2/07/2016, 22:38
Puesto que ni el moreno ni nadie del público la había vuelto a fastidiar, la kunoichi siguió su camino directamente hacia la posada en la que se hospedaba para justamente lavarse el cabello en primera medida lo cual no le llevó demasiado siendo que apenas se lo había enjuagado. Nunca fue de esas que dedican horas al cuidado de la estética así que en pocos minutos ya estaba fuera del baño una vez más.
Lo malo es que aún era muy temprano para todo, cenar, dormir, etc. Así que la pelirroja no tuvo mejor idea que tomar sus cosas y salir una vez más a la calle donde por casualidades de la vida pudo vislumbrar a un hombre de unos treinta años que iba corriendo, bastante asustado a decir verdad aunque tenía una cara digna de delincuentes y como no, un par de guardias persiguiéndole.
—¡Detenedlo! —Gritaban aquellos dos que no parecían ser capaces de alcanzar a ese ladrón que iba con un saco lleno de alguna cosa.
Venga, era el típico estereotipo de ladrón que lleva consigo un saco más grande que si mismo a cuestas y claro, era igual de inútil así que con una zancadilla de parte de la kunoichi el hombre se fue de bruces al suelo y no, aquello no fue suficiente para que los guardias le alcanzaran.
—¡Pero que lo paréis! —Exclamaron al unísono aquellos dos.
Como no, la pelirroja metiéndose en líos que ni siquiera la involucran directamente. ~Que pesados. ~Se quejó Ritsuko en lo que comenzaba a correr en dirección al hombre que no tardó mucho en desaparecer al ingresar a un local que parecía ser una biblioteca…
La chica corría en silencio a diferencia de sus nuevos ‘compañeros’ de trabajo y a diferencia de esos dos ella iba mucho más rápido por lo que, dentro de las instalaciones logró saltarle encima del enorme saco y hacerle perder el equilibrio.
Lo malo era que el ladrón se fue de cara al piso y Ritsuko salió volando literalmente hasta que atravesó una estantería por suerte, de las que no tenían una tabla que marcase el límite a los libros por lo que tras tirar libros en todas direcciones la chica quedó atascada en el estante y… A unos pasos de distancia del chico que hace un rato se había topado con una revista erótica.
—¿De nuevo…? —Fue lo único que soltó la kunoichi mientras buscaba con ambas manos el sostenerse de un estante inferior para no caerse.
Desde un lado de la estantería la gente podría ver el trasero de la chica y sus piernas buscando soporte en un estante de abajo, desde el otro, donde se encontraba el albino podrían apreciar el torso de la pelirroja algo estático puesto que prefería centrarse en sus piernas.
Lo malo es que aún era muy temprano para todo, cenar, dormir, etc. Así que la pelirroja no tuvo mejor idea que tomar sus cosas y salir una vez más a la calle donde por casualidades de la vida pudo vislumbrar a un hombre de unos treinta años que iba corriendo, bastante asustado a decir verdad aunque tenía una cara digna de delincuentes y como no, un par de guardias persiguiéndole.
—¡Detenedlo! —Gritaban aquellos dos que no parecían ser capaces de alcanzar a ese ladrón que iba con un saco lleno de alguna cosa.
Venga, era el típico estereotipo de ladrón que lleva consigo un saco más grande que si mismo a cuestas y claro, era igual de inútil así que con una zancadilla de parte de la kunoichi el hombre se fue de bruces al suelo y no, aquello no fue suficiente para que los guardias le alcanzaran.
—¡Pero que lo paréis! —Exclamaron al unísono aquellos dos.
Como no, la pelirroja metiéndose en líos que ni siquiera la involucran directamente. ~Que pesados. ~Se quejó Ritsuko en lo que comenzaba a correr en dirección al hombre que no tardó mucho en desaparecer al ingresar a un local que parecía ser una biblioteca…
La chica corría en silencio a diferencia de sus nuevos ‘compañeros’ de trabajo y a diferencia de esos dos ella iba mucho más rápido por lo que, dentro de las instalaciones logró saltarle encima del enorme saco y hacerle perder el equilibrio.
Lo malo era que el ladrón se fue de cara al piso y Ritsuko salió volando literalmente hasta que atravesó una estantería por suerte, de las que no tenían una tabla que marcase el límite a los libros por lo que tras tirar libros en todas direcciones la chica quedó atascada en el estante y… A unos pasos de distancia del chico que hace un rato se había topado con una revista erótica.
—¿De nuevo…? —Fue lo único que soltó la kunoichi mientras buscaba con ambas manos el sostenerse de un estante inferior para no caerse.
Desde un lado de la estantería la gente podría ver el trasero de la chica y sus piernas buscando soporte en un estante de abajo, desde el otro, donde se encontraba el albino podrían apreciar el torso de la pelirroja algo estático puesto que prefería centrarse en sus piernas.