por el que habían venido.
—¡Ha sido un placer conocerte, Noemii-neesan! ¡Eres un ángel! — Se despidió.
En aquel día no habían reído tanto.
—¡No me molestas! — Aseguró de forma exagerada, levantando las manos hacia el cielo, mirando a su compañera con el ceño fruncido. —Además, hemos probado algo que estaba muy rico hoy, yo... Me lo he pasado bien. — ''Casi bien...'' Añadió en sus pensamientos, obviando la parte en la que enterraban al pobre hombre.
Seguía pensando en aquello, y parecía que Noemi también, así que lo mejor sería olvidarlo, o guardarlo en algún rincón de su mente en el que se llene de polvo y se pierda en el olvido... Ella no estaba hecha para matar, ella quería salvar gente. Pero... ¿Y lo difícil que era?
—De nuevo, gracias por la ayuda, Eri. —Aseguró la rubia de nuevo.
—No te preocupes, para eso estamos.— Contestó formando de nuevo una tímida sonrisa.
Ambas caminaban en silencio, parecía que estaban tan metidas en sus pensamientos que casi ya estaban en los Dojos. Eri se sorprendió tanto al ver un poco de ellos que se asustó. ¿Cuánto llevaban caminando? ¡Madre mía!
—Es ahí ¿No?
— ¡Sí, es allí! — Exclamó, entusiasmada, sin embargo, algo cruzó su mente. — ¡Oh, no! — Soltó, llevándose ambos manos a la cabeza. —¡Tengo que volver al bosque! — Explicó, señalando de nuevo al camino por el que habían venido. —¡Salí a buscar unas hierbas para preparar medicamentos... ¡Y vuelvo con las manos vacías! — Exclamó, ahora tapándose los ojos. —¿Te importa volver sola, Noemi-neesan? Créeme, estaré bien, volveré en poco, tu ya sabes dónde están los dojos, así que no pasa nada... — Ya ni sabía que murmuraba, ya que comenzó a correr en el sentido opuesto por el que habían venido.
—¡Ha sido un placer conocerte, Noemii-neesan! ¡Eres un ángel! — Se despidió.