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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Año 201, principios de Invierno.

Así que ha vuelto, ¿eh?

Una ráfaga de viento sacudió sus ropas y acarició las ramas de los árboles que había a su espalda, provocando desasosegantes crujidos en una noche sin luna.

Algo así… —dijo ella, con sus ojos azules perdidos en la bóveda celeste—. ¿Recuerdas qué te dije? —preguntó, con voz de terciopelo—. El primer día que aparecí en tu casa.

¿Cuánto había pasado desde eso? ¿Seis, siete meses? Aun así, Datsue lo recordaba perfectamente.

Claro. Dijiste… ¿Como Haskoz? Estás muy confundido, pequeño Uchiha —Datsue imitaba su voz, aunque de una forma exageradamente sabionda y femenina—. Tu padre es un shinobi del montón. No ha abierto un libro en siglos, la mayoría de Ninjutsus que conoce es gracias al Sharingan y se graduó como Gennin a una edad en la que la mayoría lo hace de Jounnin. Si no fuese por mí, ni Fuuinjutsu sabría. No, Datsue-kun —se llevó una mano al pecho y compuso una cara de extrema determinación, modulando su voz para que sonase más ronca—. Te convertiré en alguien mejor que él. Mucho mejor.

Ella soltó una risotada, eclipsando con su voz el suave murmullo de un río que se oía a lo lejos.

¿Dije mucho mejor? —Había alzado sus cejas, finas y claras—. Bueno, quizá me aventuré demasiado.

Datsue se carcajeó.

No contaste con mi tenacidad…

… para escaquearte siempre que podías.

Ni mi astucia…

… para inventarte excusas.

Ambos rieron.

¿Recuerdas qué te dije yo? ¿Recuerdas qué te pregunté, justo después?

Ella hinchó los carrillos y dejó escapar un prolongado suspiro.

Lo recuerdo… Y espero que algún día sea tu propio padre quien te dé la respuesta.

Ya… —Pues por lo poco que conocía a su padre, haría bien en esperar sentado y armarse de paciencia. De mucha paciencia—. Oh, antes de que se me olvide… —Revolvió entre los bolsillos de la yukata—. Toma.

Era un pergamino de color verde. En uno de sus lados, con tinta gruesa y roja, rezaba: Para una Uzureña perdida.

¿Otro poema de esos? —preguntó, y la última palabra sonó como el filo de una katana al desenvainar.

No, no, tranquila —se rascó la nuca, que de pronto le picó al recordar lo que había pasado cuando le había recitado aquel otro poema—. Nada de meterme con Uzu, ni con su olor, te lo prometo… —Ella hizo ademán de abrirlo—. ¡Pero léelo más tarde! —se apresuró a añadir—. Por si las moscas.

Como guste, mi joven lírico —hizo una reverencia cómica, rozando el suelo de tanto que se inclinó con la punta de sus cabellos rubios, que cayeron en forma de cascada frente a su rostro. Luego sonrió, divertida, aunque Datsue captó un atisbo de tristeza en su mirada—. Ojalá pudieses dedicarte a la escritura. Ojalá…

Datsue hizo un ademán con la mano, como quitándole importancia.

Tranquila, estoy acostumbrado. La historia de mi vida es un cúmulo de ojalás. Que si ojalá fuese rico; que si ojalá no me hubiese hecho shinobi; que si ojalá fuese menos guapo para que dejaran de perseguirme las chicas… —Rieron—. Pero al parecer los Dioses se limpian el culo con mis deseos.

¡Esa boca! —le regañó, propinándole una pequeña colleja. Casi podía considerarse una colleja cariñosa, teniendo en cuenta lo bruta que solía ser—. Hablando de chicas… ¿Qué tal con esa de la que tanto…?

¡No es momento para hablar de eso! —protestó, algo ruborizado.

Ella suspiró de nuevo, aunque esta vez no era de resignación.

Está bien. Dame un abrazo, anda —Mujer y niño se fundieron en un prolongado abrazo. Ella besándole en la cabeza; él enterrando el rostro en su hombro. Tras un rato, ella preguntó:—. Oye… No estarás llorando, ¿verdad?

Él se rio. ¿Uchiha Datsue llorar?

¿Yo? —preguntó, irónico—. ¡Ja! ¡Más quisieras! —lloraba como una plañidera con propina en un funeral—. Solo sudo por los ojos. Es algo básico para todo Uchiha. Limpia los ojos y evita que el Sharingan pille infecciones.

Ella se echó para atrás y le limpió las lágrimas con la punta del pulgar. Sus ojos, cristalinos, no derramaban lágrimas, pero estaban empañados.

Cuídate mucho, ¿vale? —Se le quebró la voz con la última palabra. Datsue solo pudo asentir—. Y cuida de…

Lo haré. —Por un instante, su mirada reflejó la determinación de un curtido shinobi. Por un momento, hasta pareció que era más que un simple niño malcriado y sin fuerza de voluntad—. Sabes que lo haré.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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Mensajes en este tema
[Unific] Reminiscencias - por Uchiha Datsue - 16/07/2016, 01:59
RE: [Unific] Reminiscencias - por Uchiha Datsue - 17/07/2016, 20:32
RE: [Unific] Reminiscencias - por Uchiha Datsue - 19/07/2016, 22:34


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