15/07/2016, 16:37
Otoño, año 201
- ¡Raiton: Gian!
Una pequeña lanza eléctrica salió despedida de su boca, y recorrió varios metros hasta impactar contra un árbol cercano y estallar en una pequeña corriente eléctrica. Seguidamente, escupió otra segunda después, que avanzó un poco más que la primera.
Tras eso, se desplomó en el suelo.
- Vas mejorando… - le comentó Furui, cercana a él – Pero ten cuidado. Si utilizas muchas puedes agotarte rápidamente. No es una buena idea para un combate.
Juro asintió, agotado. Llevaba todo el día practicando. Y quien dice todo el día, dice todo el otoño.
El tiempo había pasado aún más rápido que en verano, y ya se encontraban prácticamente a finales de Augurio, y casi se podía palpar el invierno. Casi había pasado un año ya desde la primavera.
- ¿Podemos descansar un poco? – preguntó Juro, aun en el suelo.
- Claro – respondió Furui, con una sonrisa.
Su trato se había suavizado mucho desde que había logrado aprender el Raiton. Bueno, y desde que había dejado de actuar como un niño., eso también había ayudado un poco a que le contase sus intenciones.
Ya hasta no le daba caramelos.
Se arroparon bajo la sombra de un tronco, mientras Juro se secaba el sudor con una vieja toalla. Solo necesitaba un poco de descanso y podrían seguir…
- Oye Furui…
- ¿Sí?
- Ya ha pasado mucho… Y aun no domino el elemento del todo, pero se hacer bastante, tres técnicas son muchas. ¿Podríamos dar por terminada nuestra pequeña apuesta?
Furui volvió a sonreír. Esta vez esbozó una gran sonrisa desdentada. Juro ya se había acostumbrado a ella, a su cicatriz y a todo en general.
- Has tardado bastante. Katsue y yo apostamos que no durarías ni una semana de invierno sin preguntarlo.
- Bueno…
- Está bien, está bien – le puso una mano en el hombro, sin dejar de esgrimir aquella sonrisa – Te lo has ganado, chico.
Juro sonrió, como un niño pequeño. Quizás eso es lo que era en realidad, un niño que había madurado solo por fuera y no por dentro.
Bueno, vale, tampoco por fuera. Había madurado por alguna parte, aunque no sabía muy bien cual.
Recordó los momentos en los que se acurrucaba en las rodillas de su hermana, cuando esta le contaba cuentos, o incluso cosas sobre su madre. Esos tiempos ya estaban muertos y enterrados, aunque la nostalgia parecía revivirlos una vez más.
No era su hermana. Ni estaba sobre sus rodillas. Pero no importaba. Parecía volver a ser un niño.
- Hace ya muchos años que cogí como pupila a tu madre – comenzó a relatar – Para entonces, no era muy diferente a ti. Una chiquilla de dieciséis años, de pelo rubio y piel de porcelana, idéntica a la tuya. Tenía ese mismo látigo en sus manos y mucho mal genio.
Juro acarició su látigo dorado por unos momentos. Era un bien tan preciado para él... Solo con tenerlo, estaba más cerca de su madre.
- Ella era mucho peor que tú, te lo puedo asegurar. Un completo descontrol de alumna… - a pesar de sus palabras, los ojos de Furui se habían ensanchado. Recordaba buenos tiempos… - Pero tenía un gran talento y era muy habilidosa con los elementos.
- Katsue siempre me dijo que fue increíble… - murmuró Juro.
- Si, ya lo creo que lo fue… - comentó, mientras se reía – Pero todos los genios tienen un comienzo. Y ella fue idéntica a ti en eso.
- ¿Tuvo problemas? – Juro torció el gesto.
- Cuando yo llegué, era una niñita que dominaba el suiton y el doton. Su familia me llamó para entrenarla en un nuevo elemento, que resultó ser el raiton.
- ¡Como yo! – exclamó, sin poder contenerse.
- Si, como tú. Quizá sea de familia.
Juro asintió. Su hermana también lo dominaba. El raiton estaba en su familia por tres generaciones al menos. Se sintió orgulloso de poder dominar algo de él.
