26/06/2016, 01:18
La acusada se detuvo en seco y dedicó algunos segundos observar su propio cuerpo. Lo cierto es que su apariencia no era la más reservada, pues aunque no mostrase prácticamente nada de piel, aquellas ropas ceñidas y marcadas la hacían lucir como si fuera la mala. Aquello no pasó desapercibido para quienes se comenzaban a interesar en el chisme.
La joven era de una estatura similar a la suya y portaba una muy resaltante cabellera roja, tan llamativa como lo sería una abundante melena blanca.
Se giró sobre sus talones y encaró, de manera sonriente, al de ojos grises que con severidad la había acusado de prostituta y propagandista.
—Buen intento, pero puede que a la próxima quieras mínimo cerrar la revista erótica. —Se podía palpar la satisfacción en su, molestamente rápida, voz. Un anciano, a unos cuantos puestos, se esforzó en evitar que el niño que lo acompañaba viese el contenido erótico del impreso.
La gente comenzaba a verse atraída hacia aquel sitio y la línea divisoria entre quien era el malo y quien era el bueno era cada vez más difusa. El joven de piel morena rápidamente cerró el periódico antes que alguna otra persona atestiguara su “noble” contenido. Lo cierto era que el daño ya estaba hecho y la mecha encendida, por lo que solo quedaba ver a donde llegaban las cosas.
—Venga, sigue respondiéndome y tu reputación se va al caño. —Decía con cierta arrogancia y una sonrisita en su rostro.
La joven daba su victoria completada, pero no contaba con que el nativo de Uzushio le superaba en desenvolvimiento verbal y en la capacidad para ganarse a la gente. Aunque poco tuvo de dialectico y empático lo que ocurrió a continuación.
—Huffff —dejó escapar el aire mientras fijaba su mirada en la portada del periódico, donde había quedado oculto su erótico tesoro—. Además de problemática, también pareces ser loca, pues en ningún momento he estado hablando contigo —su postura seguía siendo calmada y elegante—. Supongo que una bestia, de semejantes apetitos carnales, como tu, es incapaz de diferenciar el cuando se habla de ti del cuando se te dirige la palabra.
Desde la nada aparente, una especie de envase de cartón voló hasta golpear a la jovencita antes de que tuviera oportunidad de girarse y responder a las palabras de su ofensor. Un poco de su aún cálido contenido se regó por sobre sus cabellos. Tomando en cuenta la dirección en la que le había llegado, la única opción plausible es que había sido el de ojos grises quien había incurrido en tan degradante acción.
Una cosa era acusarla de indecencia y pintarla de tonta, pero el tratarla como una ramera barata e indefensa era algo... No era la manera más noble de manejar la situación.
La joven era de una estatura similar a la suya y portaba una muy resaltante cabellera roja, tan llamativa como lo sería una abundante melena blanca.
Se giró sobre sus talones y encaró, de manera sonriente, al de ojos grises que con severidad la había acusado de prostituta y propagandista.
—Buen intento, pero puede que a la próxima quieras mínimo cerrar la revista erótica. —Se podía palpar la satisfacción en su, molestamente rápida, voz. Un anciano, a unos cuantos puestos, se esforzó en evitar que el niño que lo acompañaba viese el contenido erótico del impreso.
La gente comenzaba a verse atraída hacia aquel sitio y la línea divisoria entre quien era el malo y quien era el bueno era cada vez más difusa. El joven de piel morena rápidamente cerró el periódico antes que alguna otra persona atestiguara su “noble” contenido. Lo cierto era que el daño ya estaba hecho y la mecha encendida, por lo que solo quedaba ver a donde llegaban las cosas.
—Venga, sigue respondiéndome y tu reputación se va al caño. —Decía con cierta arrogancia y una sonrisita en su rostro.
La joven daba su victoria completada, pero no contaba con que el nativo de Uzushio le superaba en desenvolvimiento verbal y en la capacidad para ganarse a la gente. Aunque poco tuvo de dialectico y empático lo que ocurrió a continuación.
—Huffff —dejó escapar el aire mientras fijaba su mirada en la portada del periódico, donde había quedado oculto su erótico tesoro—. Además de problemática, también pareces ser loca, pues en ningún momento he estado hablando contigo —su postura seguía siendo calmada y elegante—. Supongo que una bestia, de semejantes apetitos carnales, como tu, es incapaz de diferenciar el cuando se habla de ti del cuando se te dirige la palabra.
Desde la nada aparente, una especie de envase de cartón voló hasta golpear a la jovencita antes de que tuviera oportunidad de girarse y responder a las palabras de su ofensor. Un poco de su aún cálido contenido se regó por sobre sus cabellos. Tomando en cuenta la dirección en la que le había llegado, la única opción plausible es que había sido el de ojos grises quien había incurrido en tan degradante acción.
Una cosa era acusarla de indecencia y pintarla de tonta, pero el tratarla como una ramera barata e indefensa era algo... No era la manera más noble de manejar la situación.