20/05/2015, 22:08
El examen acababa de terminar, aquel era un instante en el que cualquiera estaría nervioso, tendría dudas sobre si había aprobado o no. Sin embargo, la chica de la melena color azabache permanecía tranquila frente a los tres profesores que la juzgaban. La miraban fijamente, aún seguían impresionados por lo que acababan de presenciar.
El veredicto estaba claro, lo sabían antes de empezar, pero una cosa es verlo y otra que te lo cuenten. A pesar de haber leído el amplio informe que el profesor Yamakichi les había entregado, seguían sin poder creérselo. El viejo profesor, que ahora estaba firme frente a ellos junto a la pequeña que acaban de examinar, henchido de orgullo. No había exagerado un ápice en su informe, sin lugar a dudas.
Apenas pasó un minuto antes de que el líder del jurado rompiese la monotonía del sonido de la lluvia golpeando las ventanas de aquella sala. Era un hombre de unos setenta años, casi cerca de los ochenta se podría decir, calvo y con una barba bastante descuidada, cabeza redonda y un buche que había aumentado con su edad.
—Uchiha Tomoe, aprobada— comenzó el anciano —Espero que honres esta bandana y lo que representa, tanto en el campo de batalla como fuera de él— el juez cogió una de las muchas bandanas que tenían sobre la mesa y la alzó con ambas manos tendiéndosela a la joven. Esta no se hizo esperar demasiado, estaba deseando acabar con toda aquella parafernalia, así que sin más se acerco y la tomo con su mano derecha sin muchos miramientos. Tras esto dio un paso atrás y quedó de nuevo frente al jurado, con su profesor a su izquierda —Puedes retirarte— la chica hizo una pequeña reverencia antes de darse la vuelta y comenzar a abandonar la sala, con paso resuelto, sin titubear lo más mínimo. Su profesor quiso felicitarla, pero no le dio tiempo a hacerlo, así que se limito a observar como se marchaba de la sala. De hecho todos los allí presentes (los tres jueces más el profesor) la seguían con la mirada, había algo en ella, quizás fuese esa manera tan grácil de moverse o ese vaivén de sus cabellos al caminar. Había algo en ella que hacia difícil ignorarla.
La Uchiha no tardó mucho en llegar al final de la sala, agarró el pomo de la puerta y la abrió tirando hacia ella. Lo primero que vio fue al resto de sus antiguos compañeros de clase, estaban sentados en bancas frente a la puerta esperando su turno, todos parecían bastante nerviosos y algunos incluso asustados. Tomoe cruzó el umbral sin prestar atención a las miradas de los demás, ni siquiera hizo gesto alguno, a ella no le importaba el resto de aquellos mocosos tan débiles como para dudar en pasar una prueba tan sencilla.
La, ahora, nueva kunoichi de Ame cruzó por el pasillo que dejaban las bancas para poder llegar a los ascensores. Podía sentir como todas las miradas se clavaban en su mano derecha, donde llevaba la bandana suavemente cogida, como si no le importase puesto que no le importaba lo más mínimo. Todos los que allí se encontraban, soñaban desde pequeños convertirse en grandes shinobis, la mayoría en aquella sala posiblemente se convertirían en gennins, pero apenas un puñado pasarán de ese rango. Por eso era tan importante para ellos no fallar ahora, pero para Tomoe no era más que otro paso demasiado fácil que dar.
No tardó más que unos segundos en cruzar entre las bancas para terminar posicionándose frente a los ascensores que conectaban las distintas plantas de la torre, suavemente apretó el botón con su mano izquierda. La chica permaneció de pie, con una mano apoyada en la cadera mientras observaba la bandana en su mano derecha con cierta indiferencia. Ladeo un poco la cabeza para poder lanzar una última mirada a la sala por encima de su delicado hombro. Un chico se levantaba en aquel instante y se disponía a entrar. Por alguna razón le llamó la atención, le sonaba de algo y eso era ya basante raro. Sin embargo, antes de que pudiese ubicarla, aquella chica de cabellos negros como el carbón se había perdido tras la puerta del examen. Tomoe por su parte devolvió la mirada hacia los ascensores deseando poder marcharse de aquel lugar cuanto antes, no soportaba estar rodeada de débiles
El veredicto estaba claro, lo sabían antes de empezar, pero una cosa es verlo y otra que te lo cuenten. A pesar de haber leído el amplio informe que el profesor Yamakichi les había entregado, seguían sin poder creérselo. El viejo profesor, que ahora estaba firme frente a ellos junto a la pequeña que acaban de examinar, henchido de orgullo. No había exagerado un ápice en su informe, sin lugar a dudas.
