27/06/2016, 01:28
Ni siquiera llegó a imaginar que pasaría algo como eso, por lo que cuando aquel envase de jugo salió desde alguna parte, solo para terminar impactando contra la nuca de la joven, el Ishimura se encontró bastante sorprendido, aunque su expresión no diera signos de ello.
Aun sin ser testigo del culpable, la señorita de cabellera rojiza se giró en busca del peliblanco.
—¿Y con qué derecho agredes a una chica que nunca te agredió física ni verbalmente…? —Era apreciable el hecho de que con firmeza creía que el de ojos grises fue su agresor. Las personas de alrededor observaron al muchacho, como esperando que este se defendiera de semejante calumnia.
Si, era una falsa acusación «Recibes lo que das, dice el dicho.»; El café del joven aún estaba en su pequeña taza blanca y en ningún momento separó las manos que mantenían cerrado con firmeza su periódico.
—Yo no… —sintió que algo le frenaba y le hacía cambiar el rumbo de sus palabras—. Lamento lo ocurrido. —Dejó escapar aquellas palabras de repente, sin siquiera mirar a quien se las dirigía.
El también había lanzado una mentira sobre la profesión de aquella muchacha, pero esta ni siquiera se tomó la molestia de negarla. Por su parte, él no iba a ser menos estoico que aquella buscapleitos, pues suponía que se trataba del karma correspondiente a semejante injuria.
«Rayos… No se suponía que me disculpara —pensó para sus adentros—, no es mi culpa que alguien le arrojase basura, ni tampoco tengo porqué sentirme culpable al respecto...»
Se limitó a ver la portada de su periódico y a fingir que se mantenía concentrado en ello. En ocasiones como esa, se preguntaba qué le susurraría Bohimei. Probablemente le recomendaria llevar a aquella muchacha a un callejón apartado y combatir con ella hasta calmar su ira o hasta dejarla inconsciente, lo que ocurriese primero. Pero aquel día no llevaba consigo su preciada espada, ni siquiera se había molestado en llevarse alguna de sus herramientas ninjas. En aquel momento, se encontraba tan desarmado como un civil cualquiera.
Aun sin ser testigo del culpable, la señorita de cabellera rojiza se giró en busca del peliblanco.
—¿Y con qué derecho agredes a una chica que nunca te agredió física ni verbalmente…? —Era apreciable el hecho de que con firmeza creía que el de ojos grises fue su agresor. Las personas de alrededor observaron al muchacho, como esperando que este se defendiera de semejante calumnia.
Si, era una falsa acusación «Recibes lo que das, dice el dicho.»; El café del joven aún estaba en su pequeña taza blanca y en ningún momento separó las manos que mantenían cerrado con firmeza su periódico.
—Yo no… —sintió que algo le frenaba y le hacía cambiar el rumbo de sus palabras—. Lamento lo ocurrido. —Dejó escapar aquellas palabras de repente, sin siquiera mirar a quien se las dirigía.
El también había lanzado una mentira sobre la profesión de aquella muchacha, pero esta ni siquiera se tomó la molestia de negarla. Por su parte, él no iba a ser menos estoico que aquella buscapleitos, pues suponía que se trataba del karma correspondiente a semejante injuria.
«Rayos… No se suponía que me disculpara —pensó para sus adentros—, no es mi culpa que alguien le arrojase basura, ni tampoco tengo porqué sentirme culpable al respecto...»
Se limitó a ver la portada de su periódico y a fingir que se mantenía concentrado en ello. En ocasiones como esa, se preguntaba qué le susurraría Bohimei. Probablemente le recomendaria llevar a aquella muchacha a un callejón apartado y combatir con ella hasta calmar su ira o hasta dejarla inconsciente, lo que ocurriese primero. Pero aquel día no llevaba consigo su preciada espada, ni siquiera se había molestado en llevarse alguna de sus herramientas ninjas. En aquel momento, se encontraba tan desarmado como un civil cualquiera.