29/06/2016, 21:08
Chispas y astillas por doquier, un árbol que se revolvía ante los dos danzantes mortales que buscaban cada uno finiquitar el espectáculo del otro. Uno, majestuoso maestro de la vida arbórea que le rodeaba mientras el otro, escurridizo cómo felino esquivaba y aguardaba a que su enemigo cometiera un error.
—¿Sabes? Ya me aburrí de que huyas cómo cobarde, terminaré contigo en estos momentos... Mira que hacerme sacar esto, puff. Tendrás el lujo de moriri víctima dl poder definitivo, ¡Mokuton Hijutsu: Jukai Kōtan!— Anunció por todo lo alto.
—Cómo si me fuera a dejar ganar así de fácil, yo también tengo mis trucos... ¡Ranton: Reizā Sākasu!— Contraatacó.
Docenas de árboles surgieron pero el cegador halo de luz de la técnica de su rival no le permitió apuntar cómo hubiese querido, mientras los láseres flanqueaban las ramas a velocidad impresionante. Todos al unísono impactaron al shinobi renegado, o al menos eso creyó el jounin de Taki hasta que se dió cuenta que lo único que había logrado era destrozar una muñeca de kimono rojo con cráneo humano. Intentó localizarlo, pero no hizo falta, de uno de los árboles crreados por la técnica surgió el barbudo empuñando la propia hoz que el de la capa negra había dejado atrás.
—Te lo dije, no eres un guerrero...
En la orilla del lago
—Sé que puedes— Trató de animarla el Takanashi.
Las cortadas en su cuerpo sumadas a las espinas volvían una labor imposible el intentar moverse, le dolía admitir que ahora dependía de Mitsuki, pero depositaba toda su fé en ella. Talvez, el dios de la Hyuga se apiadase de ellos y les concediera un milagro.
Las senbos volaron silenciosas y el Moku Bunshin volteó la cabeza de manera antinatural. Al ver las dirección torcida de las senbons se echóa reir ante aquel desesperado ataque, para luego recibir los proyectiles ocultos justo en la cara, clavándose en su máscara. El clon se sacudió y al quitarse la cubierta no había nada más que una cabeza sin rostro. El clon se volteó y pareció volar por sobre el agua a tal velocidad que en menos de tres segundos ya se encontraba enfrente de la peliblanca, alzando su brazo que de pronto se deformó en una cuchilla similar a la de un okunai...
Ambos filos asesinos estaban por tomar las vidas de sus víctimas, cuando un llanto llenó todo el bosque, no era el genjutsu del barbudo, no era Yuka pidiendo auxilio, ¿quién era entonces?
En lo profundo del bosque
La guadaña apuntó directo al cuello del jounin de Takigakure, pero el tiempo se congeló un milisegundo cuando el lamento llegó a sus oídos. Valiosos instantes. El de la capa negra tomó su uchigatana y sin necesidad de voltear a ver realizó un corte en arco para interrumpir la ofensiva del hombre que le atacó a traición.
—Kumo-Ryuu: Uragiri
—¡HIJO DE LA GRAN PUTA!— Bramó cuando sus dos antebrazos fueron seccionados a la mitad.
—No soy un guerrero...— Una vez más se escuchó el cantar de los pájaros y con una mirada fría, sin ningún tipo de remordiento observó a aquel miserable renegado —... Soy un asesino.
—¡QUE TE JO!-O--ooo-o...— Su última maldición se vió ahogada por la sangre, su corazón ya no se escuchaba, el sonido de sus latidos fue reemplazado por el del chidori a través de su caja torácica...
De vuelta al lago
Ahí, de pie ante la kunoichi arrodillada, estaba el clon a punto de decapitar a la jovencita. La cuchilla cortó el aire, cortó una hoja rojiza que tuvo la fortuna de cruzarse en la trayectoria de aquel antinatural filo, pero no pudo cortar el cuello de la marcada por byakko. El clon perdió el color y se transformó en una simple estatua de madera que perdió el equilibrió y cayó a la par de la Hyuga...
El Takanashi trató de levantarse y de quitarse las espinas para neutralizar aquel efecto similar a los Makibishi. En el horizonte, el negro se volvió azul, y lentamente los rayos del sol bañaron a los ahí presentes con su calor, ofreciéndoles pequeños arcoiris a través de las gotas de la llovizna.