Apenas pasó un minuto antes de que el líder del jurado rompiese la monotonía del sonido de la lluvia golpeando las ventanas de aquella sala. Era un hombre de unos setenta años, casi cerca de los ochenta se podría decir, calvo y con una barba bastante descuidada, cabeza redonda y un buche que había aumentado con su edad.
—Uchiha Tomoe, aprobada— comenzó el anciano —Espero que honres esta bandana y lo que representa, tanto en el campo de batalla como fuera de él— el juez cogió una de las muchas bandanas que tenían sobre la mesa y la alzó con ambas manos tendiéndosela a la joven. Esta no se hizo esperar demasiado, estaba deseando acabar con toda aquella parafernalia, así que sin más se acerco y la tomo con su mano derecha sin muchos miramientos. Tras esto dio un paso atrás y quedó de nuevo frente al jurado, con su profesor a su izquierda —Puedes retirarte— la chica hizo una pequeña reverencia antes de darse la vuelta y comenzar a abandonar la sala, con paso resuelto, sin titubear lo más mínimo. Su profesor quiso felicitarla, pero no le dio tiempo a hacerlo, así que se limito a observar como se marchaba de la sala. De hecho todos los allí presentes (los tres jueces más el profesor) la seguían con la mirada, había algo en ella, quizás fuese esa manera tan grácil de moverse o ese vaivén de sus cabellos al caminar. Había algo en ella que hacia difícil ignorarla.
La Uchiha no tardó mucho en llegar al final de la sala, agarró el pomo de la puerta y la abrió tirando hacia ella. Lo primero que vio fue al resto de sus antiguos compañeros de clase, estaban sentados en bancas frente a la puerta esperando su turno, todos parecían bastante nerviosos y algunos incluso asustados. Tomoe cruzó el umbral sin prestar atención a las miradas de los demás, ni siquiera hizo gesto alguno, a ella no le importaba el resto de aquellos mocosos tan débiles como para dudar en pasar una prueba tan sencilla.
La, ahora, nueva kunoichi de Ame cruzó por el pasillo que dejaban las bancas para poder llegar a los ascensores. Podía sentir como todas las miradas se clavaban en su mano derecha, donde llevaba la bandana suavemente cogida, como si no le importase puesto que no le importaba lo más mínimo. Todos los que allí se encontraban, soñaban desde pequeños convertirse en grandes shinobis, la mayoría en aquella sala posiblemente se convertirían en gennins, pero apenas un puñado pasarán de ese rango. Por eso era tan importante para ellos no fallar ahora, pero para Tomoe no era más que otro paso demasiado fácil que dar.
No tardó más que unos segundos en cruzar entre las bancas para terminar posicionándose frente a los ascensores que conectaban las distintas plantas de la torre, suavemente apretó el botón con su mano izquierda. La chica permaneció de pie, con una mano apoyada en la cadera mientras observaba la bandana en su mano derecha con cierta indiferencia. Ladeo un poco la cabeza para poder lanzar una última mirada a la sala por encima de su delicado hombro. Un chico se levantaba en aquel instante y se disponía a entrar. Por alguna razón le llamó la atención, le sonaba de algo y eso era ya basante raro. Sin embargo, antes de que pudiese ubicarla, aquella chica de cabellos negros como el carbón se había perdido tras la puerta del examen. Tomoe por su parte devolvió la mirada hacia los ascensores deseando poder marcharse de aquel lugar cuanto antes, no soportaba estar rodeada de débiles