4/07/2016, 15:59
—¿¡Quién cojones es!?— Se le escuchó gritar al monje desde el interior del templo —¿¡Que mierd...!? ¡JODER!— Exclamó al abrir la puerta y encontrrarse al Uchiha mientras un panda se acercaba a toda velocidad hacia ellos —¡Hidetaka ven rápido!— El bigote se le despeinó del puro susto.
Ikki abrió de par en par el portón para dejar espacio a entrar tanto a Datsue cómo al panda, así el monje corrió tan rápido cómo su joroba se lo permitía mientras su asistente se acercaba con un maletín colgando. El panda entraría al recinto gruñendo y cuando parecía estar a punto de echarséles encima al Uchiha y al anciano el moreno intervino y sacó una cerbatana para dispararle un pequeño dardo en la frente al panda.
El proyectil se clavó en su frente y se frenó para sentarse y usar sus patas para quitárselo, aunque luego ya no tenía fuerzas para levantarse. El efecto del tranquilizante que estaba en el dardo hizo efecto y el oso poco a poco se fue calmando hasta quedarse dormido.
—Ya estoy viejo para esto— Bufó el monje cuyo bigote ahora parecía un erizo de mar —¿Y tú que? ¿Y el otro?— Le inquirió al chico del moño.
Mientras tanto el Takanashi seguía cavando y cortando con cuidado los trozos de roca, debia removerlos con cuidado para que no fuera a caerle uno encima al animal. El sol se ponía y cuando por fin estaba lo suficientemente ancha se agachó y tomó entre sus brazos al peludito animal.
—Shh, shh, tranquilo— Intentó calmarlo.
Se había ensuciado no sólo su espada sino también buena parte de sus ropas, pero no le importaba ya que había logrado su cometido. Lo tomó en su regazo y mientras la noche se apoderaba del firmamento se fue rumbo al pueblo de regreso, esperando que el monjde no lo regañase por su tardanza, pero pensaba que al ver cómo había rescatado al panda le perdonaría.
Ikki abrió de par en par el portón para dejar espacio a entrar tanto a Datsue cómo al panda, así el monje corrió tan rápido cómo su joroba se lo permitía mientras su asistente se acercaba con un maletín colgando. El panda entraría al recinto gruñendo y cuando parecía estar a punto de echarséles encima al Uchiha y al anciano el moreno intervino y sacó una cerbatana para dispararle un pequeño dardo en la frente al panda.
El proyectil se clavó en su frente y se frenó para sentarse y usar sus patas para quitárselo, aunque luego ya no tenía fuerzas para levantarse. El efecto del tranquilizante que estaba en el dardo hizo efecto y el oso poco a poco se fue calmando hasta quedarse dormido.
—Ya estoy viejo para esto— Bufó el monje cuyo bigote ahora parecía un erizo de mar —¿Y tú que? ¿Y el otro?— Le inquirió al chico del moño.
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Mientras tanto el Takanashi seguía cavando y cortando con cuidado los trozos de roca, debia removerlos con cuidado para que no fuera a caerle uno encima al animal. El sol se ponía y cuando por fin estaba lo suficientemente ancha se agachó y tomó entre sus brazos al peludito animal.
—Shh, shh, tranquilo— Intentó calmarlo.
Se había ensuciado no sólo su espada sino también buena parte de sus ropas, pero no le importaba ya que había logrado su cometido. Lo tomó en su regazo y mientras la noche se apoderaba del firmamento se fue rumbo al pueblo de regreso, esperando que el monjde no lo regañase por su tardanza, pero pensaba que al ver cómo había rescatado al panda le perdonaría.