6/07/2016, 22:11
El cielo, de color crema amarillento con manchas negras en vez de nubes. Abajo, lo que en un inicio podría parecer pasto era en realidad una gran capa de pelo suavesito. Había un panda muy pequeño enfrente, y delante de él una silueta humanoide distorsionada de color negro, con orejas oso en cuyo rostro no había ojos ni nariz pero sí una gran sonrisa. Ese supuesto hombre hablaba, pero los sonidos que emitía eran una mezcla de ladridos y balidos, cómo los de un panda.
El panda corría tras la silueta saltando de alegría. Detrás del panda fueron apareciendo siluetas de niños, algunas borrosas, otras claras, pero todos con orejas de panda, bambués iban surgiendo ante el desfile de gruñidos mientras iban saltantando tras el pequeñin.
De pronto, la silueta del hombre sonriente desapareció. En su lugar un viejo jorobado caminaba desde la lejanía, con cada paso que daba iba creciendo un metro y sus huellas dejaban quemado el suelo de peluche. Era gigante, de casi 10 metros, no tenía orejas de panda pero sí un gran bigote y cola de tigre. El viejo tomó con dos de sus dedos al pequeño panda y lo metió en una caja enorme.
La caja tenía bambués pintados, pero cuando el osito trataba de alcanzarlos lo único que lograba era arañar la pared. El hombre que observaba abrió su puño y dejó caer una lluvia de cañas de azúcar dentro de la caja. Los niños entraron a la caja, pero aunque ellos seguían saltando alegres el pequeño panda estaba inmóvil, quieto en medio de la caja. Al final niños se fueron, sólo quedó uno, uno que no ladraba ni chillaba, un moreno de cabellos marrones y orejas de panda.
Al final el moreno caminó, también se iba a ir. Pero antes de hacerlo usó sus dos brazos para empujar la pared de la caja, tirándola abajo. El moreno corrió, y el pequeño panda fue tras él...
El panda corría tras la silueta saltando de alegría. Detrás del panda fueron apareciendo siluetas de niños, algunas borrosas, otras claras, pero todos con orejas de panda, bambués iban surgiendo ante el desfile de gruñidos mientras iban saltantando tras el pequeñin.
De pronto, la silueta del hombre sonriente desapareció. En su lugar un viejo jorobado caminaba desde la lejanía, con cada paso que daba iba creciendo un metro y sus huellas dejaban quemado el suelo de peluche. Era gigante, de casi 10 metros, no tenía orejas de panda pero sí un gran bigote y cola de tigre. El viejo tomó con dos de sus dedos al pequeño panda y lo metió en una caja enorme.
La caja tenía bambués pintados, pero cuando el osito trataba de alcanzarlos lo único que lograba era arañar la pared. El hombre que observaba abrió su puño y dejó caer una lluvia de cañas de azúcar dentro de la caja. Los niños entraron a la caja, pero aunque ellos seguían saltando alegres el pequeño panda estaba inmóvil, quieto en medio de la caja. Al final niños se fueron, sólo quedó uno, uno que no ladraba ni chillaba, un moreno de cabellos marrones y orejas de panda.
Al final el moreno caminó, también se iba a ir. Pero antes de hacerlo usó sus dos brazos para empujar la pared de la caja, tirándola abajo. El moreno corrió, y el pequeño panda fue tras él...