Mientras las cañas de bambú se volvían un recuerdo en el horizonte el ninja de los ojos dispares divisó a su "colega" cerca de un gran tumulto de nieve. Le pareció escuchar que su compañero hablaba con alguien, pero en aquel sitio no había nadie más, sólo los dos shinobis. Quizás el muchacho padeciese alucionaciones o algo, era lo único que explicaba aquello.
"Grosero, rencoroso y de paso loco"
Dió un salto y se acercó al otro genin. Nada de sutilezas ni nada, el Uchiha ya debía haberse dado cuenta de su presencia hace mucho.
—Datsue-kun, ¿que te habías hecho?— Rompió el hielo, porque era obvio que el del moño no iba a hacerlo.
Justo cuando el Takanashi habló el oso se levantó sobre sus cuatro patas y se sacudió con violencia para quitarse toda la nieve de encima, tirándola sobre los dos ninjas de paso.
—¿¡Pero que demonios!?
Estando de pie se notaba que era mucho más grande de lo que aparentaba en un principio, llegando a casi cuatro metros a la altura de la cruz. Tatsuya dedujo que era Kumaneko, el gran oso gato. Eso explicaba porqué todos los bambués de la zona habían desaparecido, el panda devoró todos los alrededores. Se le hacía un tanto familiar, quizás lo vió de pequeño, aunque no lo recordaba tan enorme. De hecho le parecía aún más grande que cuando era niño. El oso bostezó y parpadeó antes de dejarse ir de espaldas, acostándose boca arriba en la nieve y rascándose la panza sin prestarle atención a los genins de Taki.
—Por las cejas de Yubiwa...— No se le ocurría una buena manera de que les hiciera caso.
"Grosero, rencoroso y de paso loco"
Dió un salto y se acercó al otro genin. Nada de sutilezas ni nada, el Uchiha ya debía haberse dado cuenta de su presencia hace mucho.
—Datsue-kun, ¿que te habías hecho?— Rompió el hielo, porque era obvio que el del moño no iba a hacerlo.
Justo cuando el Takanashi habló el oso se levantó sobre sus cuatro patas y se sacudió con violencia para quitarse toda la nieve de encima, tirándola sobre los dos ninjas de paso.
—¿¡Pero que demonios!?
Estando de pie se notaba que era mucho más grande de lo que aparentaba en un principio, llegando a casi cuatro metros a la altura de la cruz. Tatsuya dedujo que era Kumaneko, el gran oso gato. Eso explicaba porqué todos los bambués de la zona habían desaparecido, el panda devoró todos los alrededores. Se le hacía un tanto familiar, quizás lo vió de pequeño, aunque no lo recordaba tan enorme. De hecho le parecía aún más grande que cuando era niño. El oso bostezó y parpadeó antes de dejarse ir de espaldas, acostándose boca arriba en la nieve y rascándose la panza sin prestarle atención a los genins de Taki.
—Por las cejas de Yubiwa...— No se le ocurría una buena manera de que les hiciera caso.