2/07/2016, 13:03
Tsuchiyōbi, Augurio, otoño del 201.
¿Adivinas quién ha vuelto a casa? Sí, exacto, tu dueña. Pensé en escribir anoche, pero llegué tan cansada que busqué casi con desesperación mi cama para zambullirme en ella y no salir en tres días... Aunque al final he terminado por madrugar. Gajes del oficio, supongo.
¿Mi viaje? En resumen, Toyo me ha dado una paliza. ¿Que qué me hizo? Mejor dicho, ¡qué no ha hecho! Nada más salir de Uzushio, con todo el equipaje a cuestas (la mochila abultaba más que yo), me hizo correr un buen trecho del viaje corriendo, saltando de árbol en árbol e, incluso a veces, me hacía dar volteretas. ¡Solo para calentar! Este tío está loco, te lo digo yo.
Después de casi tres días de viaje, llegamos a la villa de las Aguas Termales donde Toyo, tan ancho y pancho, decide meterse en el hostal más alejado del pueblo, alegando que ''es donde mejor podremos entrenar'', ¡pero bien que se daba unos baños nocturnos que flipas! En fin, vayamos al grano, que me enervo.
Casi siempre nos íbamos detrás del hostal para calentar y entrenar el taijutsu básico de forma sencilla, y luego íbamos a por el entrenamiento del elemento rayo. Al principio no me salía, y eso hacía que perdiese los nervios fácilmente. ¡Incluso había días en los que mandaba todo al diablo y me perdía por los alrededores! Hasta que un día... Pasó.
— Venga, Eri, concéntrate y atácame con la técnica básica del raiton. —Me alentó Toyo mirándome con ojos esperanzadores. — Sé que puedes, has estado entrenando para esto.
Hice los sellos correspondientes y luego coloqué mis manos en posición, cerré los ojos, asustada por no ver ningún tipo de resultado, cuando... ¡Justo comenzaron a salir chispas eléctricas hacia él! Le di, sí, aunque no fue muy eficaz, salté de alegría al comprobar que había conseguido realizar la técnica. Toyo se acercó y me felicitó por mi primera hazaña, aunque también...
—¡No debes cantar victoria todavía, Eri! Te queda mucho por descubrir aún. —Y volvimos al trabajo.
Así durante los siete días restantes.
Bueno, miento, ya que ocurrió algo bastante inoportuno en nuestra estancia allí: fue como una explosión extraña en el centro de la villa, quizás alguien tuvo un accidente, no me enteré bien, solo sé que me ofrecí voluntaria para ayudar a los heridos que ocasionó aquel desastre y me vi obligada a aplazar mi entrenamiento del Raiton, aunque, por otro lado, me sirvió para no dejar de lado mis quehaceres médicos y aprendí varias cosas con los médicos locales de allí. Además, por suerte ningún civil resultó muerto o gravemente herido, así que entre todos logramos volver a poner en marcha aquel lugar. Aunque tampoco es que fuese mucho de ayuda...
Pero bueno, algo es algo, ¿no?
Al final volvimos una noche oscura, de nubes negras y amenazantes con llover, pero no llovió, aunque sí hacía bastante viento. Llegamos en cuatro días a la villa, justamente ayer. Y no he vuelto a ver a Toyo, aunque afirma estar muy orgulloso de mí.
Espero que sea cierto.
Hoy iré a ver a mi vecina, y comenzaré a ir al hospital más a menudo, con todo el problema del País del Rayo, me han entrado muchas ganas de entrenar mis artes médicas... Quiero convertirme en un buen ninja médico. A ver si con suerte me prestan un par de libros nuevos para leer, ya que ahora tendré bastante tiempo libre y eso me hace pensar en muchas cosas, y, sinceramente... No me apetece pensar.
Llegar a casa ha sido un alivio, pero también un cúmulo de pensamientos y sentimientos apartados han aparecido de golpe y ahora siento una opresión en el pecho... ¿Qué será? Espero que nada grave, puesto que no entiendo de que se trata, y yo soy la médica. Será... ¿Añoranza? ¿Tristeza? ¿Nostalgia? Pero... ¿Por qué?
