24/06/2016, 19:28
Por unos minutos inclusive había olvidado el frío que hacía y a las personas que se movían a su alrededor. Su atención estaba completamente atrapada por aquellas sutiles, pero ardientes, imágenes eróticas.
«”A Rumor Of Skin”, “Dark Reflections” y “These Dreams”… Parece que cada álbum de fotos está orientado hacia algún tema en específico, y de alguna manera el aspecto de cada modelo encaja con dicha temática.» Pensaba sin vergüenza alguna y con abstracción total, tanto así que no percibió que alguien ocupó el asiento antes vacío que yacía a su lado.
—¿Es en serio? ¿A estas horas…? —Unas bruscas y repentinas palabras se alojaron en su oído.
Con calma levantó la vista para observar a quien le hablaba. La primera sensación fue de sorpresa, pues tenía una extraña máscara de características esqueléticas. Lo siguiente que sintió fue un poco de vergüenza por haber sido encontrado de manera infraganti en un acto de tan poco pudor. Luego llegó un poco de miedo, no quería que formara un escándalo y que todo el mundo se enterase de que estaba haciendo. Al final, aquel ciclo de emociones se vio culminado por una simple y firme sensación de indiferencia.
Entre toda aquella tormenta interna, su rostro y su mirada seguían tan calmadas como siempre.
«Hay personas que se creen fuentes de moralidad y esas son las que terminan siendo las más degeneradas.» Pensó mientras le dedicaba una mirada fría y gris.
—Mira que a la vuelta de la esquina tienes un prostíbulo de esos veinticuatro horas. —Le espetó, sin un ápice de respeto, mientras se levantaba indignada.
Eso sí que no lo iba a permitir: No iba a dejar que una abusiva verbal le fastidiara y le avergonzara así como así, los golpes no eran la única forma de enfrentar a un bravucón… Aunque seguía siendo su manera favorita.
—¡Jajaja! —rio sonando lo mas pedante, burgués y prepotente posible, pero sin perder su postura refinada—. Que poca elegancia es el hacerme tan indecente propuesta al invitarme a su lugar de trabajo, señorita… —las personas a su alrededor levantaron la mirada de sus periódicos, como atraídos por un chisme en proceso de creación—. Y yo que pensaba que la frontera era un lugar decente para vacacionar, pero resulta que permiten que las furcias promocionen sus burdeles a plenas luz del día…Que lamentable.
De pronto había pasado de ser un pervertido mirón de porno a ser un educado y cortés joven que se había visto atacado verbalmente, y acosado sexualemnte, por una mujer de mala vida. Ahora él era una inocente víctima de las perversiones de la vida. Algunas personas farfullaban palabras que solo se podrían describir como indignación y otras se limitaron a clavarles miradas reprobatorias a la jovencita.
«¡Que te sirva de lección, chica puritana y mojigata!»
«”A Rumor Of Skin”, “Dark Reflections” y “These Dreams”… Parece que cada álbum de fotos está orientado hacia algún tema en específico, y de alguna manera el aspecto de cada modelo encaja con dicha temática.» Pensaba sin vergüenza alguna y con abstracción total, tanto así que no percibió que alguien ocupó el asiento antes vacío que yacía a su lado.
—¿Es en serio? ¿A estas horas…? —Unas bruscas y repentinas palabras se alojaron en su oído.
Con calma levantó la vista para observar a quien le hablaba. La primera sensación fue de sorpresa, pues tenía una extraña máscara de características esqueléticas. Lo siguiente que sintió fue un poco de vergüenza por haber sido encontrado de manera infraganti en un acto de tan poco pudor. Luego llegó un poco de miedo, no quería que formara un escándalo y que todo el mundo se enterase de que estaba haciendo. Al final, aquel ciclo de emociones se vio culminado por una simple y firme sensación de indiferencia.
Entre toda aquella tormenta interna, su rostro y su mirada seguían tan calmadas como siempre.
«Hay personas que se creen fuentes de moralidad y esas son las que terminan siendo las más degeneradas.» Pensó mientras le dedicaba una mirada fría y gris.
—Mira que a la vuelta de la esquina tienes un prostíbulo de esos veinticuatro horas. —Le espetó, sin un ápice de respeto, mientras se levantaba indignada.
Eso sí que no lo iba a permitir: No iba a dejar que una abusiva verbal le fastidiara y le avergonzara así como así, los golpes no eran la única forma de enfrentar a un bravucón… Aunque seguía siendo su manera favorita.
—¡Jajaja! —rio sonando lo mas pedante, burgués y prepotente posible, pero sin perder su postura refinada—. Que poca elegancia es el hacerme tan indecente propuesta al invitarme a su lugar de trabajo, señorita… —las personas a su alrededor levantaron la mirada de sus periódicos, como atraídos por un chisme en proceso de creación—. Y yo que pensaba que la frontera era un lugar decente para vacacionar, pero resulta que permiten que las furcias promocionen sus burdeles a plenas luz del día…Que lamentable.
De pronto había pasado de ser un pervertido mirón de porno a ser un educado y cortés joven que se había visto atacado verbalmente, y acosado sexualemnte, por una mujer de mala vida. Ahora él era una inocente víctima de las perversiones de la vida. Algunas personas farfullaban palabras que solo se podrían describir como indignación y otras se limitaron a clavarles miradas reprobatorias a la jovencita.
«¡Que te sirva de lección, chica puritana y mojigata!»