Tras recuperarse del impacto el de ojos dispares se fue a duchar con suma precaución, estaba alerta y revisó cada milímetro del lugar para asegurarse de que su "compañero" no le hubiese puesto más trampas. Podría parecer un poco paranoico pero no iba a dejar que se la jugara dos veces. Cuando terminó se fue a desayunar pero sin bajar la guardia un sólo segundo, estaba muy enfadado y no pudo disfrutar del todo su café, al final dejó la comida a medias para que no le dieran agruras. Se aseguró de entregarle esta vez el dinero en la mera mano a la camarera para evitar malentendidos y se dirigió al templo de los pandas.
Para cuando llegó encontró a Hidetaka en las afueras con otro cargamento de cañas de azúcar. El moreno lucía extrañado y se puso ladear la cabeza cómo intentando divisar a Datsue detrás de la espalda del Takanashi.
—El quizás venga más tarde— Le dijo, aunque el no sabía que su compatriota iba a hacerlo quedar mal otra vez.
Hidetaka se encogió de hombros y le entregó el paquete, ante lo cual Tatsuya reverenció en agradecimiento y se fue rumbo al bosque.
Se fue por una ruta muy distinta a la del día anterior con la esperanza de localizar más pandas. Grata fue sorpresa al ver varios bambués con señas de mordiscos, siguió aquel rastro con alegría y mayor su gusto al divisar no uno, sino dos pandas jugando en la nieve cerca de una especie de madriguera.
"Deben ser hermanos, quizás pandas jóvenes. Suelen ser más confiados y juguetones"
Después de tantos disgustos ahora la suerte se ponía de su lado.
Por el rumbo que tomó Datsue no había más que nieve, nieve y más nieve. No había huellas de nada, pero pronto algo extraño en el paisaje se haría notorio. Poco a poco la cantidad de árboles de bambú iba disminuyendo conforme se adentraba en el bosque. Era raro considerando que debía ser justamente lo contario. De no ser porque la nieve había cubierto el suelo podría haber visto los huecos que quedaron luego de que las cañas fueron arrancadas de raíz
A lo lejos un extraño objeto destacaba entre la ausencia de flora, una gran colina de nieve, de tres metros de alto, redonda a más no poder. Aquello descuadraba el terreno, la mini-montaña se alzaba en medio de una zona donde no quedaban rastros de bambú...
Para cuando llegó encontró a Hidetaka en las afueras con otro cargamento de cañas de azúcar. El moreno lucía extrañado y se puso ladear la cabeza cómo intentando divisar a Datsue detrás de la espalda del Takanashi.
—El quizás venga más tarde— Le dijo, aunque el no sabía que su compatriota iba a hacerlo quedar mal otra vez.
Hidetaka se encogió de hombros y le entregó el paquete, ante lo cual Tatsuya reverenció en agradecimiento y se fue rumbo al bosque.
Se fue por una ruta muy distinta a la del día anterior con la esperanza de localizar más pandas. Grata fue sorpresa al ver varios bambués con señas de mordiscos, siguió aquel rastro con alegría y mayor su gusto al divisar no uno, sino dos pandas jugando en la nieve cerca de una especie de madriguera.
"Deben ser hermanos, quizás pandas jóvenes. Suelen ser más confiados y juguetones"
Después de tantos disgustos ahora la suerte se ponía de su lado.
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Por el rumbo que tomó Datsue no había más que nieve, nieve y más nieve. No había huellas de nada, pero pronto algo extraño en el paisaje se haría notorio. Poco a poco la cantidad de árboles de bambú iba disminuyendo conforme se adentraba en el bosque. Era raro considerando que debía ser justamente lo contario. De no ser porque la nieve había cubierto el suelo podría haber visto los huecos que quedaron luego de que las cañas fueron arrancadas de raíz
A lo lejos un extraño objeto destacaba entre la ausencia de flora, una gran colina de nieve, de tres metros de alto, redonda a más no poder. Aquello descuadraba el terreno, la mini-montaña se alzaba en medio de una zona donde no quedaban rastros de bambú...
2 AO
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