- Al principio ella no sabía dominarlo… - le explicó – Tenía un gran talento sí, pero no tenía una forma de aprovecharlo.
- Y utilizaste el mismo método que conmigo… - dedujo Juro.
- Sí, aunque admito que en esa época no tenía mucha paciencia – Furui se removió, algo avergonzada.
- ¿Funcionó?
- Ya lo creo si funcionó – Furui volvió a soltar otra carcajada, algo irritante – Tu madre tenía un gran genio. Fue un error provocarla.
Después, se señaló a la cicatriz del ojo. Juro tuvo escalofríos. ¿Su madre había sido capaz de algo así? ¿En tan poco tiempo?
- Tranquilo, tu madre no era una mala persona – dijo Furui rápidamente, adivinando sus pensamientos – Quiso probar que había dominado el elemento y utilizó una técnica con mayor potencia de la que esperaba. No fue culpa suya.
- Vaya…
Se formó un tenso silencio. Juro se obligó a sí mismo a seguir hablando. Era su oportunidad después de todo. A saber si podría hablar de esto con alguien más.
- ¿Qué pasó después de eso? – preguntó finalmente.
- Su entrenamiento terminó y nos hicimos amigas… - explicó – Muchas veces en mis idas y venidas pasaba por casa de tu madre para hacerle una visita. Ver sus progresos. Hablar un rato.
- ¿Cómo era su vida?
- Tuvo una vida sencilla y simple. Vivía con sus padres y su hermano menor, aunque este falleció en una misión cuando ya era adulta. Se hizo jounin con mucha facilidad.
- Eso ya lo sé…- murmuró Juro, con desdén – Todos sus méritos ya me los contó Katsue. Yo quiero saber cómo era su vida normal.
- Se levantaba todos los días temprano. Siempre colaboraba con sus padres si era necesario, si no, solía dar un paseo por las mañanas. Su sentido de la orientación era excelente, aunque recuerdo que el de tu padre era un desastre. Muchas veces iba con él. Me enteré de su relación después de estar mucho tiempo fuera por una misión. Hacían muy buena pareja.
- ¿Estaban siempre juntos?
- Siempre que se lo permitían, claro – comentó, con un gesto que no supo identificar bien – Paseaban por la mañana, salían por la tarde. Incluso he oído que entrenaban juntos.
- ¿Hacían misiones juntas?
- No, que yo sepa no. Sus misiones eran por separado, y eran de gran importancia, no era tiempo para andar coqueteando – le regañó Furui, como si tuviese alguna idea parecida.
- Si, si…
Otro pequeño silencio. Pero ahora era mucho menos fuerte. Juro se sentía un poco más cómodo, más seguro. Sentía algo cálido en el pecho. Ahora sabía mejor cómo era su madre.
- Dominó un cuarto elemento… - dijo con orgulloso, como si quisiese presumir de madre.
- Ya lo creo que lo hizo. Nos pilló a todos por sorpresa. No tardó mucho en derrotarme fácilmente. Se hizo muy poderosa.
- Si yo… - apretó los puños, reprimiendo un llanto que había estado guardando – Si yo no hubiera nacido, habría dominado los cinco. Estoy seguro…
Furui no dijo nada por unos momentos. Le miró, y en ellos vio la tristeza reflejada. Tristeza por él, tristeza por ella. Entonces Juro comprendió la amistad que habían llevado tanto tiempo. Se sintió egoísta por creer que solo le afectaba a él su muerte.
- Cuando quedó embarazada, parecía la mujer más feliz del mundo – dijo, finalmente – No lo olvides, Juro.
- Yo… - una lágrima salió de su rostro, pero la secó rápidamente – Cumpliré ese sueño, por ella. Dominaré los cinco elementos.
- Hagas lo que hagas, ella estaría orgullosa de ti.
Por hoy era suficiente. Furui hizo algo que él no hubiese esperado nunca. Le abrazó. Después, se levantó y le instó a seguirla.
Se acercaba el invierno, y Juro tenía que seguir entrenando.
Pero ya era suficiente por hoy. Ambos volvieron a casa, algo más unidos que antes de salir. Incluso Katsue lo advertiría al verlos.
Ese día Juro se sintió mucho más feliz, por alguna razón.
