2/07/2016, 14:20
El Takanashi negó con la cabeza, no le agradaba que su padre se comportase prepotente con ella. Bueno, en general no le agrada su forma de proceder, para los que le conocen es bastante normal, pero eso no significa que te acostumbres al regaño. Tatsuya sabía eso a la perfección. A su parecer, la Hyuga había ayudado mucho más que él.
—No te reprendas a tí misma, fuiste tú quién descubrió el engaño, fuieste tú quién me salvó cuaaaando estaba a punto de rematarme. Pero bueno, tienes razón, regresemos al pueblo— El Takanashi se levantó y tomó el remo. —Suban, sólo es de cruzar la otra orilla— Les ofreció sonriente.
Sí todo marchaba bien, sería un paseo casi placentero por el lago. Los destellos del sol matinal se reflejaban en las cristalinas aguas, la brisa susurraría y el rocío los acariciaría, como por arte de magia aquel tétrico lugar volvió a ser un bello paisaje. Era extraño como el día y la noche cambiaban aquel sitio. El Takanashi pensó que más allá de los genjutsus quizás si había algo más en ese lugar, recuerda haber escuchado un llanto en un punto álgido, un llanto irreconocible.
"¿Realmente existirán los fantasmas?"
Ya estaban llegando a la otra orilla, una libélula voló cerca de ellos y la niña, temerosa pero curiosa observó el raro danzar del insecto hasta que se marchó. A lo lejos podrían ver un árbol seco y solitario, el lugar donde se conocieron. Tatsuya no le prestó mayor atención a ello, pues sólo quería regresar y poder descansar un poco.
—Ya casi llegamos— Volteó a ver a la pequeña —Tú mamá estará feliz de verte— Quizo animarla.
—No te reprendas a tí misma, fuiste tú quién descubrió el engaño, fuieste tú quién me salvó cuaaaando estaba a punto de rematarme. Pero bueno, tienes razón, regresemos al pueblo— El Takanashi se levantó y tomó el remo. —Suban, sólo es de cruzar la otra orilla— Les ofreció sonriente.
Sí todo marchaba bien, sería un paseo casi placentero por el lago. Los destellos del sol matinal se reflejaban en las cristalinas aguas, la brisa susurraría y el rocío los acariciaría, como por arte de magia aquel tétrico lugar volvió a ser un bello paisaje. Era extraño como el día y la noche cambiaban aquel sitio. El Takanashi pensó que más allá de los genjutsus quizás si había algo más en ese lugar, recuerda haber escuchado un llanto en un punto álgido, un llanto irreconocible.
"¿Realmente existirán los fantasmas?"
Ya estaban llegando a la otra orilla, una libélula voló cerca de ellos y la niña, temerosa pero curiosa observó el raro danzar del insecto hasta que se marchó. A lo lejos podrían ver un árbol seco y solitario, el lugar donde se conocieron. Tatsuya no le prestó mayor atención a ello, pues sólo quería regresar y poder descansar un poco.
—Ya casi llegamos— Volteó a ver a la pequeña —Tú mamá estará feliz de verte— Quizo animarla.