2/07/2016, 05:57
El joven de cabellos blancos sentía la necesidad de replicar algunas cosas sobre el asunto, pero no pudo más que ver como aquella muchacha se marchaba mientras aquel líquido se escurría por su nuca hasta gotear contra el suelo.
«Bueno, al menos ya pasó…» Apresuró su café mientras las miradas comenzaron a apartarse de su ser.
Aún era bastante temprano y ahora era libre de continuar con lo que estaba haciendo antes de que le interrumpieran tan de repente, pero lo cierto es que ya no estaba de humor para seguir leyendo aquel regalo del tendero del puesto de periódicos… Quizás fuera que por alguna razón ahora sentía un poco de vergüenza al imaginar que podría estar disfrutando de su revista y que de repente alguien pudiese llegar a hacer lo mismo que aquella muchachita.
«Bien podría irme a un lugar más tranquilo y apartado —pensó con molestia—, pero creo que eso sí sería un poco raro… Tal vez pudiera hacerlo en la habitación del hospedaje, pero si Naomi me consigue leyendo algo como esto…»
El joven de piel morena se limitó a devolver, no sin un poco de vergüenza, la revista que aquel sujeto le había regalado. En principio había alegado que no tenía ánimos como para disfrutar de ese tipo de material. «En el fondo, creo que solo me da vergüenza el llevármela, pero decirle eso me haría quedar como un mocoso.»
Llegó a la posada y se dio un largo baño, lo suficiente como para quitarse un poco del estrés acumulado. El día seguía siendo joven, el sol recién había alcanzado su punto más alto. En principio planeó quedarse en aquel cuarto y pasar las horas viendo por la ventana y leyendo, pero después de tan sólo media hora, sintió la necesidad de salir y caminar por las calles del pueblo. Su principal objetivo sería encontrar algún malhechor a cual ajusticiar «Parece que la buena vigilancia hace que la inseguridad se bastante baja», pero en ningún callejón o sitio de mala muerte encontró lo que buscaba.
Luego de dar vueltas por un sitio y otro, termino yendo casi inconscientemente a una librería que también era biblioteca. Era el establecimiento, de ese tipo, más grande de la frontera, contenía cientos de revistas y libros clasificados en cientos de categorías y ordenados en extensos y altos libreros.
El lugar lucía de lo más interesante, consiguiendo el completo interés de Kazuma. Sin embargo, el sitio estaba atestado de personas, algo un tanto molesto. Al final el silencio y el buen ambiente terminaron por capturarlo. Le parecía que pasar la tarde en aquel sitio era lo más relajante y tranquilo que podía hacer.
«Creo que es un buen sitio para pasar el resto del día.» Pensó aquellos mientras tomaba un libro al azar, de un anaquel al azar, en una sección al azar.
«Bueno, al menos ya pasó…» Apresuró su café mientras las miradas comenzaron a apartarse de su ser.
Aún era bastante temprano y ahora era libre de continuar con lo que estaba haciendo antes de que le interrumpieran tan de repente, pero lo cierto es que ya no estaba de humor para seguir leyendo aquel regalo del tendero del puesto de periódicos… Quizás fuera que por alguna razón ahora sentía un poco de vergüenza al imaginar que podría estar disfrutando de su revista y que de repente alguien pudiese llegar a hacer lo mismo que aquella muchachita.
«Bien podría irme a un lugar más tranquilo y apartado —pensó con molestia—, pero creo que eso sí sería un poco raro… Tal vez pudiera hacerlo en la habitación del hospedaje, pero si Naomi me consigue leyendo algo como esto…»
El joven de piel morena se limitó a devolver, no sin un poco de vergüenza, la revista que aquel sujeto le había regalado. En principio había alegado que no tenía ánimos como para disfrutar de ese tipo de material. «En el fondo, creo que solo me da vergüenza el llevármela, pero decirle eso me haría quedar como un mocoso.»
Llegó a la posada y se dio un largo baño, lo suficiente como para quitarse un poco del estrés acumulado. El día seguía siendo joven, el sol recién había alcanzado su punto más alto. En principio planeó quedarse en aquel cuarto y pasar las horas viendo por la ventana y leyendo, pero después de tan sólo media hora, sintió la necesidad de salir y caminar por las calles del pueblo. Su principal objetivo sería encontrar algún malhechor a cual ajusticiar «Parece que la buena vigilancia hace que la inseguridad se bastante baja», pero en ningún callejón o sitio de mala muerte encontró lo que buscaba.
Luego de dar vueltas por un sitio y otro, termino yendo casi inconscientemente a una librería que también era biblioteca. Era el establecimiento, de ese tipo, más grande de la frontera, contenía cientos de revistas y libros clasificados en cientos de categorías y ordenados en extensos y altos libreros.
El lugar lucía de lo más interesante, consiguiendo el completo interés de Kazuma. Sin embargo, el sitio estaba atestado de personas, algo un tanto molesto. Al final el silencio y el buen ambiente terminaron por capturarlo. Le parecía que pasar la tarde en aquel sitio era lo más relajante y tranquilo que podía hacer.
«Creo que es un buen sitio para pasar el resto del día.» Pensó aquellos mientras tomaba un libro al azar, de un anaquel al azar, en una sección al azar.