6/07/2016, 20:41
No sabría decir cúanto tiempo habia transcurrido, lo que sí sabía era que como mínimo se había alejado un kilómetro de su posición original. El panda se refugió bajo lo que parecían ser unas extrañas formaciones rocosas, eran piedras alargadas en posición diagonal y el panda se llegó a acurrucar temblando de miedo. El Takanashi se soltó, sus manos ya no le permitían seguir sujetándose al animal. Sentía mucha pena al ver al gran oso asustado hecho bolita, se acercó y trató de acariciarlo,.pero recibió un empujón en respuesta.
—No te haré nada malo— Intentó consolarlo aunque bien sabía que no era capaz de entenderle.
Nada había funcionado, era obvio que Kumaneko no deseaba volver.
"No lo culpo"
Los pandas en cuativerio se vuelven impotentes, agresivos y melancólicos. Se sabe que las madres se niegan a cuidar de sus cachorros que mueren mucho antes de madurar. A pesar de las buenas intenciones que pueda tener alguien para cuidarlos al darles comida y protección es más que obvio que no eran animales domésticos. Cuando alguien ve a un panda en un parque o demás no sabe cuán mal puede estar. De niño no se lo imaginaba, ya de grande, le dolía. Pero su misión era regresarlo, por mucho que quisiera dejarlo libre, las órdenes eran órdenes.
Tatsuya creía tener una idea, pero era muy trabajosa. Pronto unos copos de nieve empezaron a caer con suavidad en el paisaje, el espadachín fue a cortar un bambú común y corriente para dárselo al oso... No funcionó. No iba a rendirse, se puso a la par del panda y se recostó en la nieve. El oso se viró curioso, cuando el Takanashi tuvo su atención empezó a dar vueltas en la nieve. El panda extrañado, empezó a revolcarse de espaldas en la nieve también.
"En invierno a los pandas les gusta jugar en la nieve... Pero quizás este nunca antes había podido hacerlo"
Ahora recordaba, era el mismo panda amargado de hace siete años. Aunque su plan estaba marchando sobre ruedas no pudo evitar el sentirse un poco culpable. El oso se levantó y se sacudió un poco, tomó el bambú y se lo comió de dos mordiscos. El Takanashi se levantó y con ayuda de su espada fue a cortar más y más bambués, hasta que el panda ya no quiso comer y prefirió tomar una siesta. El de ojos dispares no iba a detenerlo, no iba a arruinar su plan a estas alturas. Se acercó al panda y se acostó usando el pelaje como cama y almohada.
A pesar del frío no le costó dormirse pues el felpudo oso lo abrigaba, tan rápido terminó en el mundo de los sueños que no se dió cuenta que el oso lo abrazó con la pata. Todo fuera por el plan.
—No te haré nada malo— Intentó consolarlo aunque bien sabía que no era capaz de entenderle.
Nada había funcionado, era obvio que Kumaneko no deseaba volver.
"No lo culpo"
Los pandas en cuativerio se vuelven impotentes, agresivos y melancólicos. Se sabe que las madres se niegan a cuidar de sus cachorros que mueren mucho antes de madurar. A pesar de las buenas intenciones que pueda tener alguien para cuidarlos al darles comida y protección es más que obvio que no eran animales domésticos. Cuando alguien ve a un panda en un parque o demás no sabe cuán mal puede estar. De niño no se lo imaginaba, ya de grande, le dolía. Pero su misión era regresarlo, por mucho que quisiera dejarlo libre, las órdenes eran órdenes.
Tatsuya creía tener una idea, pero era muy trabajosa. Pronto unos copos de nieve empezaron a caer con suavidad en el paisaje, el espadachín fue a cortar un bambú común y corriente para dárselo al oso... No funcionó. No iba a rendirse, se puso a la par del panda y se recostó en la nieve. El oso se viró curioso, cuando el Takanashi tuvo su atención empezó a dar vueltas en la nieve. El panda extrañado, empezó a revolcarse de espaldas en la nieve también.
"En invierno a los pandas les gusta jugar en la nieve... Pero quizás este nunca antes había podido hacerlo"
Ahora recordaba, era el mismo panda amargado de hace siete años. Aunque su plan estaba marchando sobre ruedas no pudo evitar el sentirse un poco culpable. El oso se levantó y se sacudió un poco, tomó el bambú y se lo comió de dos mordiscos. El Takanashi se levantó y con ayuda de su espada fue a cortar más y más bambués, hasta que el panda ya no quiso comer y prefirió tomar una siesta. El de ojos dispares no iba a detenerlo, no iba a arruinar su plan a estas alturas. Se acercó al panda y se acostó usando el pelaje como cama y almohada.
A pesar del frío no le costó dormirse pues el felpudo oso lo abrigaba, tan rápido terminó en el mundo de los sueños que no se dió cuenta que el oso lo abrazó con la pata. Todo fuera por el plan.