- ¡Raiton: Gian!
Una pequeña lanza eléctrica salió despedida de su boca, y recorrió varios metros hasta impactar contra un árbol cercano y estallar en una pequeña corriente eléctrica. Seguidamente, escupió otra segunda después, que avanzó un poco más que la primera.
Tras eso, se desplomó en el suelo.
- Vas mejorando… - le comentó Furui, cercana a él – Pero ten cuidado. Si utilizas muchas puedes agotarte rápidamente. No es una buena idea para un combate.
Juro asintió, agotado. Llevaba todo el día practicando. Y quien dice todo el día, dice todo el otoño.
El tiempo había pasado aún más rápido que en verano, y ya se encontraban prácticamente a finales de Augurio, y casi se podía palpar el invierno. Casi había pasado un año ya desde la primavera.
- ¿Podemos descansar un poco? – preguntó Juro, aun en el suelo.
- Claro – respondió Furui, con una sonrisa.
Su trato se había suavizado mucho desde que había logrado aprender el Raiton. Bueno, y desde que había dejado de actuar como un niño., eso también había ayudado un poco a que le contase sus intenciones.
Ya hasta no le daba caramelos.
Se arroparon bajo la sombra de un tronco, mientras Juro se secaba el sudor con una vieja toalla. Solo necesitaba un poco de descanso y podrían seguir…
- Oye Furui…
- ¿Sí?
- Ya ha pasado mucho… Y aun no domino el elemento del todo, pero se hacer bastante, tres técnicas son muchas. ¿Podríamos dar por terminada nuestra pequeña apuesta?
Furui volvió a sonreír. Esta vez esbozó una gran sonrisa desdentada. Juro ya se había acostumbrado a ella, a su cicatriz y a todo en general.
- Has tardado bastante. Katsue y yo apostamos que no durarías ni una semana de invierno sin preguntarlo.
- Bueno…
- Está bien, está bien – le puso una mano en el hombro, sin dejar de esgrimir aquella sonrisa – Te lo has ganado, chico.
Juro sonrió, como un niño pequeño. Quizás eso es lo que era en realidad, un niño que había madurado solo por fuera y no por dentro.
Bueno, vale, tampoco por fuera. Había madurado por alguna parte, aunque no sabía muy bien cual.
Recordó los momentos en los que se acurrucaba en las rodillas de su hermana, cuando esta le contaba cuentos, o incluso cosas sobre su madre. Esos tiempos ya estaban muertos y enterrados, aunque la nostalgia parecía revivirlos una vez más.
No era su hermana. Ni estaba sobre sus rodillas. Pero no importaba. Parecía volver a ser un niño.
- Hace ya muchos años que cogí como pupila a tu madre – comenzó a relatar – Para entonces, no era muy diferente a ti. Una chiquilla de dieciséis años, de pelo rubio y piel de porcelana, idéntica a la tuya. Tenía ese mismo látigo en sus manos y mucho mal genio.
Juro acarició su látigo dorado por unos momentos. Era un bien tan preciado para él... Solo con tenerlo, estaba más cerca de su madre.
- Ella era mucho peor que tú, te lo puedo asegurar. Un completo descontrol de alumna… - a pesar de sus palabras, los ojos de Furui se habían ensanchado. Recordaba buenos tiempos… - Pero tenía un gran talento y era muy habilidosa con los elementos.
- Katsue siempre me dijo que fue increíble… - murmuró Juro.
- Si, ya lo creo que lo fue… - comentó, mientras se reía – Pero todos los genios tienen un comienzo. Y ella fue idéntica a ti en eso.
- ¿Tuvo problemas? – Juro torció el gesto.
- Cuando yo llegué, era una niñita que dominaba el suiton y el doton. Su familia me llamó para entrenarla en un nuevo elemento, que resultó ser el raiton.
- ¡Como yo! – exclamó, sin poder contenerse.
- Si, como tú. Quizá sea de familia.
Juro asintió. Su hermana también lo dominaba. El raiton estaba en su familia por tres generaciones al menos. Se sintió orgulloso de poder dominar algo de él.
