17/07/2016, 20:32
Año 201, finales de Invierno.
—¡Así que de parranda, ¿eh?! —El viejo Koichi seguía como siempre. Con su mismo bigote fino, que se rizaba en las puntas; con su misma barriga de cervecero, que sobresalía como la de una mujer embarazada; con la misma psoriasis en el cuello y los antebrazos, que desaparecían allí donde empezaba la camisa; con la misma manía de gritar, aunque su interlocutor se encontrase a medio metro; y, especialmente, con los mismos ojos avaros. A Datsue siempre le habían gustado aquellos ojos. No eran indescifrables, ni enigmáticos, sino todo lo contrario. Siempre sabías qué podías esperar de él y qué no, y por ello, prefería a cien hombres como él que a mil con honor. El problema de la gente honorable era que Datsue no sabía en qué momento dejarían de serlo. ¿Quizá cuando dejase de convenirle? ¿O cuando serlo dejaba de ser la opción fácil para convertirse en la jodida? Era un límite demasiado ambiguo como para poder saberlo de antemano. En cambio, en alguien como Koichi, el límite estaba muy definido: el precio—. ¿Encontraste al mirlo blanco?
Datsue alzó una ceja de forma exagerada.
—¿Quién? ¿A Reiji? —exhaló un suspiro explosivo—. Ni rastro. Es como si se lo hubiese tragado la tierra. Hace meses que me di por vencido.
—¡Joder! ¡Pues menuda suerte la tuya! —Colocó un vaso de madera sobre la barra con tanto ímpetu que creyó que lo iba a romper—. Aunque al menos te sirvió para pagar la deuda con Okura… ¿Y esa misteriosa invitada tuya? —preguntó, cambiando súbitamente de tema—. Me han chivado que ya se ha ido.
—Algo así —optó por responder, mientras tomaba asiento junto a la barra. A excepción de él y Koichi, la taberna estaba vacía.
—Y deja una cachorra a tu cargo, ¿eh? Me pregunto cuánto te habrá pagado por semejante carga.
Datsue chasqueó la lengua.
—Es mi hermana, mendrugo. La niña es de mis padres, no de ella.
—¡Por supuesto, por supuesto! ¡De tus padres! ¡Claro que sí! —No hacía falta conocerle demasiado para saber que estaba siendo sarcástico—. Pero vamos, ¡pasemos a lo importante! Cuánto hace que nos conocemos, ¿eh? ¿Desde que tenías seis años? Ya desde ese momento supe que sólo me buscarías cuando necesitases algo de mí, ¡como una puta barata!
El Uchiha no tenía forma de rebatir aquello. Era cierto.
—¿Acaso alguna vez no te benefició a ti también?
Koichi soltó una estruendosa carcajada. Luego, llenó el vaso de madera que le había servido con un zumo oscuro y espeso, de olor dulzón.
—Pues eso, Datsue, pues eso. ¿O acaso no me beneficio también de las putas baratas? Aunque de un modo muy distinto, claro. Tú ya me entiendes... —Datsue resopló y asintió, para luego echar un trago—. ¡Pero qué vas a entender! —Recibió tal colleja que escupió parte del contenido en un chorro a presión—. Si no tienes edad, ¡bandido! —rio de nuevo, ante un Datsue que no paraba de toser, atragantado—. Vamos, suéltalo de una vez. ¿A qué debo el honor de que el famoso Jinchuuriki de Taki pise con sus lujosas botas mi humilde pocilga?
Datsue tosió un par de veces más, carraspeó, se aclaró la garganta y finalmente fue capaz de decir:
—Proyecto cancelado de Jinchuuriki, querrás decir.
—Sí, sí. Eso. Por culpa del Sabelotodo de los Seis Caminos y esa sarta de sandeces. Te libró de una buena, ¿eh?
Datsue alzó las cejas y se mordió el labio inferior, dejando pasar un suspiro explosivo entre los dientes.
—Ya lo creo que sí, compañero, ya lo creo que sí. Aunque más bien fue gracias a una chica de Ame. Estoy en deuda con ella.
Koichi pegó tal manotazo en la barra que el vaso amenazó con caerse y hubiese sobresaltado al propio Datsue de haberle pillado por sorpresa. El caso era que le conocía demasiado bien para sorprenderse por aquello.
—¡Por las cejas de Yubiwa! —rugió—. ¿Existe alguien en Oonindo con quién no estés endeudado?
Datsue soltó una carcajada seca.
—Dejémoslo estar, Koichi. He venido a hablarte sobre una idea...
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado