7/07/2016, 22:44
La peliblanca siguió caminando tranquilamente, distraída con una pareja de gorriones que jugueteaban entre las ramas de los cerezos. Por unos instantes, se sorprendió a sí misma disfrutando de aquella paz.
"Casi parece que no haya ocurrido nada..." suspiró la peliblanca que poco a poco se aproximaba hasta la plaza que presidía aquel enorme cerezo rodeado de cintas blancas "Y sin embargo..." agitó la cabeza para detenerse a si misma "No, no, ahora qu estaba también... bastante tengo con las noches..." se regañó
Cuando se dio cuenta, estaba pasando junto al chico que parecía observar el árbol casi de manera obsesiva. En otros tiempos se hubiese detenido para ver si se encontraba bien, pero no ahora, ahora no tenía ánimos para cargar con el peso de los problemas de todos con los que se encontraba. No es que hubiese dejado de interesarse por los demás, es que necesitaba todas sus fuerzas para mantenerse así misma en pie. No podía permitirse caer, no ahora que había encontrado el camino que Fuujin-sama le tenía preparado. Si de verdad quería ayudar a los demás, debía de seguir esa senda costase lo que costase.
Poco a poco fue rodeando la plaza, pegada al borde que daba con las jardineras. Cuando ya casi había dado la vuelta completamente, sorprendió a un hombre que parecía hurgar en las raíces del árbol.
"No me lo puedo creer... dudo mucho que haya nada de valor material enterrado en un árbol dedicado a difuntos..."
—Disculpe, pero me veo en la obligación de pedirle que se detenga— dijo la joven peliblanca clavando su mirada en el extraño hombre, en sus ojos se podía ver que a pesar de las palabras usadas no era una petición si no una orden
"Casi parece que no haya ocurrido nada..." suspiró la peliblanca que poco a poco se aproximaba hasta la plaza que presidía aquel enorme cerezo rodeado de cintas blancas "Y sin embargo..." agitó la cabeza para detenerse a si misma "No, no, ahora qu estaba también... bastante tengo con las noches..." se regañó
Cuando se dio cuenta, estaba pasando junto al chico que parecía observar el árbol casi de manera obsesiva. En otros tiempos se hubiese detenido para ver si se encontraba bien, pero no ahora, ahora no tenía ánimos para cargar con el peso de los problemas de todos con los que se encontraba. No es que hubiese dejado de interesarse por los demás, es que necesitaba todas sus fuerzas para mantenerse así misma en pie. No podía permitirse caer, no ahora que había encontrado el camino que Fuujin-sama le tenía preparado. Si de verdad quería ayudar a los demás, debía de seguir esa senda costase lo que costase.
Poco a poco fue rodeando la plaza, pegada al borde que daba con las jardineras. Cuando ya casi había dado la vuelta completamente, sorprendió a un hombre que parecía hurgar en las raíces del árbol.
"No me lo puedo creer... dudo mucho que haya nada de valor material enterrado en un árbol dedicado a difuntos..."
—Disculpe, pero me veo en la obligación de pedirle que se detenga— dijo la joven peliblanca clavando su mirada en el extraño hombre, en sus ojos se podía ver que a pesar de las palabras usadas no era una petición si no una orden