- Al principio ella no sabía dominarlo… - le explicó – Tenía un gran talento sí, pero no tenía una forma de aprovecharlo.
- Y utilizaste el mismo método que conmigo… - dedujo Juro.
- Sí, aunque admito que en esa época no tenía mucha paciencia – Furui se removió, algo avergonzada.
- ¿Funcionó?
- Ya lo creo si funcionó – Furui volvió a soltar otra carcajada, algo irritante – Tu madre tenía un gran genio. Fue un error provocarla.
Después, se señaló a la cicatriz del ojo. Juro tuvo escalofríos. ¿Su madre había sido capaz de algo así? ¿En tan poco tiempo?
- Tranquilo, tu madre no era una mala persona – dijo Furui rápidamente, adivinando sus pensamientos – Quiso probar que había dominado el elemento y utilizó una técnica con mayor potencia de la que esperaba. No fue culpa suya.
- Vaya…
Se formó un tenso silencio. Juro se obligó a sí mismo a seguir hablando. Era su oportunidad después de todo. A saber si podría hablar de esto con alguien más.
- ¿Qué pasó después de eso? – preguntó finalmente.
- Su entrenamiento terminó y nos hicimos amigas… - explicó – Muchas veces en mis idas y venidas pasaba por casa de tu madre para hacerle una visita. Ver sus progresos. Hablar un rato.
- ¿Cómo era su vida?
- Tuvo una vida sencilla y simple. Vivía con sus padres y su hermano menor, aunque este falleció en una misión cuando ya era adulta. Se hizo jounin con mucha facilidad.
- Eso ya lo sé…- murmuró Juro, con desdén – Todos sus méritos ya me los contó Katsue. Yo quiero saber cómo era su vida normal.
- Se levantaba todos los días temprano. Siempre colaboraba con sus padres si era necesario, si no, solía dar un paseo por las mañanas. Su sentido de la orientación era excelente, aunque recuerdo que el de tu padre era un desastre. Muchas veces iba con él. Me enteré de su relación después de estar mucho tiempo fuera por una misión. Hacían muy buena pareja.
- ¿Estaban siempre juntos?
- Siempre que se lo permitían, claro – comentó, con un gesto que no supo identificar bien – Paseaban por la mañana, salían por la tarde. Incluso he oído que entrenaban juntos.
- ¿Hacían misiones juntas?
- No, que yo sepa no. Sus misiones eran por separado, y eran de gran importancia, no era tiempo para andar coqueteando – le regañó Furui, como si tuviese alguna idea parecida.
- Si, si…
Otro pequeño silencio. Pero ahora era mucho menos fuerte. Juro se sentía un poco más cómodo, más seguro. Sentía algo cálido en el pecho. Ahora sabía mejor cómo era su madre.
- Dominó un cuarto elemento… - dijo con orgulloso, como si quisiese presumir de madre.
- Ya lo creo que lo hizo. Nos pilló a todos por sorpresa. No tardó mucho en derrotarme fácilmente. Se hizo muy poderosa.
- Si yo… - apretó los puños, reprimiendo un llanto que había estado guardando – Si yo no hubiera nacido, habría dominado los cinco. Estoy seguro…
Furui no dijo nada por unos momentos. Le miró, y en ellos vio la tristeza reflejada. Tristeza por él, tristeza por ella. Entonces Juro comprendió la amistad que habían llevado tanto tiempo. Se sintió egoísta por creer que solo le afectaba a él su muerte.
- Cuando quedó embarazada, parecía la mujer más feliz del mundo – dijo, finalmente – No lo olvides, Juro.
- Yo… - una lágrima salió de su rostro, pero la secó rápidamente – Cumpliré ese sueño, por ella. Dominaré los cinco elementos.
- Hagas lo que hagas, ella estaría orgullosa de ti.
Por hoy era suficiente. Furui hizo algo que él no hubiese esperado nunca. Le abrazó. Después, se levantó y le instó a seguirla.
Se acercaba el invierno, y Juro tenía que seguir entrenando.
Pero ya era suficiente por hoy. Ambos volvieron a casa, algo más unidos que antes de salir. Incluso Katsue lo advertiría al verlos.
Ese día Juro se sintió mucho más feliz, por alguna razón.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60