No lo logro comprender.
¿Adivinas quién ha vuelto a casa? Sí, exacto, tu dueña. Pensé en escribir anoche, pero llegué tan cansada que busqué casi con desesperación mi cama para zambullirme en ella y no salir en tres días... Aunque al final he terminado por madrugar. Gajes del oficio, supongo.
¿Mi viaje? En resumen, Toyo me ha dado una paliza. ¿Que qué me hizo? Mejor dicho, ¡qué no ha hecho! Nada más salir de Uzushio, con todo el equipaje a cuestas (la mochila abultaba más que yo), me hizo correr un buen trecho del viaje corriendo, saltando de árbol en árbol e, incluso a veces, me hacía dar volteretas. ¡Solo para calentar! Este tío está loco, te lo digo yo.
Después de casi tres días de viaje, llegamos a la villa de las Aguas Termales donde Toyo, tan ancho y pancho, decide meterse en el hostal más alejado del pueblo, alegando que ''es donde mejor podremos entrenar'', ¡pero bien que se daba unos baños nocturnos que flipas! En fin, vayamos al grano, que me enervo.
Casi siempre nos íbamos detrás del hostal para calentar y entrenar el taijutsu básico de forma sencilla, y luego íbamos a por el entrenamiento del elemento rayo. Al principio no me salía, y eso hacía que perdiese los nervios fácilmente. ¡Incluso había días en los que mandaba todo al diablo y me perdía por los alrededores! Hasta que un día... Pasó.
— Venga, Eri, concéntrate y atácame con la técnica básica del raiton. —Me alentó Toyo mirándome con ojos esperanzadores. — Sé que puedes, has estado entrenando para esto.
Hice los sellos correspondientes y luego coloqué mis manos en posición, cerré los ojos, asustada por no ver ningún tipo de resultado, cuando... ¡Justo comenzaron a salir chispas eléctricas hacia él! Le di, sí, aunque no fue muy eficaz, salté de alegría al comprobar que había conseguido realizar la técnica. Toyo se acercó y me felicitó por mi primera hazaña, aunque también...
—¡No debes cantar victoria todavía, Eri! Te queda mucho por descubrir aún. —Y volvimos al trabajo.
Así durante los siete días restantes.
Bueno, miento, ya que ocurrió algo bastante inoportuno en nuestra estancia allí: fue como una explosión extraña en el centro de la villa, quizás alguien tuvo un accidente, no me enteré bien, solo sé que me ofrecí voluntaria para ayudar a los heridos que ocasionó aquel desastre y me vi obligada a aplazar mi entrenamiento del Raiton, aunque, por otro lado, me sirvió para no dejar de lado mis quehaceres médicos y aprendí varias cosas con los médicos locales de allí. Además, por suerte ningún civil resultó muerto o gravemente herido, así que entre todos logramos volver a poner en marcha aquel lugar. Aunque tampoco es que fuese mucho de ayuda...
Pero bueno, algo es algo, ¿no?
Al final volvimos una noche oscura, de nubes negras y amenazantes con llover, pero no llovió, aunque sí hacía bastante viento. Llegamos en cuatro días a la villa, justamente ayer. Y no he vuelto a ver a Toyo, aunque afirma estar muy orgulloso de mí.
Espero que sea cierto.
Hoy iré a ver a mi vecina, y comenzaré a ir al hospital más a menudo, con todo el problema del País del Rayo, me han entrado muchas ganas de entrenar mis artes médicas... Quiero convertirme en un buen ninja médico. A ver si con suerte me prestan un par de libros nuevos para leer, ya que ahora tendré bastante tiempo libre y eso me hace pensar en muchas cosas, y, sinceramente... No me apetece pensar.
Llegar a casa ha sido un alivio, pero también un cúmulo de pensamientos y sentimientos apartados han aparecido de golpe y ahora siento una opresión en el pecho... ¿Qué será? Espero que nada grave, puesto que no entiendo de que se trata, y yo soy la médica. Será... ¿Añoranza? ¿Tristeza? ¿Nostalgia? Pero... ¿Por qué?
No lo logro comprender.